12 de octubre de 2010

Historia Perdida. Capítulo 3


Como ya se me hizo costumbre los martes les traigo el nuevo capítulo de la historia de bondage que estoy publicando, espero sigan disfrutándola y como siempre pueden dejarme sus comentarios.



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Capítulo 3

El recorrido que Sandra me había dado por el lugar había sido bastante deficiente, pero afortunadamente no necesitaba de su ayuda para orientarme, antes de mi ataque había estudiado los planos del edificio. Aunque era de esperarse que el tour que me iba a dar Sandra tomara un rato me apresuré pues no faltaba mucho para que Olivia nos extrañara y empezara a sospechar, llegué a los controles de las cámaras de vigilancia y corté todos los cables de modo que, a partir de ese momento, mis pasos no quedaran registrados. Después volví a la entrada a reencontrarme con Olivia.
La chica negra estaba aún leyendo las revistas que había dejado y estaba tan absorbida por la lectura que ni siquiera se había dado cuenta que las imágenes de las cámaras en las pantallas detrás de ella habían desaparecido y que en su lugar había pura estática.
-Bueno. -dije anunciando mi entrada. -creo que ya voy conociendo en lugar, y lo que tengo que hacer.
-Muy bien, bueno por ahora siéntate y ponte cómoda. ¿dónde está Sandra por cierto?
-Oh. Se fue al baño a cambiarse de ropa y arreglarse un poco antes de irse.
-Esa chica, siempre que se va de aquí va inmediatamente ha antros y centros nocturnos, no descansa un solo día, a saber que es lo que hace por allá.
-Oye. -interrumpí señalando las pantallas. -creo que eso no está funcionando bien.
Olivia volteó y quedó sorprendida.
-¿Qué demonios? Esto nunca había pasado antes.
-¿Qué hacemos?
-No tengo idea, pero tenemos que arreglarlo, no podemos vigilar si no vemos lo que pasa en el resto del lugar. -La chica de piel oscura se quedó pensativa un momento. -desde aquí no podemos hacer nada, lo mejor será ir al cuarto de control y ver si podemos averiguar como repararlo desde allí.
-Te sigo. Le dije, cuando salimos tomé mi mochila del suelo.
Andamos por los pasillos hasta llegar a nuestro destino, al llegar dejé que Olivia usara su tarjeta para abrir la puerta y me metí detrás de ella, en el cuarto había algunos casilleros y unas grandes computadoras desde donde todo el sistema debía ser controlado, al centro del cuarto había un escritorio con unas pantallas y una consola. Olivia se sentó en la silla y miró todos los botones confundida.
-No me pagan lo suficiente para saber que hacer con esto… ¿qué opinas Raquel? ¿tienes alguna idea?
Mientras ella se sentaba y veía la consola yo había sacado una franela y un frasco con cloroformo, y había mojado el trapo con el líquido.
-De hecho. -Respondí. -tengo unas cuantas.
Me arrojé sobre ella y le cubrí nariz y boca con la franela, le rodee el cuerpo con mi otro brazo sujetándole sus brazos al cuerpo y, aprovechando que la silla tenía llantitas, la empujé hacia adelante para atrapar sus piernas debajo del escritorio, donde por más que pateara no pudiera atacarme.
-MMMPPPHHH. -gritó Olivia sorprendida y empezó a luchar por librarse.
-Tranquila. -le dije, pero la chica no estaba dispuesta a rendirse y a pesar de estar en una posición desventajosa me estaba dando problemas para someterla, agitaba su cabeza a todos lados tratando de no respirar el cloroformo y era bastante fuerte por lo que me estaba dando problemas para mantenerla quieta; además hacia demasiado ruido golpeando el escritorio con sus piernas. Empecé a pensar que iba a vencerme, pero afortunadamente el cloroformo empezó a hacer efecto y la fuerza de la mujer empezó a menguar y finalmente quedó dormida, por precaución mantuve el trapo sobre su nariz y boca unos minutos más en caso de que estuviera fingiendo para que la soltara. Ahora seguía la mejor parte de mi trabajo, desnudarla y atarla; bajé a Olivia de la silla y me puse a trabajar.
