31 de marzo de 2017

Inculpada de Frank Knebel - Capítulo 10

La penúltima parte de la segunda aventura de Copper Ryder está lista, y tiene a cuatro damiselas en apuros esperando a saber si serán rescatadas. El capítulo anterior de esta historia lo encuentran aquí

Y en este enlace están todas las historias de bondage que he publicado.





Capítulo 10

La Puerta de la habitación se abrió lentamente y Dora Wilberforce se asomó afuera con precaución. Cuando se aseguró que no había nadie afuera, salió y caminó hacia su coche, que había estacionado a un lado del de Marie. Llevaba con ella la bolsa café donde había llevado sus cuerdas, pero ahora la traía casi vacía, y su bolso estaba visiblemente más cargado. Arrojó bolsa y bolso al asiento del copiloto, tomó las llaves que estaban en el auto y fue a la parte trasera del coche, abrió la cajuela y preguntó. -¿tuvo una buena siesta señorita Ryder?
A pesar de que sólo vestía sus calzones, la piel de Copper estaba cubierta de sudor, lo que mostraba el calor que había dentro de la cajuela del auto, estacionado bajo los rayos del sol. La chica no podía ver por tener los ojos cubiertos con cinta, pero volteó en la dirección en que oyó la voz de Dora, y gimió tras su mordaza.
            -No te quejes, no te dejé adentro tanto tiempo- le dijo mientras la sacaba de la cajuela. Aunque no parecía ser una mujer particularmente fuerte, Dora levantó a su prisionera usando su hombro y sin mucho esfuerzo la levantó. Copper se quejó mientras Dora caminaba de vuelta a la habitación del motel.


 
Una vez adentro, Copper fue arrojada sin mucho cuidado en una silla, y entonces Dora le quitó la cinta de los ojos. Lo primero que la chica vio tras parpadear unas veces, fue a la oficial Amy Cole, sentada frente a ella en otra silla, y también cubierta únicamente por sus calzones. Aunque no estaba atada a la silla, la joven oficial estaba claramente indefensa al estar atada y amordazada de un modo muy similar al de Copper. Los ojos azules de la policía regalaron a Copper una mirada de comprensión y solidaridad mientras la veían sobre su rostro cuya boca estaba cubierta con cinta blanca, y con una tela que parecía estar entre sus labios y que estaba atada en su nuca. Tras unos segundos Amy desvió la mirada, y Copper volteó a ver el resto del cuarto.
En la cama estaban sentadas dos mujeres completamente desnudas y fuertemente atadas. Las dos estaban inmovilizadas con tanta cuerda que hubiera servido para amarrar a dos personas más. Sus manos estaban atadas a la espalda, las piernas de las mujeres estaban amarradas a la altura de los tobillos, las espinillas, las rodillas (arriba y abajo) y los muslos. Aunque sus brazos estaban ocultos a Copper por estar sujetos a sus espaldas, era claro que también estaban fuertemente atados, pues se alcanzaba a ver cuerdas en sus torsos tanto en la cintura, como por abajo y arriba de sus pechos. Además, cada una de ellas tenía otra cuerda sobre sus cuerpos que no aumentaba su indefensión, pero si la enfatizaba. Una doble línea de cuerdas salía de sus cinturas, y cruzaba entre sus piernas, clavándose dentro de sus genitales. Las bocas de ambas habían sido rellenadas con un montón de tela, que deformaba sus mandíbulas, y que era mantenida dentro de su cavidad por varios amplios pedazos de cinta blanca, misma que además, cubría sus ojos. Una mujer era rubia, y Copper se dio cuenta por su espectacular figura que se trataba de Marie Sanders. Le tomó unos segundos reconocer a la chica de pelo castaño a su lado, era su amiga Sherry Johnson.
            -Bueno chicas, somos un conjunto fenomenal, ¿no lo creen?- preguntó Dora con malicia -Y tengo algunas cosas que nos van a entretener mas que los juegos de mesa. Pero no podemos jugar aquí adentro, así que todas nosotras nos vamos a ir a buscar algún rinconcito alejado de todo donde podamos estar juntas. Creo que las invitadas de honor deben ser las primeras en salir.
Agarró el cabello de Marie y la jaló, obligándola a pararse, Marie gimió de dolor tras su mordaza mientras intentaba equilibrarse. Ya que estaba de pie, Dora la tomó del brazo y, tras darle una fuerte nalgada, la obligó a que avanzara a saltos, guiándola afuera del cuarto. Cuando pasaron frente a ella, Copper pudo ver el resto de sus ataduras, y la razón por la que sus brazos se veían tan tensos. Sus codos también estaban atados, tan cerca el uno del otro que casi se tocaban, no sólo inmovilizando completamente a las mujeres, sino que las obligaba a sacar los pechos hacia el frente.
Después de salir, Dora reapareció sola un par de minutos después, y ahora se llevó a Sherry, a la que también jaló del cabello y la que también tenía sus codos atados. La oficial Cole y Copper lucharon por librarse mientras Dora estaba afuera, pero era una lucha perdida, estaban muy bien amarradas.
Cuando Dora volvió, fue turno de Copper, pero la mujer fue mucho menos brutal con ella. La tomó del brazo, la ayudó a pararse y la guio hasta el coche, donde la colocó boca abajo en el asiento trasero, ahí le ató las manos a los pies en un hogtie con una cuerda pequeña, antes de dejarla sola y volver por Amy. Minutos después, la oficial llegó, y fue colocada en el suelo, junto a Copper, y también inmovilizada en un hogtie. Dora volvió al cuarto a sacar algunas cosas, y finalmente se metió al coche y arrancó el motor.
            -No se preocupen por sus amigas -informó Dora a Copper y Amy- están en la cajuela, ustedes van a tener un viaje más corto y más grato de lo que les espera a ellas.
Al salir del estacionamiento y tomar la carretera, la mujer añadió en un tono sombrío -pero no creo que les importe mucho, después de todo es el último viaje de sus vidas.


