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Invasión en casa de Rebeca
El ladrón empezó a desatar a Rebeca, y curiosamente tuvo el amable gesto de acomodar su sostén para que volviera a cubrirle su seno expuesto, pero este gesto sería poco duradero. Dejando la mordaza para el final el caco le quitó las pantimedias de la cabeza y despegó la cinta de su boca, sacando tras ello la tela que la callaba. Este momento fue el último del día en el que Rebeca tuvo completa libertad, misma que duró pocos segundos.
-Muy bien, puedo ver que vas a ser un problema. -Dijo en cuanto acabó de soltarla mientras la chica se sobaba la cara irritada por la cinta que acababa de ser despegada de ella. Se alejó unos pasos y viéndola continuó- Ok, desnúdate.
Rebeca tuvo un cambio de actitud en unos segundos, ella estudiaba psicología y pensó en lo que estaba pasando, el tipo claramente la obligaba a desvestirse no por querer abusar sexualmente de ella, sino para que al humillarla quebrar su resistencia y controlarla más fácilmente. La chica tenía dos cosas claras, no podía hacer nada para evitar su situación y no le quedaba sino obedecer, y resignarse a ser una indefensa prisionera el resto del día, pero si podía mantener su dignidad y se prometió no quebrarse ante esta humillación, así pasó de ser una chica afligida a ganar seguridad en si misma para demostrarle a el hombre que, aunque indefensa, no trataba con cualquier sumisa.
Rebeca, actuó velozmente para no darse tiempo a si misma de dudar, y se despojó de su falda.
-Vaya forma más curiosa de controlarme -dijo mientras alzaba los ojos como si dudara de la cordura del sujeto -¿no sería mejor vigilarme llevándome por la casa contigo o algo así? -cuestionó buscando una opción más digna para ella.
-No. -contestó mientras la joven desabrochaba y tiraba al suelo su sujetador blanco- Creo que me has probado que debo tomar medidas mucho más restrictivas para mantenerte controlada.
No hubo más palabras mientras Rebeca se quitaba las bragas y quedaba totalmente desnuda, siguiendo su técnica de mostrarse segura y retadora la joven no intentó cubrirse de ninguna manera ya que estuvo totalmente expuesta.
-date la vuelta -dijo el hombre, y en cuanto la chica obedeció le sujetó los brazos a la espalda y volvió a tomarle la quijada con la otra mano, la cual al poco le cubrió la boca silenciándola.
-En esta ocasión, me voy a asegurar que tú no puedas mover ni un músculo.
La amenaza fue cumplida, Rebeca fue sacada de su habitación y llevada a la estancia principal de la casa donde pronto estuvo de nuevo fuertemente atada, en esta ocasión en una posición de bola. Sus piernas fueron amarradas en los tobillos y debajo de las rodillas con la misma cuerda blanca de antes, sus brazos fueron de nuevo amarrados en las muñecas y sobre los codos. El resto de las cuerdas fueron usadas para mantener sus piernas flexionadas y sujetas contra el resto de su cuerpo: la primera ataba sus muslos al cuerpo a la altura de la cintura, sujetándole además las muñecas atadas a la espalda, la segunda le ataba las espinillas a los muslos, sujetando de esta manera la parte baja de sus piernas, y la última pasaba sobre sus rodillas y la parte superior de su cuerpo, sujetándole los brazos a la espalda, esta última además fue ajustada doblemente al hacer un nudo perpendicular al resto de las ataduras y que le quitaba el poco espacio que separaba sus piernas de sus pechos. Rebeca fue dejada así y la chica de nuevo luchó, más que otra cosa para probar los límites de las ataduras, la liga que antes sujetaba su pelo en una cola de caballo ahora ya no estaba, y su cabello suelto la molestaba un poco cuando caía sobre su cara sin que pudiese evitarlo, sus pezones erectos rozaban de vez en vez la cuerda que pasaba frente a ellos y al estar sensibles esto era incómodo, pero lo que más molestaba a la hermosa prisionera era que sabía que aun no estaba completamente sometida y efectivamente al poco tiempo su captor volvió a la habitación para terminar el trabajo, siguiendo su estrategia Rebeca hablo serenamente.
-Oh, supongo que vas a amordazarme con eso.
