18 de julio de 2016

Lizy atada y amordazada en La Rosa de Guadalupe

Una de las más recientes escenas de bondage en la duradera serie La Rosa de Guadalupe llegó el pasado 7 de junio en el episodio intitulado "una extraña forma de amar".
Aquí tenemos la clásica historia de un amor no correspondido que termina en secuestro. Lorena, interpretada por Lizy, es una chica que defiende a un compañero de escuela de los matones que le hacen la vida imposible, pero esta buena acción lleva a que el tipo piense que está enamorada de él, y ante su rechazo, creyendo que sólo tiene que darse cuenta, la secuestra.
Esto lleva a que tengamos a Lizy en su debut como damisela en apuros, en casa de su secuestrador, donde está atada de pies y manos, con los ojos vendados y amordazada.
La venda de los ojos desaparece rápidamente, y la mordaza poco después, aunque esta vuelve ocasionalmente nunca es una presencia constante en la escena, por lo que la mayor parte del tiempo sólo son ataduras de pies y manos que no se ven. La mordaza, aparte, está muy mal atada.
Por cierto que esta no es la primera participación de Lizy en la serie, para que sepan más de la chica les cuento que es originaria de Ciudad Victoria, Tamaulipas, que vino a Ciudad de México a estudiar actuación y que además es cantante. De hecho sus apariciones en la serie tienen como objetivo darla a conocer para lanzar su carrera.
Mientras salga atada, por acá la ayudamos en la promoción jejeje
Ha hecho mucho mejores trabajos de bondage en ocasiones anteriores La Rosa de Guadalupe, esperemos que a futuro retomen las buenas costumbres, pus aunque siempre se aplauden los esfuerzos de darnos contenido, ya que van a amarrar a la actriz, mejor hacerlo bien. Pero bueno, al menos Lizy ya debutó en bondage.
Les dejo el video.




Saludos y hasta la próxima

12 de julio de 2016

Dejah Thoris #15

Desde que me fui a España hace ya casi tres años, me alejé muchísimo del mundo del comic, pues ahora que trabajo ya no tengo tiempo ni de pasarme por la tienda que solía visitar cada semana cuando era libre (por cierto hay una petición para que nos den unas vacaciones justas (las mismas que tiene el resto del mundo, pues en ningún lugar se trabaja más que en México, por aquí les dejo el enlace si quieren apoyarla). Y lamentablemente esto le ha costado al blog una de las que fue una de sus secciones más usadas, la dedicada al bondage en los comics. Medio que me gusta mucho, pues fue precisamente a través de el que descubri el bondage.

Pero en fin, ahora que me dieron home office (lo cual debería se runa práctica más generalizada), tuve más tiempo para mi que no perdí en el transporte, y lo usé para ver que había sido de una de las damiselas que más tuvimos por aquí hace unos años. La princesa de marte, Dejah Thoris, cuyas aventuras retomadas de las novelas originales fueron retomadas por la compañía Dynamite Entertainment. Ahora que escribo esto me he dado cuenta de que van tres años de la última vez que saqué un dibujo de la susodicha, disculpas por esto a sus fans.

Aparte de sus interesantes historias, y el rescate y reinvención de personajes clásicos de la literatura de aventuras, las diversas series de Warlord of Mars resultan geniales por sus dibujos, por la breve vestimenta de las marcianas, y porque tenían la sana costumbre de poner a Dejah Thoris encadenada en sus portadas con bastante frecuencia. Así quien no se interesa por las historias.

En fin, me puse a ver que había de nuevo con la princesa de Marte, a quien les comparto aquí en uno de los primeros dibujos que subí, y me encontré con esta portada que nunca antes les había compartido, así que como homenaje a nuestra otrora protagonista damisela, y esperando poder volver a tenerla por aquí más seguido, les dejo esta imagen de Dejah Thoris #15, las letras estorban un poco para ver sus manos aprisionadas, pero bueno, disfrútenla.

Dejah Thoris #15

2 de julio de 2016

Inculpada de Frank Knebel - Capítulo 2

Seguimos con esta saga de 11 episodios el primer episodio lo encuentran aquí, la segunda aventura de Copper Ryder a quien conocieron aquí.

