19 de octubre de 2010

Historia Perdida. Capítulo 4

De nuevo martes, lo cual será del agrado de muchos ya que parece que la historia que hoy continuó está gustando bastante, disfruten la nueva entrega de la saga de bondage de esta espía industrial.


 Todas las historias de bondage en el blog están aquí



Capítulo 4

Las dos guardias eran las únicas personas en la planta baja del edificio, así que tras haberlas sometido podía moverme con calma por el lugar. Regresé a la entrada principal y borré el video de mi entrada al lugar, luego volví a todos los lugares donde había estado y retiré las grabaciones que las cámaras de seguridad habían hecho de mi antes de que cortara los cables, hecho eso y, tras recorrer todo el piso para asegurarme de que no hubiera nada inesperado, estaba lista para subir al siguiente piso y seguir trabajando. Pero antes decidí hacerle una visita a Sandra; abrí calladamente la puerta, pues no quería que me notara, y vi hacia adentro. La chica estaba completamente involucrada con su situación, su cuerpo estaba cubierto de sudor por el ejercicio y, mientras dejaba oír sensuales murmullos tras su mordaza, movía su cadera en círculos sacándole el máximo provecho a su vibrador. Mi objetivo con ella se había cumplido, en vez de esperar frustrada a que alguien la rescatara estaba completamente concentrada en aprovechar su tiempo y obtener de él el máximo placer, si seguía de este modo sin duda alcanzaría un delicioso orgasmo en cuanto lo deseara, y por como se veían las cosas no se conformaría con uno solo, así que el largo tiempo de cautiverio que le quedaba le vendría muy bien.
Ahora si, a lo que seguía, use el elevador para pasar al siguiente piso y dentro de el mojé mi franela con cloroformo, fuera de las dos guardias ya capturadas no sabía a cuanta gente esperar, así que a partir de ese punto debía estar preparada para actuar inmediatamente frente a lo que encontrara. Preparar el cloroformo fue una buena decisión, pues apenas se abrieron las puertas encontré a una persona.
Era una muy joven mujer que apenas tenía unos diecinueve o veinte años, era una latina de piel canela y cabellos oscuros y estaba haciendo la limpieza del lugar. La chica me estaba dando la espalda mientras aspiraba el suelo con una enorme máquina y traía los audífonos de un mp3 metidos en la oreja, el volumen de la música era tan absurdamente alto que estando a cierta distancia yo podía oír su música, ella sin embargo quedaba sorda para cualquier otra cosa a su alrededor y no oyó las puertas del ascensor abrirse, tampoco reacciono conforme me acercaba paso a paso hacia ella con el trapo empapado en cloroformo en una mano; esto iba a ser demasiado fácil. Al estar exactamente tras ella le coloqué la franela con cloroformo sobre su nariz y boca y le sostuve los brazos al cuerpo con mi brazo libre, la joven estaba completamente sorprendida e hizo unos débiles intentos por liberarse, pero muy pronto se desmayó, cuando la tomé por la espalda había aspirado un montón de aire por la sorpresa, así que había absorbido todo el cloroformo muy rápido y así cayó en mis garras.
Dejé a la joven morena en el suelo y caminé por los alrededores para ver que no hubiera más problemas, revisando las puertas encontré una pequeña habitación donde todos los artículos de limpieza estaban guardados, el cuartito no tenía ninguna ventana y estaba aislado del resto de las oficinas.
Regresé a los elevadores y tomando a la chica por los hombros la arrastré hasta el almacén. Dejándola ahí volví a salir y traje conmigo la enorme aspiradora pues no quería dejarla en el pasillo, si alguien pasaba por ahí no quería que la viera y se preguntara donde estaba la chica de la limpieza, pues podía ponerse a buscarla.
Cerré la puerta del almacén y prendí la luz, me acerqué a la jovencita y le quité el horrible y antiestético mono de limpieza y vi que debajo de el la niña tenía un hermoso cuerpo, le seguí quitando la ropa, primero los zapatos, luego su playera, luego sus pantalones de mezclilla, luego sus calcetines y finalmente su ropa interior blanca. Todo su cuerpo tenía el hermoso tono color canela.
Abrí mi mochila y saqué las cuerdas para amarrarla, primero sus manos a la espalda y luego sus codos, acercándolos todo lo que fue posible sin llegar a lastimarla, esto tuvo la consecuencia de curvar su espalda y obligarla a sacar sus pechos hacia adelante.