-Sí -le contesto el ladrón arrodillándose tras ella e ignorando su expresión de molestia- de hecho eso es lo que voy a hacer.
El ladrón le quitó los cabellos que estaban sobre su cara y le cubrió brevemente la boca con la mano mostrándole una enorme bola roja de hule espuma, inmediatamente después le metió esta dentro de la boca, la bola era enorme y no le permitía volver a cerrar completamente la boca. Luego tomó un rollo de cinta adhesiva negra y la usó para reforzar la mordaza rodeando su cabeza seis veces con la cinta y cubriéndole el rostro completamente desde debajo de la nariz hasta la barbilla. La mordaza era enorme y la chica se quejó con unos gemidos mientras empezaba a respirar agitadamente.
-Encontré esa pelotita en tu habitación -le dijo el ladrón mientras sacaba unas tijeras para cortar la cinta que envolvía su cara del resto del rollo que ya no necesitaría- pensé que la reconocerías.
Efectivamente el ladrón había encontrado esa pelota que era grande pero cómoda para estar amordazada por cortos periodos de tiempo (este no parecía serlo), Rebeca quedó muy preocupada pues si había encontrado esta pelota, eso quería decir que también habría visto ya el resto de sus juguetes sexuales, ojala no quisiera usarlos también. Para el ladrón la mordaza parecía no ser suficiente y continuó reforzándola, en esta ocasión usó tres largos pedazos de cinta plateada con los que rodeó completamente su cara y que cubrieron completamente todo lo que ya estaba sobre su boca, nunca en su vida había pensado Rebeca que era posible ser amordazada con tanto material, y sin embargo allí estaba, silenciada por capas y capas de cintas adhesivas de distinto tipo.
-esto te mantendrá bien calladita -dijo el pillo recogiendo el material sobrante- tengo más trabajo que hacer -le dijo ya de pie mientras salía del lugar dejándola sola.
Muy poco le había durado a la chica la intención de resistir, el bondage era tan severo y la mordaza tan estricta que su voluntad empezaba a quebrarse. Ya sola empezó a luchar de nuevo, más que por tener alguna esperanza realista de escapar lo hizo para probar los límites de su aprisionamiento. Era terrible, tal como la habían dejado Rebeca no podía hacer sino girar sobre su eje, definitivamente no iba a ir a ninguna parte, tampoco se libraría de la mordaza la cual ilusamente trató de despegar frotando la cinta contra sus rodillas. Afligida y maldiciendo su suerte se rindió, sólo haciendo unos movimientos de vez en vez más para no cansarse de estar quieta que por querer escapar. Su único consuelo es que las cosas no podían ponerse peor ¿o si?
Su respuesta fue contestada poco después, y vaya que podían ser peor, si algún deseo de resistir le quedaba este desapareció en cuanto el ladrón regresó al cuarto y vio lo que tenía reservado para ella.
-¿Como va todo por aquí? -dijo cuando regresó y se agachó a su lado
-Mira que otra cosa acabo de encontrar en tú cuarto. -Rebeca no podía creerlo, su peor temor se habíha vuelto realidad, el ladrón traía en la mano su juguete preferido, su vibrador más potente.
-¿Conoces este aparato? -le preguntó mostrándoselo.
Rebeca vio rápidamente el juguete, la cajita rosa que guardaba las baterías y de las cuales salía un cable que le daba energía al vibrador ovalado de color gris le era muy familiar. Sin ver a su captor volteó al techo suplicando que sólo quisiera incomodarla y que no fuera a usarlo.
-Jaja, sí, creo que sí. -prosiguió el ladrón -Creo que me voy a divertir un poco con esto.
-¡nnnppppfff!
-¿tú que crees?
- pfffff, nnnppphhhh
-Sólo hay una manera de averiguarlo.
Rebeca suspiró tratando de resignarse.
De vuelta en su presente situación Rebeca continuó luchando con fuerzas renovadas, el recordar lo que había pasado después de ese momento la llenó de coraje y para sacar este fue que se sacudió con más fuerza. Era tan injusto y tan confuso que su mayor fantasía se hubiera convertido también en su mayor pesadilla. Si lo que vivió, estar amarrada de ese modo, hubiera sido bajo sus términos y con su consentimiento habría sido un sueño hecho realidad, pero no había sido así, eso la enfadaba mucho. A pesar de eso era algo que deseaba tanto que no había podido evitar disfrutarlo a cierto nivel, y esto era confuso. Mientras seguía luchando con estas renovadas fuerzas y haciendo el poco ruido que le era posible volvió al pasado a seguir recordando.
