10 de marzo de 2017

Inculpada de Frank Knebel - Capítulo 9

Todo se acerca al dramático final en este episodio, donde el número de damiselas en apuros atadas y amordazadas se multiplica. El capítulo 8 de esta historia está aquí

Pueden encontrar todas las historias de bondage que he publicado aquí.



Capítulo 9:


            -… Entonces le dije, ‘no es mi culpa que un par de las chicas no hayan venido a trabajar hoy, así que no te desquites conmigo’, es decir, de verdad que debemos contratar a un chico que se encargue de pasar recados o vaya a buscar material al almacén. ¿Qué hago yo si el señor Bell quiere dictarme tres cartas, y aparte me mandan a llevar refrescos a una reunión de departamento, y aparte tengo que sacar mi propio trabajo diario? No puedo además perder el tiempo yendo al almacén, porque ella decidió que le hacen falta más grapas. ¿o sí? –
La joven secretaria le había dado toda esta explicación al hombre de mantenimiento mientras éste caminaba por el pasillo atento a los extraños sonidos del aire acondicionado, que por momentos se detenían. Ella era bajita y rubia, el tenía cincuenta y tantos y vestía una camisa gris de trabajo sobre la que había una placa con su nombre ‘Bert’. Aunque parecía no estar atento a nada de lo que la chica le decía, cuando esta se cayó le preguntó.
            -¿Entonces ahorita vas al almacén?
            -Sí, ¿puedes creerlo? Fui la mejor en la escuela de secretarias, y lo que me saco es viajar al almacén para recoger grapas y tinta.
Bert caminó un poco más, hacia la pared desde la que se oía el ruido, ahí pegó la cabeza y escuchó atento. Estaba tan concentrado que la secretaria olvidó su coraje y se puso a escuchar también.
            -¿Cuántas muchachas había en tu clase?
            -Bueno, sólo éramos cinco, pero aun así creo que…
Fueron interrumpidos por otro sonido, un poco más fuerte que antes.
            -¿Qué es el ruido Bert?
            -No lo sé, pero no es culpa del aire acondicionado, me preguntó si de alguna manera un gato se metió aquí y se quedó atrapado.
Intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada con llave.
            -Qué raro- dijo, y puso sus herramientas en el suelo.
Sacó de su bolsillo un llavero y buscó la llave necesaria para abrir la puerta. Al hacerlo, la secretaria lo agarró del brazo un poco nerviosa y entró junto a él. Cuando Bert prendió la luz, la chica gritó aterrada. Frente a ellos estaba Patty Brennan, cubierta sólo con ropa interior y amarrada a una silla con ruedas. Sus ojos oscuros estaban abiertos de par en par y destacaban en su rostro debido a que la mitad de debajo de su cara estaba cubierta por pedazos de cinta que la mantenían amordazada. La prisionera gimió suplicando que la ayudaran.