Todas las historias que he publicado están aquí

Capítulo 2
Copper Ryder mordió con hambre su hamburguesa con queso. Un poco de cátsup y un pedazo de lechuga cayeron por su mentón, tras colocar su alimento en el plato se limpió con su dedo, que luego chupó.
            -¡Jeb hace las mejores hamburguesas del mundo!- exclamó mientras se comía unas papas fritas -¿no lo crees tío Sky?-
Sky Ryder tomó un sorbo de su café. Nunca podía evitar sonreír con el entusiasmo de su sobrina.
            -Buenos, son por lo menos las mejores en esta parte del estado- contestó mientras se daba media vuelta para voltear al hombre que estaba en la parrilla.
            -¡Copper envía felicitaciones al chef Jeb!-
Jeb saludó de vuelta. -son iguales a las que sirven en París- respondió.
Copper hizo una mueca a su tío
            -¿Crees que Jeb alguna vez haya ido a París?-
            -Quitando el tiempo en que sirvió con la marina, no creo que Jeb haya estado nunca más allá de 50 kilómetros a la redonda de Kermit. Pero eso no evita que sea un buen cocinero.-
Copper tomó la hamburguesa con las dos manos y le dio otro mordisco. Sky bebía otro trago de café cuando una figura familiar entro a la cafetería. Era John Wilberforce. El alto banquero, que empezaba a quedarse calvo, saludó a Jeb, quien pareció sorprendido de verlo. Se sentó en la barra y pidió un café.
Copper notó que Sky veía algo con atención. Dejó su hamburguesa y al terminar de mascar preguntó qué ocurría.
            -John Wilberforce acaba de entrar, y un banquero próspero como él, rara vez entra a un lugar como éste. Es más e tipo de persona que iría a un restaurante de gala como Anthony’s o al Country Club. Puede que no signifique nada, pero veamos que ocurre.
Copper siguió comiendo su hamburguesa mientras esperaban, Wilberforce vio su reloj varias veces, a la vez que pedía a Jeb que mantuviera su tasa llena. Cada que la puerta se abría el banquero volteaba a ver quién entraba, superando sus intenciones de mantenerse discreto. Minutos después, una atractiva rubia entró a la cafetería, Willberforce se levantó del banco y la saludó con una voz lo suficientemente alta para que todo el mundo los oyera. Le dijo lo afortunado que era de haberse encontrado con ella y que tenían muchas cosas de que hablar. El ejecutivo levantó su tasa y acompañó a la mujer aun gabinete.
            -¿no era ella la nueva secretaria del señor Willberforce?- preguntó Copper.
            -Sí que lo es. Trabajaba como cajera del banco hasta que todos estos problemas empezaron. Cuando Sherry fue arrestada, esta chica tomó su trabajo. Se llama Marie Sanders ¿la conoces?
Copper observó a la rubia cuya blusa escotada y piernas cruzadas bajo su falda ajustada le daban a Jeb y a varios otros hombres un atractivo espectáculo.
            -No, dijo la chica, pero por alguna razón se me hace familiar… Y parecen estar teniendo un plática muy privada.-
            -Podrían ser negocios- dijo Sky con una falsa inocencia.
Copper lo vio y frunció el ceño.
-Llegaste tarde- dijo Wilberforce con una expresión cerrada que trataba de ocultar todo sentimiento que no fuera preocupación por los negocios del banco.
-Y tú estás casado, si es que vamos a empezar a reprocharnos cosas- contestó ella insolentemente, -¿por qué no la trajiste contigo?-
-¿está todo bien?- preguntó ignorando la burla.
-Los Foster vienen de vuelta a la ciudad, así que moví el dinero a otra caja de seguridad.
-¿A la de quién?
-La de un tipo de ochenta años que ahora está internado en un hospital de Houston, creo que es poco probable que quiera venir a ver sus medallas antiguas.-, dijo viéndolo fijamente, -tengo que reconocértelo Johnny, tuviste una gran idea.-
El dejó ver una amplia sonrisa.
            -El último lugar donde alguien buscaría dinero robado, es dentro del propio banco.
            -Ahí está todo excepto el par de miles de dólares que sembramos a tu secretaria para inculparla.