-Por favor no -suplicó la chica que ya había renunciado a su poco duradera intención de mantener su dignidad- No, no mi boca, por favor no vuelvas a rellenarme la boca.
Por supuesto el asaltante la ignoró y pronto un enorme pedazo de tela volvió a silenciar a la indefensa chica quien, de nuevo en su habitación, estaba atada en su cama y no fue capaz de evitar que la amordazaran. Su mandíbula estaba cansada y adolorida de estar forzada constantemente por todo el material que a lo largo del día había sido usado para callarla. Como era de suponerse, la cinta plateada siguió a la tela. El relleno era tan grande que no le permitía cerrar la boca, tanto así que el primer pedazo de cinta no alcanzó a cubrirle el labio superior, lo cual no importaba pues más y más trozos siguieron.
-Tengo que mantener esa boquita tuya en silencio -dijo el ladrón colocándole otros cuatro pedazos de cinta e ignorando sus gemidos. Pareció terminar con eso pero después dijo
-Creo que te pondré uno más para no correr riesgos -y la calló con un pedazo más, las mordazas de este tipo siempre eran exageradas y Rebeca odiaba cada que empezaba a amordazarla porque sabía que no se conformaría con poco.
La estudiante odiaba más la situación en la que se encontraba, seguía desnuda y estaba acostada boca arriba en su cama, sus manos estaban atadas sobre su cabeza a la altura de sus muñecas y de sus codos y otra cuerda sujetaba las manos a la cabecera de la cama para que no pudiera bajarlos. Sus piernas estaban más inmóviles aun. Unas cuerdas ataban sus tobillos a sus muslos, flexionando sus piernas, pero la situación era más incómoda porque estaba atada de forma tal que sus piernas estaban abiertas en una posición de mariposa, lo que dejaba su vagina completamente expuesta, cosa que era tremendamente vergonzosa, todos sus orificios se veían claramente. Para evitar que pudiera subir sus piernas y darse un poco de privacidad unas largas cuerdas estaban atadas de sus rodillas al centro de la cama y otras dos cuerdas ataban sus espinillas a los pies de la cama, no había forma de que pudiera mover estas y aparte de lo humillante de la posición, era una pose muy incómoda aun para ella que era bastante flexible.
Lo peor claro no era el bondage, lo peor era el vibrador, antes de amordazarla el atracador había tomado su juguete lo había colocado sobre su clítoris y había usado varios pedazos de cinta para fijarlo ahí, la caja de baterías, que también tenía la perilla para controlar la potencia, estaba sobre su pierna izquierda y sostenido allí con más cinta, el miedo a el aparato hacía que Rebeca casi no notara su incómodo bondage y lo expuesto que estaba su hermoso cuerpo.
-Ahora que te tengo bien amordazada -dijo el tipo tras colocar el último pedazo de cinta en su boca -tal vez sea hora de que te diviertas un poco.
- ¡Mnnnnn! ¡MMMMNNNNPPPPPHHHH! -gritó la chica negando con la cabeza, rogándole que no lo hiciera, pero el hombre estaba decidido, tras divertirse unos segundos viéndola suplicar prendió el vibrador a máxima potencia y el zumbido del aparato llenó el cuarto.
-Tengo trabajo que hacer, pásala bien- dijo volviendo a dejarla sola con su juguete estimulándola contra su voluntad y sin que tuviera modo de detenerlo, sólo podía intentar resistir.