Para algunas personas el desvestir a una persona antes de inmovilizarla es algo que se puede volver rutinario, pero para mi no lo era, cada persona era diferente y a mi me encantaba admirar sus cuerpos; Olivia por ejemplo era muy particular pues pocas veces había yo amarrado a mujeres de piel negra, y mientras le quitaba la fina lencería de color rojo que estaba usando pude admirar sus muy bien formados pechos que eran de un buen tamaño y que tenían también unas grandes areolas alrededor de los pezones, no pude resistir la tentación de acariciar su suave piel color ébano y sus tetas.
Teniendo a la chica encuerada y tras admirarla me puse a pensar como me gustaría atarla, la silla era la opción obvia, pero no quería usarla en este momento, así que la alejé de nosotras pues solo iba a estorbarme, preferí mejor atarla en el suelo. No tenía una cantidad ilimitada de material, así que decidí no usar las cuerdas ni los vendajes que aun me quedaban y trabajar mejor con lo que encontrara en el lugar, la primera decisión resultó evidente, saqué las esposas de Sandra y las utilicé para encadenarle las manos al frente y alrededor de una de las patas del escritorio donde se encontraba la consola, de modo que al estar ella boca arriba sus brazos quedaban extendidos hacia arriba, sin las llaves de las esposas no había forma de que pudiera soltarse.
Luego utilicé las propias esposas de Olivia y le encadené los tobillos. A continuación tuve que iniciar una búsqueda por el lugar para ver que podía utilizar para amordazar a la guardia, dado que solo me quedaban cinco paquetes de vendajes y no sabía todavía cuanta gente estaba pendiente de ser atrapada quería guardarlos; en el cuarto había aparte de todo el equipo electrónico unos casilleros, la mayoría estaban cerrados con candado, pero tres de ellos estaban abiertos, dentro de ellos encontré las cosas que me podrían ser útiles. En uno encontré un paquete de largas medias, en el otro una mascada de seda, saqué ambos materiales y volví con mi prisionera.
La mascada la usé para vendarle los ojos, el suave material no solo le impediría ver algo, sino que sería más agradable al tacto que cualquier otra cosa que pudiese usar, estos materiales siempre resultaban enormemente eróticos. Ya teniéndola ciega, me dispuse a amordazarla, le metí sus bragas y su sostén en la boca hasta llenarla completamente. Luego tomé una de las medias, le hice un doble nudo al centro y metiéndole este entre los labios amarré los extremos tras su cabeza, así no podría sacar de su boca el relleno que le había metido.
Me quedaba utilizar una media más, así que para no desaprovecharla la use para amarrar sus piernas por arriba de sus rodillas.
Llevaba un solo vibrador más conmigo, y decidí no usarlo con ella, mi intención era darle placer a todas y cada una de las personas a las que amarrara, y eso me obligaba a usar la imaginación en varios momentos; como no sabía que encontraría más adelante decidí guardar el vibrador y usarlo en alguien más, Olivia se aburriría un rato estando sola en su bondage, pero si todo iba de acuerdo a mis planes más adelante tendría otro modo de asegurarme que se divirtiera.
Esperé unos minutos a que despertara. Cuando empezó a recuperar la conciencia vi que aun podía moverse un poco, por lo cual al ya no tener ningún otro material con que sujetarla, me vi forzada a sacar un cuerda de mi mochila. Amarré un extremo de esta a la cadena de las esposas que le encadenaban los tobillos, y até el otro lado a un pesado mueble al otro lado de la habitación. De ese modo me aseguré de que mantuviera sus piernas completamente estiradas y que no pudiera utilizarlas para patear, ya fuera para hacer ruido o para buscar escapar de algún modo.
Olivia finalmente despertó y tras unos segundos donde pareció confundida se dio cuenta de su situación, estaba completamente desnuda, amarrada, amordazada y con los ojos vendados.
-MMMPPPHHH. -Gritó.
-Vaya sorpresa no. -dije maliciosamente. -como puedes suponer no estoy aquí para suplir a tu amiguita, todo lo contrario, vengo a robarme algo muy valioso, que tanto tú como Sandra no han podido proteger.
-MMMPPPHHH, MMMPPPHHH. -Se quejó mientras se sacudía desesperada.
-Te vas a quedar aquí amarradita un largo rato. -Dije a punto de salir por la puerta. -Por ahora ten pensamientos traviesos, más tarde te traeré una compañera de juegos.
Con esa promesa salí el cuarto dejándola sola.

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