A continuación le metí su sostén y sus bragas en la boca y con un nuevo paquete de vendajes elásticos le vendé los ojos y completé su mordaza. Para lo que seguía la necesitaba despierta, así que en lo que esperaba revisé sus cosas que estaban guardadas en el almacén, encontré su agenda en su bolsa, leyéndola pude averiguar que se llamaba Concepción y también vi su dirección, la jovencita era tan preciosa que decidí tomar nota de su domicilio para poder visitarla una noche aburrida que tuviera ganas de practicar un poco de bondage con fines puramente recreativos.
La chica había respirado mucho cloroformo así que tardó un poco en despertar, pero finalmente comenzó a reaccionar, al despertar y darse cuenta de lo que pasaba se asustó muchísimo y desesperada luchó infructuosamente contra sus ataduras mientras intentaba pedir ayuda; era comprensible, un minuto estabas sola, pasada la medianoche limpiando un edificio y al siguiente te encontrabas desnuda, totalmente indefensa y sin siquiera saber quien te había atacado o que pensaba hacer contigo.
Me acerqué a ella y le toqué el hombro, al darse cuenta de que no estaba sola se espantó aun más y trató de alejarse de mi.
-Tranquila, niña, no te voy a hacer daño.
Creo que al escuchar mi voz y ver que era una mujer se calmó un poco, seguramente sintió que no había riesgo de que fuera a lastimarla, pero si bien no pensaba hacerle daño, no iba a someterla a menos de lo que las otras mujeres estaban viviendo.
-¿te puedes parar cariño?
-mmmppphhh, mmpphh.
-Supondré que eso quiere decir que sí.
Diciendo esto la tome de los brazos y la ayudé a ponerse de pie; la chica estaba claramente avergonzada de estar tan expuesta ante mi, y tenía las piernas pegaditas y el torso ligeramente inclinado al frente tratando de obtener un poco de privacidad.
-Camina.
Le dije mientras tomándola del brazo la guiaba por el almacén hasta que llegamos a la enorme aspiradora, donde la senté.
-mmmppphhh, mmpp. -decía intentando pedirme algo mientras de nuevo cerraba sus piernas ocultando sus genitales.
-Lo siento niña, estás amordazada, no puedo entender lo que quieres.
Traje mi mochila con cuerdas para continuar amarrándola.
Primero saqué una cuerda con la cual até sus brazos al mango que servía para arrastrar la pesada aspiradora, los amarré a media altura, entre muñecas y codos, de modo que no pudiera separarlos de el mango ni utilizarlos para tratar de alcanzar nada a su alrededor, sus dedos ni siquiera podían llegar al botón de encendido de la máquina. Luego saqué unas cuerdas más largas, amarré una de ellas alrededor de uno de sus tobillos, pero en vez de atar sus pies juntos llevé la cuerda atrás de la aspiradora hasta que la obligué a separar sus piernas.
-mmmppphhh. -se quejó cuando la obligué a descubrir su vagina. La ignoré y até el otro extremo de la cuerda a su otro tobillo, también obligándola a abrir esa pierna. Con otras cuerdas repetí la operación y até sus piernas la una a la otra, rodeando la aspiradora a la altura de sus espinillas y arriba de sus rodillas, la chica ahora se veía obligada a tener sus piernas completamente abiertas y su vagina estaba completamente expuesta y vulnerable; además de esto, al tener sus piernas dobladas, no podía apoyar sus pies en el suelo más que con las puntas de sus pulgares, y esto provocaba que todo el peso de su cuerpo cayera sobre su pubis que estaba presionado contra la parte superior de la aspiradora.
Era de nuevo hora de irme y continuar trabajando, y por lo mismo tocaba arreglar los últimos detalles, me acerqué a la nerviosa chica y le dije.
-Dicen que un lugar limpio es un lugar feliz. Tú estas a punto de comprobarlo, seguramente más de una vez.
-Dicho esto prendí la enorme máquina que al funcionar comenzó a vibrar y a estimular el coño de la indefensa jovencita, antes de irme tomé el mp3 que estaba escuchando cuando la atrapé, lo puse en sus oídos y ló coloqué en modo aleatorio, la música la acompañaría toda la madrugada, y también aumentaría su frustración pues ni siquiera podría oír lo que pasaba a su alrededor dejándola completamente privada de sus sentidos.
No tenía modo de escapar ni de usar sus inmóviles piernas para patear y desconectar el cable de la aspiradora. La chica tendría que quedarse quietecita con la monstruosa máquina vibrando entre sus piernas hasta que alguien la encontrara.

Continuará

No hay comentarios:

Publicar un comentario