No pudo hacerlo mucho tiempo, a la potencia a la que estaba el vibrador la llevaría al orgasmo lo quisiera o no, la chica se dio cuenta de esto, volteó para cerciorarse de que el ladrón no la estaba viendo y entonces se dejó llevar por la excitante situación. Sus fuertes gemidos y el movimiento de su cadera con el cual hacía todo lo posible por aumentar el contacto de su vagina con el aparato eran la muestra de que estaba bastante excitada y que no quería frenarse, cerró sus ojos tratando de olvidar donde estaba y recurriendo a una íntima fantasía para hacer el trance mucho más agradable. Minutos después Rebeca perdió el control, sus manos, incapaces de hacer otra cosa, agarraron la cuerda que las ataban a la cabecera de la cama y la jalaron con fuerza mientras sus gemidos indicaban las olas de placer que recorrían todo su cuerpo, el orgasmo fue extenso y la chica lo disfrutó enormemente, a pesar de la mordaza sus gritos de placer fueron tan fuertes que en el piso de abajo el ladrón la escuchó y viendo que el vibrador había hecho su trabajo volvió arriba.
Rebeca seguía atada y en un conflicto, por un lado su cuerpo se relajaba por el orgasmo recién alcanzado por lo cual la joven respiraba profundamente, sintiendo todavía los resultados de su clímax, por el otro al vibrador su situación le importaba poco y seguía trabajando a máxima potencia, por lo cual sin que consiguiera relajarse y con apenas un pequeño descanso debido a la liberación de la tensión sexual acumulada, el aparatito empezaba a conducirla a un segundo orgasmo. En eso el pillo regresó
-Bueno, creo que sólo hay tiempo para uno -dijo observándola unos segundos mientras la chica continuaba gimiendo, tras lo cual apagó el vibrador. Después le quitó la mordaza.
-desátame, ¿Cuándo te vas a ir?
-Me estoy preparando ahorita, tengo que cargar mi camioneta con el dinero, las joyas y el estereo que conseguí gracias a ti. Pero, antes de irme tengo que asegurarme de dejarte perfectamente amarrada.
La chica se desanimo terriblemente, si el ladrón no creía que la posición en la que estaba implicaba estar perfectamente amarrada no se atrevía a imaginarse como iba a ser la siguiente atadura a la que la sometiera.
Rebeca se encontró a continuación atada a una silla, sus manos de nuevo a su espalda y cuerdas que pasaban por debajo y por arriba de sus pechos la sujetaban a la silla, aunque al menos en esta ocasión sus codos no estaban amarrados juntos lo cual le permitía a su espalda descansar de la tensión a la que había estado sometida todo el día. Sus piernas estaban fuertemente atadas a la altura de los tobillos, las espinillas y por arriba de las rodillas. Una última cuerda le amarraba los muslos al asiento de la silla. La joven estaba adicionalmente indefensa por un artículo que había estado ausente de su cautiverio durante todo el día una pedazo de tela blanca había sido atado sobre sus ojos impidiéndole ver que ocurría a su alrededor. La chica se retorció ligeramente mientras gemía inquieta, hasta que escuchó al caco regresar al cuarto.
-Tienes que irte de aquí mis compañeras volverán pronto -volvió a amenzar la chica con la esperanza de que en esta ocasión el tipo le creyera y la dejara finalmente sola.
-No lo creo -respondió el villano cubriéndole la boca con la mano -lo que si creo es que a tú novio le encantara venir a casa y encontrarte en esta situación.
El ladrón procedió, como había sido su costumbre, a amordazarla fuertemente mientras seguía comentando -¿tú que crees?
Un pedazo de tela fue forzado dentro de su boca y cuatro trozos de cinta le sellaron los labios mientras la chica se quejaba con sus murmullos.
-si creo que tú novio será muy feliz si te encuentra así, y si no viene, supongo que estarás aquí deseando que lo hiciera.
Un nuevo rollo de cinta siguió, en esta ocasión una tela adhesiva blanca de enorme tamaño, un solo trozo de la cinta le cubría toda la parte inferior de la cara, este nuevo rollo fue envuelto alrededor de toda su cabeza un total de siete veces
-esto definitivamente te tendrá callada, no quiero oír ni un sonido proveniente de ti, y creo que no la haré.
Rebeca pensó que esto era todo y sumida en la silenciosa oscuridad esperó a quedarse sola, pero el ladrón habló de nuevo.
-Te voy a decir que más voy a hacer, voy a ser más amable y no te voy a dejar simplemente con los ojos vendados y amordazada completamente indefensa. Tengo una sorpresita para ti.