            -La ambulancia viene en camino sheriff- informó el oficial Ben Norris mientras Winchell y Barnes caminaban a lo que había quedado del coche de John Wilberforce. Sky y MacKeever observaban, mientras otro hombre con un maletín de primeros auxilios daba los primeros cuidados a los cortes que el banquero tenía en el brazo.
            -Tuvimos suerte de que el doctor Barton pasara conduciendo por aquí- comentó Sky.
            -¿Cómo está doctor?- pregunto Winchell.
El doctor volteó al sheriff mientras sostenía una gaza sobre la cortada más grande en la frente de Wilberforce.
            -No creo que esté muy mal, pero todas las cortadas le van a causar jaquecas y dolor hasta que se curen por completo. Cuando llegué parecía estar delirando, reía y gritaba el nombre de alguien llamada Marie.
Tras explicar esto el doctor le pidió a MacKeever que sostuviera la gaza, y buscó algo en el maletín. Sky se acercó a hablar con Winchell.
            -Mira esto Winch
El ranchero mostró un billete de cincuenta dólares y varios recortes de periódicos del mismo tamaño
            -Están cortados iguales y hay cientos de estos papeles. Este hombre se fue creyendo que era millonario y no tenía nada. Esto quiere decir que alguien lo traicionó, y ambos sabemos quién… Marie.
Winchell asintió y se dirigió al doctor pidiendo permiso para hablar con el hombre. Barton dijo que estaba bien.
Sky ryder tomó la iniciativa.
            -Mira Wilberforce, sabemos que tu estuviste detrás de todo, pero necesitamos saber dónde está Marie.
            -No sé de qué están hablando- respondió haciendo muecas de dolor conforme el doctor le aplicaba un antiséptico en las heridas.
            -Será mejor que digas todo- continuó Winchell -ella te traicionó, y lo sabes, ¿para qué quieres seguir protegiéndola?
            -¡Marie!, esa bruja llena de planes y sueños. Sólo necesitábamos un poco de dinero para hacer esos sueños realidad. En lo que a mí respecta pueden hacer con ella lo que quieran. Pero no tengo idea de dónde esté.
Sky sintió ganas de levantarlo por las solapas, pero se refrenó.
            -Mira, no tenemos tiempo para esto, dónde quiera que esté, tiene a mi sobrina con ella.
            -Lo siento mucho Ryder, pero realmente no puedo ayudarte, no la veo desde ayer en el café de Jeb donde ustedes también estaban. Después de eso le hablé por teléfono para advertirle de la fuga de Sherry, pero no volví a verla.
Era obvio que el hombre decía la verdad, así que Sky relajó su postura amenazadora y meditó unos segundos antes de seguir.
            -Pero, ¿no tenían ustedes algún lugar que usaran como escondite cuando lo necesitaban?
            -Bueno solíamos encontrarnos en el motel Saddle Tramp al sureste de la ciudad cuando lo necesitábamos… si saben a que me refiero.
            -Entendemos- dijo Winchell.
            -Lo único que lamento, es que haya dejado a Marie convencerme de inculpar a Sherry Johnson. Es una chica linda, y nunca debí hacerlo. Si confieso ¿ella sale libre verdad?
Sky asintió y volteó a ver a Winchell.
            -Voy hacia el motel Winch. Cuando acaben aquí alcáncenme lo más rápido que puedan.
Winchell volteó a MacKeever.
            -Tú y Ben quédense aquí y esperen a la ambulancia, cuando llegue uno de ustedes debe viajar con Wilberforce.
Después se volteó a Sky y continuó.
            -Charlie y yo iremos de inmediato y te alcanzaremos lo más pronto posible.
Tras estas palabras Wilberforce vio a Sky de nuevo.
            -Una cosa más Ryder. Si Marie realmente secuestro a tu sobrina, nada le va a pasar, ella es ambiciosa, pero no es una asesina.
            -Espero que tengas razón- respondió Sky adusto y luego corrió hacia su avión.


