2 de noviembre de 2010

Historia Perdida. Capítulo 6


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Capítulo 6

Pensando que estaba ya sola caminé con seguridad hasta el último piso del edificio donde estaba almacenada la información que había venido a robar, cuando estaba cerca de llegar una voz me habló.
-Felicidades señorita Méndez.
Volteé y vi a una mujer que me veía fijamente, no sabía quien era, pero parecía estarme esperando, sin bajar la guardia le di las gracias y esperé a ver que era lo que quería.
-y ¿tú eres?
-Estefanía Tascón, fui yo quien la contrató.
-Por supuesto.
-Me da gusto finalmente conocerla, sabía que no cometía un error al contratarla para este trabajo, ha hecho todo a la perfección- dijo satisfecha. -¿quiere venir conmigo?
Ahora empezaba a comprender quien era y que pasaba, esta mujer era la directora de esta sede de la empresa, y su plan era robar la información que me habían encargado. Caminé a su lado, mientras ella seguía hablando.
-Repasemos lo que acordamos antes. Le daré la información que usted debe “robar” para que la saque del edificio, nos reencontraremos en dos días en el punto acordado y ahí me devolverá los discos. En cuanto los tenga le pagaré los $100,000 que aun le debo. Y yo venderé la información a mis contactos en la competencia con lo cual me aseguraré un cómodo retiro.
-Perfecto, todo como lo acordamos.
-Me alegro, ven, antes de darte los discos quiero mostrarte algo.
Estefanía me mostró un cuarto ocultó lleno de pantallas de televisión, en ellas se veía lo que ocurría en todo el edificio.
-Tú desconectaste el sistema de vigilancia de las guardias, pero yo tengo mis propias cámaras ocultas por todo el lugar, desde aquí he estado siguiendo tus pasos desde que entraste al lugar hace tres horas y media, estoy muy satisfecha con lo que he visto -dijo sonriendo- cuando alguien se ponga a investigar tu infiltración todos estarán convencidos de que esto fue un robo individual y de que tu actuaste sola.
Yo vi las diferentes pantallas, mientras volvía a ver a todas mis víctimas de esta noche, ahí estaba Sandra disfrutando el vibrador sobre la mesa de billar, Olivia sobre el suelo esperando a que alguien la liberara de las esposas, la chica de la limpieza aun desesperada por librarse de la aspiradora entre sus piernas, y Luciana y Marcelo que parecían haberse puesto muy cariñosos el uno con el otro, aprovechando al máximo su situación.
-Gracias por mostrarme esto, me trae bueno recuerdos de toda la noche -le dije- pero debemos acabar nuestro negocio tengo que irme de aquí pronto y debemos acabar nuestra farsa.
-Por supuesto -dijo mientras salíamos del cuarto y me llevaba a su oficina. Cuando entramos me pasó varios discos de computadora- Aquí está todo lo que necesitas.
Revisé lo que me dio y comprobé que allí estaba todo lo que mi verdadero cliente me había pedido, Estefanía había claramente planeado el robo por su cuenta, pero me había confundido, yo no era la persona a la que ella había contratado. Esto era muy bueno para mi pues al haberme confundido me estaba dando todo lo que necesitaba sin que tuviera que luchar por ello o buscarlo.
-Perfecto -le dije- solo nos queda un pequeño detalle para que no quepa duda de que usted fue víctima de un robo…
-Lo entiendo y está bien, tienes que atarme para que más tarde me rescaten y piensen que me atacaste como a las demás personas. -fue hasta su escritorio y se sentó en su silla- ¿está bien aquí?
La vi dudándolo.
-bueno… usted me ha visto toda la noche, y habrá visto que el día de hoy he tratado de ser creativa con mis ataduras, me gustaría seguir en la misma tónica.
-Mmmm, bueno tengo un pequeño gimnasio allá atrás, tal vez prefieras amarrarme a alguno de los aparatos.
-eso será mucho mejor.