Rebeca se inquietó mucho oyendo estas palabras, acababa de experimentar las sorpresitas en las que este tipo pensaba, y, estando aun completamente desnuda, sospechaba que volvería a someterla a algún tipo de juego sexual que la volvería loca. En esta ocasión la venda no le dejaba ver que le tenían reservado y eso la desesperaba, sólo pasaron unos segundos entre que el tipo habló y actuó, pero a ella se le hicieron eternos. A pesar de estar esperando algo se sorprendió cuando sintió la mano del villano apachurrarle su seno y se quejó tras la mordaza mientras el tipo jugaba con su pezón, pronto la soltó, pero sus dedos fueron remplazados por una pinza colocada sobre su teta
-resulta que también encontré este par en tú cuarto -le dijo antes de colocar otra pinza sobre su otro pezón
-creo que vas a estar divirtiéndote mientras no estoy contigo -dijo y volvió a dejarla.
Las pinzas eran otros de los juguetes de Rebeca, las usaba cuando estaba sola en un juego de auto bondage y quería estimularse sus pezones, no eran dolorosas por cortos periodos de tiempo y se sentían muy rico en sus pechos, pero la chica temía que la sensación no fuera tan agradable si las tenía que usar por mucho tiempo, y de nuevo atada y sola eso podía llegar a pasar, sobretodo si el tipo ya no volvía y la dejaba. Lo peor de todo era la venda sobre los ojos que no le permitían saber que esperar ¿ya se había ido? ¿la estaba vigilando? ¿volvería o no? Todo eran dudas para la indefensa Rebeca y nada podía hacer de nuevo más que esperar, sin embargo como estaba desesperada pronto empezó a gritar pidiendo ayuda y a agitar sus piernas tratando de soltar alguna atadura, ya quería que esta pesadilla acabara. No tenía noción del tiempo, y cada minuto le parecía una hora, esto provocó que su ansiedad aumentara y que luchara con más y más fuerza, fue tan grande su esfuerzo que acabó por perder el equilibrio y con todo y silla se cayó al suelo, ahora si no tenía ninguna esperanza de escapar y el susto de sentir que de repente se caía fue tal que ahora si, sin importar lo desesperara que se sintiera, se quedó tranquila y esperó.
-Vaya, vaya, vaya -escuchó un tiempo después lo que le indicó que el malvado había regresado -alguien ha estado intentando escapar.
El ladrón la había desnudado, atado de miles de formas, expuesto su cuerpo, jugado con sus pechos y la había obligado a tener un orgasmo involuntario, pero curiosamente este comentario burlón la hizo sentir más avergonzada que cualquier otra cosa, la hizo sentir como una idiota por intentar escapar cuando era imposible, en este momento agradeció tener los ojos vendados para no tener que ver la irónica sonrisa del hombre.
-Ya cargué todo en mi camioneta, ahora si ha llegado la hora de irme -dijo acercando su rostro al de la chica -así que te ataré por última vez de modo que no puedas irte a ninguna parte por muuucho tiempo.
Y ese había sido su día, sin mediar más palabras el tipo la había desatado de la silla, le cambió la mordaza y la ató en la constringente posición en la que ahora se encontraba. Rebeca podía ver a su alrededor y por la oscuridad de fuera de casa calculaba que serían alrededor de las tres o cuatro de la mañana del domingo, llevaba unas cuatro o cinco horas luchando contra este hogtie sin que ningún nudo cediera en lo más mínimo, el ladrón había llegado a su casa a las 10 de la mañana del sábado, o sea que dentro de poco más de seis horas cumpliría un día entero atada, no podía creerlo, 24 horas amarrada, después de esto descansaría un rato del bondage, aunque le gustaba mucho no quería volver a estar inmovilizada en mucho tiempo, lo peor es que aun faltaba un laargo tiempo para recuperar la libertad, no esperaba sus compañeras de casa hasta el domingo en la noche cuando volvieran de su viaje para regresar a la universidad el lunes, Rebeca calculó descorazonada que aun tendría que estar al menos dieciséis horas amarrada y amordazada, que horror.
Entonces recordó algo que la hizo sentir peor, con la visita del ladrón no había podido hacer su importante tarea, no solo había perdido todo el fin de semana amarrada, sino que ahora ¿Cómo le explicaría al maestro su incumplimiento? Demonios, ¿por qué le pasó esto en tiempos de exámenes finales?
Fin.
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