            -Muévete chica
Dora Wilberforce empujó a Copper Ryder detrás de unos árboles a un lado del camino, la bolsa de papel con todo el material para amarrar estaba debajo de su brazo izquierdo, y una amenazante pistola estaba en su mano derecha.
            -Señora Wilberforce- suplicó Copper -Yo no he hecho nada, ¿qué me va a hacer?
            -Te voy a dejar bien amarrada, igual que tu amiga hizo conmigo anoche, y después vas a venir conmigo a buscar a Marie, tengo cuentas pendientes con ella, y tal vez la chica Johnson también ya la haya encontrado, eso me facilitaría mucho las cosas.
            -Sherry quiere mandarla a la cárcel, eso te la quitará de encima durante mucho tiempo.
La cara de Dora se llenó de ira
            -¿Cárcel?, ¿eso de qué me sirve a mi? Me robó a mi marido y lo hizo arruinar su vida, todo para lo que trabajó durante su vida, y me arruinó la vida a mí también, ¿qué obtengo con verla en la cárcel?
Sus ojos se entrecerraron
            -Y además también tengo cuentas pendientes con Sherry, ella es la causante de todo, si no fuera por ella nada habría pasado.
            -Pero no es culpa de Sherry que tu marido…-
Dora la calló con una fuerte bofetada.
            -¡No me digas que es mi culpa!- exclamó la mujer -Eso es lo que todas en este pueblo van a decir, que Dora Wilberforce no pudo satisfacer a su marido, que si tan sólo lo hubiera hecho feliz nada habría pasado. Bien, pues nadie va a tener la oportunidad de decir eso.
Copper estaba en completo desacuerdo, pero se dio cuenta que la mujer no pensaba con claridad y guardó silencio para evitar otra bofetada.
            -Muy bien señorita Ryder, Quítate la ropa, y rápido.
Los enloquecidos ojos de la mujer le mostraron a Copper que no tenía opción, y mientras se quitaba la parte de arriba de su ropa, Dora tomó una cuerda de la bolsa y una navaja. Dejó caer la bolsa en el suelo y cortó el pedazo de cuerda que tenía en tres. Mientras esto ocurría, Copper se quitó la falda, y estaba a punto de proseguir con sus calzones, cuando Dora la detuvo.
            -Puedes quedarte con esos.
Copper se quedó de pie con sus manos cruzadas sobre sus pechos mientras Dora terminaba de preparar las cuerdas.
            -Date la vuelta y pon tus manos en tu espalda.
La chica hizo lo que le ordenaban.
            -Mire señora Wilberforce, acabo de pasar la noche entera atada y amordazada por Marie, no soy…
            -Entonces no te importará estar amarrada de nuevo el día de hoy- la interrumpió Dora -Si intentas cualquier cosa, tengo la pistola a mi alcance y te voy a disparar en el corazón.
Copper se quedó de pie, obediente, mientras Dora le ataba las muñecas detrás de su espalda. Luego la mujer le ató los brazos al cuerpo con una larga cuerda con la que la rodeó varias veces y finalmente le metió un trapo en la boca, el cual selló dentro de esta con varios trozos de la cinta adhesiva.
            -Perfecto- exclamó Dora -esto es casi igual a como me tuvo Sherry anoche, aunque espero que las cuerdas sean más incómodas que las medias con las que tu amiguita me amarró, ahora, vámonos de vuelta al coche.
Recogió lo que quedaba de cuerda y guio a la indefensa mujer de vuelta a la carretera. Mientras Copper esperaba de pie detrás del vehículo, Dora tomó las llaves y abrió la cajuela.
            -Siéntate- dijo señalando.
Inquieta, Copper obedeció, tenía el presentimiento de que era lo que seguía. Dora le amarró las piernas a la altura de los tobillos y de las rodillas, y luego Dora sonrió con crueldad mientras colocaba dos pedazos de cinta más sobre los ojos de Copper.
            -¿Te imaginas lo que va a pasar a continuación?- le preguntó Dora.
La casi desnuda chica asintió con desgano, Dora la ayudó a meterse dentro de la cajuela, y ya que la acomodó la encerró.
            -Espero que tengas un buen viaje linda- le gritó para que pudiera escucharla.
Copper probó sus ataduras. Dora había mostrado un placer perverso en apretarlas más de lo necesario, y si a esto se sumaba que la chica estaba debilitada y hambrienta después de sus problemas el día anterior, sabía que no había forma de que pudiera soltarse.
El coche arrancó, y la joven sólo deseó que Sky estuviera cerca, buscándola.