Su sonrisa se desvaneció y se limpió la frente con un pañuelo.
            -No estoy orgulloso de eso- murmuró -era una buena secreatria y la pobre ha tenido muy mala suerte.-
            -Pero, ella nunca quiso tomar… dictado contigo digamos- dijo la rubia, -de hecho, estuvo ofendida de que te atrevieras a sugerirle algo así estando felizmente casado
Él la vio con una expresión de desagrado.
            -Pero a ti no te importa ¿o si?
Ella sonrió con falsa dulzura
            -Recuerda que estoy de tu lado cariño, tú quieres separarte de Dora, y yo estoy haciendo lo que puedo porque eso sea posible. Sé paciente y pronto te olvidarás de ella, del banco y de esta horrible ciudad. Y entonces me tendrás toda para ti.
            -Sólo asegúrate de que te tanga Marie, asegúrate muy bien.
En la enfermería municipal, Ruth Lesson estaba luchando con todas sus fuerzas pero sin resultados. Sus muñecas estaban atadas con cinta a las espaldas de la silla donde estaba amarrada con varios metros más del pegajoso material. No podía levantarse y con sus tobillos también atados con más cinta, tampoco podía mover la silla para acercarla a la puerta y patearla para llamar la atención. Además la cinta que cubría sus ojos le impedían ver si había algún objeto que pudiera ayudarla, y la fuerte mordaza compuesta de tela dentro de su boca cubierta con más cinta no le permitían gritar pidiendo ayuda. Vestida sólo en ropa interior, no estaba acalorada, pero tanto retorcerse había causado que su seno derecho casi escapara del sostén.
A pesar de todo, su situación era menos grave que la de la oficial Amy Cole, quien también vestía sólo ropa interior. Amy estaba boca abajo sobre la mesa de examinación médica, sólo podía alcanzar la punta de los vendajes que inmovilizaban sus pies y los sujetaban a pocos centímetros de sus manos esposadas, no podía luchar con ahínco por miedo a caer al suelo y lastimarse, pues debido a sus ojos cubiertos con cinta, sólo sabía donde estaban los bordes de la mesa por tacto. Aún suponiendo que pudiera soltarse del hogtie, bajar de donde estaba iba a serle imposible.
La única estrategia que ofrecía alguna esperanza de liberación a ambas cauticas era estar en absoluto silencio, con el oído atento para escuchar cuando alguien se acercara lo suficiente para oír sus amordazados gritos de angustia. Llevaban intentando esto ya bastante tiempo, pero cada aspirante a salvador que se acercaba no las había oído. Así que esperaban de nuevo, con el silencio sólo roto por un gemido ocasional cuando trataban de acomodarse en sus posiciones y luchaban un poco contra las ataduras.
Entonces llegó, el inconfundible sonido de los zapatos de un hombre en las baldosas del pasillo. Cuándo el sonido se acercó las dos mujeres empezaron a gritar con toda la fuerze de que eran capaces. Los pasos se detuvieron y se oyó la voz de un hombre -¿quién está ahí? ¿pasa algo malo?
Hubo un incremento en los gritos amordazados del dueto, y la perilla giró
-          ¡Dios Mío!
 Sky y Copper continuaban observando a John Wilberforce y a Marie Sanders en el café, pero no lograban descubrir nada sospechoso y la chica estaba especialmente impaciente con este trabajo con poca acción.
-          ¿Qué esperas sacar en claro tío Sky?, preguntó gentilmente.
-          No lo se realmente Copper, pero si Sherry fue inculpada, y eso es lo que parece, John Wilberforce es quien más posibilidades tiene de ser el verdadero ladrón.
-          ¿Quieres decir que lo hizo para poder escapar con esa rubia? – preguntó Copper quien se emocionó ante el prospecto de una aventura, -sabes… ella comparte un apartamento con una mesera y con una bailarina exótica de ese club que abrieron por la autopista.
-          ¿y acaso cualquier persona que tenga cuartos de sobra que rente a otras chicas que trabajan de noche es necesariamente un personaje tenebroso?, por lo general la gente roba sólo por la ambición de dinero.