Entramos a su gimnasio donde había varios aparatos.
-¿qué te parece? -me preguntó- ¿Dónde quieres que me coloque?
-En la bicicleta. -le indiqué-
-De acuerdo. -me respondió-
Caminó a la bicicleta y antes de sentarse se quitó sus tacones, su vestido y su sostén, los cuales me pasó, mientras yo los colocaba en una banca a mi lado, después se sentó en la silla del aparato.
-Espera -la detuve- falta que te quites tus calzones.-
Me vio indecisa -¿es eso realmente necesario?- preguntó.
-Bueno, te podría amarrar dejándote solo topless y no completamente desnuda. Pero recuerda que tenemos que mantener las apariencias, todas las chicas a las que he amarrado hoy están completamente desnudas, y creo que debo tratarte igual a como las he tratado a ellas… ¿No sería sospechoso si la jefa del lugar fuera encontrada en una posición menos humillante? O ¿con ataduras menos fuertes?
Lo pensó y finalmente dijo -tienes razón- tras lo cual se quitó sus bragas quedando completamente desnuda.
-Además no debes preocuparte mucho. -le dije- dentro de unos veinte minutos llegara la guardia que tiene el turno de cuatro a doce y ella será quien descubra mi golpe, una vez que llegue no faltará mucho para que te liberen.
-es cierto, estaré libre en poco tiempo, y además vale la pena pasar por esto considerando que pronto seré millonaria.
Diciendo eso se dio la vuelta y cruzó sus manos a la espalda, para permitirme que la amarrara, satisfecha por la facilidad con que esta mujer se rendía ante mi saqué un rollo de cinta plateada y la enrollé seis veces alrededor de sus muñecas inmovilizándola, luego le amarré los codos, y en esta ocasión no tuve piedad, me aseguré de que estos se juntaran sin fijarme en la incomodidad que pudiera provocarle, cuando lo hice ella soltó un quejido.
-Ten cuidado.
-Lo siento, pero recuerda que debo amarrarte tan fuertemente como a las demás.
Recordarán que les había contado como yo siempre prefiero no causarles incomodidad ni molestias a mis víctimas, pero hay una cosa que yo no perdono, la traición, y esa es la razón por la que no solo no le iba a procurar ningún placer a esta mujer, sino que incluso buscaría que, sin que llegara a sufrir, se encontrara lo más incómoda y frustrada que fuese posible; en el caso de mis otras víctimas, ellas no eran culpables de nada, simplemente eran personas a las que yo tenía que quitar de mi camino para cumplir mi misión y seguramente ninguna de ellas merecía ser atada, vendada y amordazada como ahora lo estaban, incluso en algunos casos ni siquiera era necesario atraparlas y si ahora estaban experimentando un largo tiempo cautivas en bondage era solo por que a mi me encanta amarrar gente y había decidido que quería amarrarlas. Por eso buscaba no incomodarlas y, procurarles mucho placer, el cual sería aun mayor si eran capaces de superar sus inhibiciones y dedicarse a gozar su situación. Yo era una criminal, y trabajaba para gente que recurría a la ilegalidad para alcanzar sus fines, ¿entonces por qué la saña con esta mujer, que finalmente actuaba igual que mis clientes? Pues porque mis clientes provenían de otras compañías y era de esperarse que buscaran hacerle daño a una empresa rival. Esta mujer por el contrario estaba traicionando la confianza que sus superiores habían puesto en ella, y sin importarle la amistad o la camaradería había provocado que todas sus compañeras estuvieran ahora amarradas y desnudas, esa era el tipo de traición que yo odiaba y por eso pagaría.
-Siéntate en la bicicleta. -le indiqué y la ayudé a subirse en el sillín, pues con sus manos inmovilizadas le sería imposible hacerlo sin ayuda.