Marie observó divertida mientras la oficial Cole ayudaba a una Sherry Johnson descalza, sin pantalones, esposada y amordazada a entrar a saltos dentro de su habitación del motel.
            -Siéntala en la cama- ordenó Marie, mientras recogía algunas de las cuerdas que habían atado antes a Copper y que seguían regadas por la habitación. -quiero que estén cómodas, ya que sólo estamos puras chicas, puede quitarse la ropa, oficial- indicó a Amy.
Amy vio el arma en la mano de Marie, y las otras dos pistolas que tenía acomodadas en la cintura de su falda y por un momento consideró hablar con ella y convencerla de que se rindiera antes de que su crimen fuera a peor, pero presintió que intentarlo resultaría inútil, así que se desabrochó el cinturón, lo dejó caer al suelo y empezó a desabotonarse la camisa.
            -Sabes que no te saldrás con la tuya- dijo mientras se desvestía- Todos los policías y Sky Ryder están buscando a Sherry.
            -Perfecto, entonces cuando me vean a mí no van a hacer nada, simplemente la seguirán buscando a ella, y más adelante, también te buscarán a ti cuando se den cuenta de que estás desaparecida, y eventualmente las van a encontrar a las dos aquí, atadas y amordazadas, pero sanas y salvas. Nadie se preocupará por mi hasta ese momento, y cuando llegue yo ya estaré muy lejos de aquí.
Amy ya se había quitado la camisa, y la arrojó sobre la cómoda.
            -Ahora sus zapatos, oficial, y también sus calcetines, y sus pantalones- luego una perversa sonrisa se dibujó en el rostro de Marie- y finalmente, tu sostén.
Observando a Marie desafiante, Amy obedeció, se desabrochó y dejó caer sus pantalones, se quitó zapatos y calcetines, y acabó de quitarse los pantalones, después movió las manos a su espalda, para desabrochar su brassiere.
            -Eres tan generosa- dijo con sarcasmo -me dejarás quedarme en calzones.
-Sí, pero me llevaré toda tu ropa conmigo- luego apuntó con la pistola a Sherry, -y la de ella también. Y aunque el viejo Artie, dueño de este lugar no es Jack el destripador, de todas formas les recomendaría no intentar salir de la habitación y saltar por el patio con sus pechos al aire. Un consejo amistoso.
Amy arrojó su sostén donde estaba el resto de su ropa, y para evitar darle a Marie alguna satisfacción con su intento de humillarla, trató de mantenerse desafiante y segura a pesar de su desnudez, por ende, no intentó esconder sus senos y Marie la vio con detenimiento.
            -¿estás orgulloso de ellos eh?- hizo notar la ladrona -pues tienes razón, deberían estar en Hollywood. Pero en fin, recuéstate boca abajo en la cama, y pon tus manos en la espalda.
Lentamente, Amy hizo lo que le ordenaban, cruzó sus manos a su espalda, y la rubia tomó una cuerda, con la que empezó a atarla.
            -Si ésta es la primera vez que te atan, trataré de ser gentil- dijo con falsa preocupación.
            -He estado amarrada antes- dijo la policía- y por personas que te harían trizas si te encontraran
Marie la ignoró, y apretó bien los nudos
            -¿acaso me estás invitando a ser ruda contigo?
La nalgueó y tomó otra cuerda.


Sky Ryder encontró interferencia a la hora de intentar contactar al oficial Tyler en el radio, pero finalmente logró conectarse
            -Estaremos de vuelta en el centro de Kermit en 10 minutos señor Ryder, ¿qué quiere que hagamos?, cambio.
            -Hay un motel al este de la ciudad llamado Saddle Tramp. Es probable que Marie Sanders esté ahí. También es posible que tenga con ella el dinero robado y a mi sobrina como prisionera. Creo que llegaré antes que ustedes, pero acérquense con precaución, sin sirenas ni nada que pueda causar pánico, cambio.
            -Muy bien señor Ryder, vamos en camino, nos vemos allá, coche cinco, fuera.
Tyler vio a su lado para notar que su compañero Andy Rivera se estaba quedando dormido.
            -Sígueme hablando amigo, de lo contrario puedo dormirme y estrellarme con un árbol.
            -Aguanta Andy, estamos a punto de acabar con esto y tenemos que estar ahí para el final.