-          No se si sepas esto- dijo Copper en voz baja tras ojear el cuarto para ver que nadie escuchara -Pero Sherry me dijo que hace unos meses el sr. Wilberforce le había estado haciendo sugerencias románticas. No era nada que ella no pudiera quitarse de encima, pero me contó que también le sugirió que quería dejar a su esposa.
-          Y eso ocurrió poco antes de que el dinero desapareciera -respondió Sky asintiendo.
Wilberforce se levantó de su lugar y caminó a la registradora, Marie se quedó atrás. Después de pagar la cuenta, Wilberforce abrió la puerta, cedió el paso a dos personas que entraban, una de las cuales era el sheriff Winchell, y salió del lugar.
            -¿no vamos a seguirlo Sky? – preguntó Copper, -tal vez nos lleve a donde está el dinero.
            -Ojalá las cosas fueran tan simples- respondió Sky sonriendo.
Winchell, caminó por el lugar y se acercó a ellos.
            -¡Hola!, Sky, Copper- Los saludó -Recibí el mensaje de que querían verme y como no he almorzado decidí acercarme.
            -Gracias por venir Winch, queríamos platicar sobre Sherry Johnson.
            -Eso imaginé, sabiendo que es tan buena amiga de Copper y que el caso sugiere que pudieron incriminarla.
Una camarera se acercó para tomar la orden de Winchell, y después Sky y el sheriff se pusieron a discutir estrategias para ampliar las investigaciones. Copper pronto se distrajo perdiendo el interés en la conversación y en lugar de eso se puso a observar a Marie que seguía en su gabinete. La rubia se maquillaba sin prisa. Copper la observaba como si en cualquier momento fuera a levantarse a confesar la inocencia de su amiga, pero eso no pasó. Unos minutos después la mujer se alzó y caminó afuera. La mesera volvió con la comida de Winchell, y dado los dos hombres seguían inmersos en su discusión, Sky no se dio cuenta de la partida de Marie. Segura de que ella obtendría resultados más rápido que su tío, Copper decidió actuar sola.
            -Me disculpan un momento- dijo levantándose y dejando a los hombres solos.
Cerca del baño de mujeres, había una segunda puerta a la calle, por la cual Copper salió discretamente evitando ser vista. Afuera, trató de encontrar a Marie y alcanzó a verla subiéndose a un coche deportivo. Aunque sabía que su furgoneta no sería suficiente para mantener el paso de ese vehículo si se daba una persecución, Copper fue a su coche y se subió. Acababa de prender el motor cuando una figura con uniforme caqui se le acercó. La joven se quedó para sí.
            -Nunca me di cuenta de que el parquímetro se había vencido oficial- argumentó Copper anticipando una multa.
            -Hola Coppelia- le respondió una voz de mujer.
Copper quedó sorprendida, la oficial Cole nunca había usado su nombre verdadero, volteó a la oficial, y la mujer de uniforme bajó sus gafas oscuras.
-          ¡Sherry!- exclamó Copper -¿qué haces con ese uniforme?
Sherry bajó la mano y cubrió la boca de Copper para callarla
            -Estoy escapando
            -Bueno métete al carro rápido, tenemos que seguir a esa rubia.
Sherry dio la vuelta y se subió al asiento del copiloto, al meterse dejó un bulto blanco en el espacio entre ellas, mismo que Copper vio intrigada.
-Es un cambio de identidad si me hace falta- explicó la prófuga -espero que la rubia a la que seguimos sea a quien estoy buscando.
Rita Everett estiró su mano con una manicura perfecta y prendió el radio en la mesita de patio, junto a la cual estaba recostada tomando el sol en una tumbona. Una banda de swing sonaba en las ondas, y la pelirroja dejó la música sonar por unos momentos a todo volumen. Luego pensó que sus vecinos se quejarían y bajó el volumen para no molestar. Había un vaso con un té helado junto al radio, el cual agarró para tomar un refrescante trago, como tuvo que estirarse para alcanzar el recipiente, aprovechó para revisar su bronceado.