Ya arriba volví a tomar la cinta y le até sus pies a los pedales de la bicicleta, luego busqué en el gimnasio y encontré una de esas bolas de goma que se usan para sacar la tensión nerviosa, usé esta para amordazarla, ya que la bola era algo rígida fue complicado metérsela en la boca, a pesar de que ella estaba dispuesta a cooperar e hizo todo lo posible por ayudarme a amordazarla; finalmente lo logramos, sería muy molesto para ella tener esa bola metida en la boca por tanto tiempo, para completar la mordaza volví a tomar la cinta y rodeé su cabeza con ella dándole siete vueltas y cubriendo toda su parte baja de la cara, desde la barbilla hasta debajo de la nariz, sería también molesto para ella el momento de la liberación, pues cuando le quitaran la cinta le dolería cuando la despegaran de su piel y de sus cabellos.
Ahora llegaba el momento de asegurar su frustración.
-Por cierto, aun tenemos un pequeño asunto que aclarar.
Ella me miró intrigada pues pensaba que todos los puntos de nuestro negocio estaban resueltos.
-Yo no soy la señorita Méndez.
Con los ojos completamente abiertos la mujer se dio cuenta del terrible error que había cometido, se había sometido una enemiga y había echado a perder su golpe, trató de liberarse, pero era ya muy tarde, estaba completamente indefensa.
-Debo agradecerte tú apoyo, has hecho muy sencillo mi trabajo, pero no serás tú, sino yo quien venda todo esto a la competencia y quien se haga millonaria.
-Mmmmpppphhhh. -gritó ella quejándose por primera vez tras su mordaza mientras negaba con su cabeza.
-Lo malo para ti, es que ni a quien te contrato, ni a tus jefes les gustará saber como has fallado, y una vez que investiguen un poco seguramente acabarás en prisión.
-Mmmmmpppphhhh, mmpphh. -dijo tan fuerte como le fue posible, casi suplicando, y al ver que no habría piedad de mi parte, se puso a luchar fuertemente contra la cinta que la inmovilizaba, solo consiguió agotarse.
Yo volví a tomar la cinta y la usé para vendarle los ojos, ya que quedó ciega se dio cuenta que era inútil luchar y se detuvo rendida.
-Es bueno que haya decidido atarte a la bicicleta sabes -dije mientras le amarraba los brazos al cuerpo con más cinta que até bajo y sobre sus pechos- ya sabes como hay gente que ha pasado mucho tiempo en prisión, y siempre están ansiosos de encontrar a las recién llegadas para contar con alguien a quien darle su amor en esa solitaria vida, puedes aprovechar la oportunidad para ejercitarte y hacerte de unas lindas piernas para que encuentres un mejor partido en la cárcel.
-mmmppphhh.
-y te voy a dar algo para que te prepares para la vida que te espera. -saqué mi último vibrador y se lo coloqué en el coño, tras ajustarlo lo prendí- esto es para que llegues caliente a la prisión y deseosa de que alguien te elija como compañera.
-MMMMPPPPHHHH, mmpphh. -se quejó de nuevo, pero yo no le iba a quitar el vibrador, que al estar a la mínima potencia solo la estimularía, pero nunca le permitiría alcanzar al orgasmo, lo cual la dejaría doblemente frustrada.
Para terminar usé de nuevo la cinta y le até las piernas juntas y al sillín a la altura de sus muslos.
-bueno, es hora de despedirme, gracias de nuevo. -estaba a punto de salir del cuarto cuando volteé de nuevo - ¡Ah! Y por cierto, puede ser que estés confiada en que tú cautiverio será corto ya que la siguiente guardia no tardará en llegar, pero no será así, la voy a esperar y la interceptaré, así que prepárate para pasar al menos cuatro horas ahí amarradita.
-Mmmmpppphhhh. -fue lo último que hoy cuando cerré la puerta y la dejé sola.
Antes de irme pasé al cuarto de videos, para robarme todas las cintas, así borré toda evidencia de que yo estuve ahí, y además sería muy divertido ver una y otra vez los videos de mis víctimas atadas. Había sido una noche redonda.

Concluirá.

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