Marie usó casi toda la cuerda que por la mañana había atado a Copper en inmovilizar a la oficial Amy Cole. La bella morena ahora estaba completamente indefensa, atada de manos, pies, brazos y piernas. Marie había cortado en trozos una toalla del baño, y había metido ésta en la boca de la policía. En estos momentos Marie completaba la mordaza de Amy atando otra toalla entre sus dientes. Cuando terminó, revisó a sus dos prisioneras.
            -Esto debe ser suficiente- declaró -debería ponerlas a ambas en un hogtie, pero hoy me siento generosa, aunque puedan saltar o arrastrarse por el suelo, ninguna de las dos llegará muy lejos al estar sin ropa a plena luz de día. Supongo que la oficial tiene cerca un auto y puede intentar alcanzarlo, pero cuando lo logre yo ya estaré en México.
Había tres pistolas en el buró, Marie las metió todas en su bolso, asegurándose de abrirlo lo suficiente para que Sherry pudiera ver que también llevaba el paquete de dinero robado. La chica se quejó con sonidos ininteligibles tras su mordaza.
            -Ya lo sé Sherry, no es justo, ¿verdad? Pero velo desde el punto de vista positivo, estás más cubierta que la oficial de policía- Al decir esto, Marie meditó su propio comentario. -Sabes, eso tampoco es justo.
Entonces, dejó su bolso y empezó a desabotonar la blusa que el día anterior Copper le había prestado a Sherry, al terminar, la echó para atrás por sus brazos, bajó los tirantes de su sostén, y también las copas del mismo. Sherry exclamó con horror al momento que sus grandes pechos fueron descubiertos. Marie usó entonces la última cuerda que quedaba, y la usó para amarrar los brazos de la chica a su cuerpo, pasando la cuerda por debajo de su prominente busto.
            -Listo, ahora están igual de humilladas.
La villana se puso a recoger el uniforme de Amy y los pantalones de Sherry y se fue hacia la puerta. Tomó el pomo y lo giró, abriendo la puerta una ranura, pero antes de salir se dio la vuelta para dar un último adiós a las chicas que dejaba indefensas.
            -Bueno, aquí nos separamos chicas. Ha sido divertido, pero realmente tengo que…
Del otro lado, alguien empujó la puerta con mucha fuerza, golpeando a Marie en el hombro y haciendo que perdiera el equilibrio, de modo que cayó frente a la cama donde estaban las dos prisioneras. Su bolso cayó lejos de ella. Marie se volteó sorprendida para ver a una persona meterse al cuarto, y cerrar la puerta detrás, era Dora Wilberforce, la esposa del banquero, y le estaba apuntando con una pistola.
            -¡Vaya!, esto es mucho mejor que lo que esperaba- dijo sin poder esconder su gozo -mis dos amigas esperándome en el mismo lugar, y ya me hicieron el favor de amarrar a una de ellas.
Vio fijamente a Marie, y le preguntó -¿ibas a algún lado?, ¿tal vez mi marido te pidió que entregues unas cartas?, ¿o que le sacaras punta a unos lápices?, ¿es aquí donde lo veías a mis espaldas?
Marie levantó una mano, haciendo a Dora una señal de que parara.
            -Está bien señora Wilberforce, me encontró, el dinero está en mi bolso.
Sin dejar de vigilarla y apuntarle, Dora recogió el bolso, lo abrió, sacó las pistolas una a una colocándolas en un taburete, sacó el dinero envuelto en papel café, y cuando vio los billetes dentro, también lo apartó. Amy y Sherry empezaron a hacer los ruidos más fuertes que podían tras sus mordazas.
Marie se puso de pie lentamente, -¿Quiere que la desate oficial?
Cuando hizo esto, Dora jaló el martillo de su pistola, preparándose para disparar, su voz fue suave, pero firme.
            -No será necesario que la desamarres querida, pero si voy a necesitar que te desvistas.
La rubia quedó congelada un momento.
            -¿qué me quite mi ropa?
            -Si Marie, estoy a punto de darles a todas varias lecciones de humildad, y tú serás la primera en recibirlas, así que apúrate.
Al oír la frase de Dora, Sherry abrió los ojos alarmada, y la mujer lo notó,
            -Así es Sherry, aprendí la lección que quisiste darme. Ahora vamos a ver si tpu aprendes la tuya.

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