Toda la piel que no estaba cubierta por su bikini tenía un buen color. Ya había tenido un momento para nadar en la piscina de su departamento y una sesión de ejercicios matutinos, el bronceado era lo único pendiente para mantener su cuerpo perfecto para sus presentaciones en el club donde era bailarina. A los hombres que iban les gustaba verla bronceada y aumentaban sus propinas recompensando su esfuerzo. Aunque su traje de baño era bastante breve, intentó bajar las copas del brassiere un poco más para evitar que una línea de piel blanca pudiera verse cuando se pusiera su atuendo. Le hubiera gustado poder quitarse el brassiere del todo. Pero su vecino, el viejo señor Higgins, seguramente estaba espiándola y no planeaba darle ese gusto.
Un ruido en el apartamento llamó su atención. Era su compañera de piso, Liz Martin. Apenas despierta, la camarera de pelo castaño caminaba confundida por la sala vestida en un breve camisón. Después de tropezar con la mesita, encontró su camino a la cocina y abrió el refrigerador.
            -¿hay café? – preguntó a Rita
            -Está en la cafetera desde hace más de dos horas- le contestó reprochando su flojera.
No se escuchó ninguna respuesta, pero un minuto después Liz apareció por la puerta corrediza que daba al patio con un jugo de naranja en una mano y una taza de café en la otra, su ropa de noche apenas tapaba su figura.
            -Yo soy la que está en el mundo del espectáculo linda- dijo sin levantarse de la tumbona en referencia a su provocativo atuendo.
            -Sólo quiero saludar al señor Higgins- dijo Liz antes de beber un trago de jugo.
            -Métete antes de que te arresten por exhibicionismo.
-Tengo hambre- dijo Liz ignorándola -¿aún tendremos oreos?
La chica se metió de vuelta al piso para buscar sus galletas.
Copper y Sherry intentaban mantener el ritmo del auto deportivo de Marie, mientras la prófuga relataba su escape a su amiga.
            - ¿entonces las dejaste atadas y amordazadas en la oficina de la enfermera?
            - Tenía que hacer algo para tener tiempo de escapar, pero deben estar bien, estoy segura que alguien ya debe haberlas encontrado.
            -Pero Sherry, ¡esto es una locura!, el fugarte te hace ver culpable. ¿por qué no te entregas? Sky, el sheriff y yo te ayudaremos. Sky cree que Wilberforce y su secretaria están involucrados.
Sherry asintió. – Es lo que he pensado desde el inicio, pero no tengo pruebas, así que ni siquiera se lo mencioné a mi abogado.
-          ¿Por qué no te entregas y nos dejas manejarlo?- insistió Copper.
Sherry negó con la cabeza.
-          Sé que es una locura, pero ya empecé y ahora voy a llegar hasta el final. Lo que no quiero es meterte a ti en dificultades.
Copper meditó un momento.
-          Bueno, de momento diremos que he sido tomada como rehén por una prófuga de la cárcel. ¡Oh demonios, la vamos a perder!
Dos camionetas pick up que jalaban carros para transportar caballos, se pusieron entre ellas y el deportivo de Marie. La situación no sólo obligó a Copper a bajar la velocidad, sino que tanto ella como Sherry perdieron de vista al carro, éste podía dar vuelta en cualquier salida sin que lo notaran, y así fue, pues cuando las camionetas se hicieron a un lado, la mujer a la que seguían había desaparecido.
-          ¿Ahora qué? – preguntó Copper.
-          Date la vuelta aquí, si va de regreso al banco no hay manera de que pueda mantenerme cerca de ella para vigilarla, pero si de casualidad va a su departamento entonces tal vez podamos sorprenderla.
-          ¿Qué piensas hacer?, preguntó Copper mientras daba vuelta donde le indicaron.
-          La voy a hacer confesar – respondió Sherry con determinación.
Sky comenzaba a preguntarse donde estaba su sobrina. Le había pedido a la mesera que revisara en el baño de mujeres, con temor de que Copper pudiera haberse sentido mal.
            -No está ahí Sky- le dijo la mesera tras revisar.
            - Gracias Joanne- murmuró -y entonces donde se habrá metido-
            -No puede estar muy lejos- lo calmó Winchell
Sky estaba a punto de responder cuado alzó la vista y se dio cuenta que en el lugar donde estaba Marie Sanders ahora había una pareja de ancianos.
            -Demonio de chica. Creo que puede estar a punto de meterse en un problema, ¿me puedes ayudar Winch?-
            -Por supuesto Sky, con gusto.
Fue interrumpido por el sonido de la puerta al abrirse. El oficial Charlie Barnes, que rara vez se movía con velocidad, corrió a través de la cafetería.
            -Sheriff, Sheriff venga rápido- gritó – ¡La chica Johnson se escapó!
Winchell volteó a ver a Sky.
-Parece que más bien soy yo quien necesita tu ayuda Sky.
            -Estoy justo atrás de ti Winch.
Los tres hombres dejaron la cafetería rápidamente.
Sherry y Copper vieron a través del estacionamiento hacia el apartamento de Marie Sanders, donde podían ver a Rita bronceándose en su patio.
            -Esa es su casa- Dijo Sherry.
            -¿Quién es la chica del bikini?- preguntó Copper
            -Una de las que viven con ella, creo que es la bailarina- Sherry abrió la puerta de la furgoneta -tú quédate aquí, yo voy a visitarla.-
            - ¿pero qué piensas hacer?, no veo el coche de Marie, seguro que no está adentro.
            - Entonces me encargaré de que cuando llegue se ponga muuuy nerviosa- dijo Sherry con una sonrisa amenazante.
Se alejó cruzando el estacionamiento hacia la figura recostada en la tumbona. Copper no podía escuchar lo que decían, pero tras unos minutos las dos se metieron al apartamento y desaparecieron de su vista.
-Cómo te lo dije- explicaba Rita pensando que Sherry era una policía -Le dije a Liz que no saliera con tan poca ropa, pero debe entender que se acababa de levantar y no se dio cuenta de que estaba escandalizando al vecindario.
Liz, que aún vestía su revelador camisón se asomó desde la cocina con una oreo a medio comer en su mano.
            -¿Qué pasa?
            -¿Ustedes dos viven con Marie Sanders?- preguntó la oficial.
Ambas asintieron
            -¿Está en la casa?
            -Lo más probable es que esté en el banco trabajando- respondió Rita -¿de qué se trata esto?
            - Lo siento mucho, pero entonces tengo que entregarles esto a ustedes- dijo Sherry metiendo su mano en su bolsa, pero en vez de un documento sacó una pistola y la apuntó a las chicas.
            - Que a ninguna de las dos se le ocurra hacer un sonido- amenazó -Tú, la de la galleta, déjala y ve a buscar unas cuerdas.
Veinte minutos después tanto Rita como Liz estaban sentadas en la cama de esta última. Sus manos estaban atadas a sus espaldas y sus brazos sujetos a sus torsos en varios puntos. Las piernas de Rita ya estaban amarradas tanto en los tobillos como sobre las rodillas, y Sherry estaba terminando de inmovilizar los tobillos de Liz.
            -Esto me parecería más lógico si fuera un hombre quien nos lo hiciera- comentó Rita.
            -No tienes que entender nada- contestó Sherry -esto es simplemente la manera en que voy a enviar un mensaje a su compañera.
            - ¿quieres amarrar a Marie?- Preguntó Liz
Sherry se rio.
            -Después de todo lo que me ha hecho pasar, eso sería un castigo muy pobre -reflexionó -No, será algo mucho peor para ella si no aparece y confiesa la verdad sobre lo que pasó en el banco.
Rita reaccionó con sorpresa al hilar cabos.
            -Tú eres esa mujer del juicio ¿verdad?, ¿por qué no estás en la cárcel?
            -Lo único importante es que estoy afuera, y creo que Marie tiene el dinero robado, o al menos sabe quién lo tiene. Y si no lo confiesa entonces la haré confesar.
Se levantó y se puso a revisar el ropero mientras sus prisioneras probaban la efectividad de las ataduras.
            -Esto es una locura- protestó Rita -nosotras no te hicimos nada y no sabemos nada sobre el dinero, ¿por qué nos amarras?
Sherry regresó con un par de calzones y varias mascadas. Hizo bola uno de los calzones y los sostuvo frente a la cara de Rita.
            -Cuando estás desesperada, a veces haces locuras. Por eso les estoy haciendo esto, y le voy a hacer cosas mucho peores a ella, ahora abre la boca.
Reticentemente, Rita separó sus labios y Sherry le metió los calzones en la boca, después los aseguró adentro con una de las mascadas que pasó entre sus labios y ató detrás de su cabeza. Liz empezó a sollozar al ver que Sherry tomó los otros calzones y empezó a preparar su mordaza.
            -¡No!- suplicó -por favor no…-
Sherry agarró su pelo y jaló su cabeza hacia atrás. Cuando abrió la boca le metió los calzones y aseguró éstos adentro con una mascada, como había hecho con Rita. Las dos compañeras amordazadas se vieron indefensas la una a la otra, hasta que, con dos mascadas más, Sherry les vendó los ojos.
            -Ahora vamos a ponerlas más cómodas- les dijo tras privarlas de la vista.
Sherry levantó las piernas de sus prisioneras y las subió a la cama, puso a Rita boca abajo y dobló sus piernas hasta que sus tobillos se acercaron a las muñecas. Mientras la chica protestaba bajo la mordaza, Sherry tomó una cuerda corta y la amarró en un hogtie. Pronto, Liz compartió su destino, y tras recostar a cada mujer sobre su costado la captora las vio con satisfacción durante un minuto.
            -Y ahora, vamos por la parte alocada-
Se agachó sobre Liz, y bajó su camisón todo lo posible para exhibir los pechos de la mujer. Con Rita, alcanzó el lazo de su bikini en su espalda y lo desató quitándole todo el top que arrojó a un lado de la cama, dejando su torso completamente desnudo.
            -Cuando Marie las encuentre así, quiero que piense en lo que le voy a hacer a ella si no dice la verdad-
Sherry dio una nalgada en el apenas cubierto trasero de cada chica antes de salir de la habitación. Se dirigió al cuarto de Marie y buscó por todos lados, abriendo cajones, levantando el colchón y sacando las ropas del armario.
Interrumpió su búsqueda al escuchar un ruido a sus espaldas, alguien más estaba en el apartamento, sacó su pistola y se ocultó detrás de la puerta. Copper Ryder estaba caminando sigilosa por el pasillo. Guardando su arma, Sherry se le acercó por la espalda.
-¿Qué estás hacien…?- Copper no pudo terminar la frase antes de que la mano de Sherry le cubriera la boca. Apuntó a la habitación donde había dejado a  Liz y a Rita, y sin destapar la boca de su amiga la llevó al umbral de la puerta. Cuando vio a las dos mujeres indefensas, Copper dejó oír una exclamación de sorpresa que se ahogó en la mano de Sherry, y que consiguió que la prófuga apretara más su mano. Con los ojos abiertos de sorpresa, Copper las señaló, Sherry le indicó con un gesto de cabeza que se movieran a otro lado, Copper asintió y se alejaron de la alcoba.
Durante todo el viaje por el pasillo, frente al saqueado cuarto de Marie y hasta llegar a la sala, Sherry mantuvo su mano sobre la boca de su amiga, y lejos de las prisioneras finalmente la soltó y le indicó que se quedara callada. Las dos salieron por las puertas del patio y no cruzaron palabra hasta estar de vuelta en la furgoneta.
            -¿Qué les hiciste a esas dos?- gritó Copper sin recuperarse de la impresión.
            -No les hice nada aparte de amarrarlas, ninguna tortura ni nada, y averigüé que no saben nada del dinero-
            - ¿y no estaba en el cuarto de Marie?
            - No esperaba que estuviera, es demasiado inteligente para tenerlo allí
            - Pero entonces ¿por qué les hiciste todo eso?, esas chicas son inocentes
            - Por una sola razón, necesitamos de nuevo escapar sin que alerten a nadie, así que no podía dejarlas libres- Pausó un momento y volteó a ver a Copper con una sonrisa maliciosa -y porque cuando las encuentre así, espero que Marie se asuste mucho.
Copper arrancó el motor, y se alejaron del lugar.