Sky Ryder vio el paisaje bajo su avión, pues a pesar de que el motel Saddle Tramp estaba a no más de 50 kilómetros de su rancho, no estaba familiarizado con los alrededores del lugar. Estaba en contacto por radio con Tyler, y se animó al saber que una vez que aterrizara, los policías no tardarían mucho en llegar. Finalmente lo vio Un bloque blanco de edificios cilíndricos que desde el cielo formaban un patrón en forma de H. Había un tiradero de basura al oeste y sólo arena al este. Con la esperanza de que ésta estuviera firme para aterrizar, comenzó el descenso de su avión, ‘El Colibrí’.
Al bajar el ranchero vio el coche de Marie estacionado frente a un cuarto cerca de donde aterrizó su avión, corrió hacia ese cuarto, la puerta estaba cerrada con llave y no había manera de ver dentro a través de las ventanas con las cortinas cerradas. Buscando la recepción, Sky siguió la banqueta hasta el final de la hilera de cuartos. Ahí, se sorprendió al encontrar un par de zapatos de mujer en el suelo. Le pareció que eran de Copper, pero no estaba seguro. Tomando las prendas en su mano, corrió el resto del camino hasta la oficina.
Sky entró de golpe a la oficina. Un hombre alto y sin rasurar que vestía shorts negros y una camiseta blanca estaba sentado tras la recepción. Sus pies estaban alzados y colocados sobre un cajón abierto, estaba leyendo una revista erótica. De fondo se escuchaba una sinfonía de Mozart desde un radio. El hombre volteó a ver al visitante.
            -¿Puedo ayudarlo señor?- preguntó sin molestarse en dejar de hojear su revista.
            -Sí, quiero saber en que habitación encuentro a Marie Sanders.
            -¿Marie Sanders, señor?
            -¡Si!- exclamó el ranchero caminando con furia al escritorio, tirando los pies del hombre al suelo de un manotazo y jalándolo al tomarlo de su camiseta -y no vengo con ninguna paciencia, el sheriff viene en camino y vamos a levantar hasta la última piedra de este lugar si es preciso.
El hombre vio con curiosidad la mano que lo agarraba y buscó calmarlo.
            -No tiene que ponerse rudo, señor. Puede que al verme aquí le parezca que soy poca cosa, pero amo a Mozart y puedo pronunciar correctamente el nombre de Goethe.
Al escuchar esto Sky se calmó un poco.
            -Lo mejor será que me describa a quien busca, señor- continuó el encargado sin alterarse -la gente no suele usar su nombre real cuando visitan lugares como éste.
            -Marie Sanders, tiene 25 o 26 años, rubia, aproximadamente 1.70 de altura, y de muy buen cuerpo.
            -¿la rubia con cuerpo de Marylin Monroe?, ¿la que maneja el coche rojo que está allá atrás?
Aky asintió.
            -Viene aquí todo el tiempo, tiene algún asunto con otro tipo que se ve importante, me paga 20 dólares cada que viene para que no haga ninguna pregunta, le di la habitación 42.
Tomó un llavero de su cinturón, buscó entre las llaves y le dio una.
            -ésta, es la llave maestra.
Sky soltó al hombre, y salió. El recepcionista lo siguió rumbo al cuarto.


Cuando se detuvo, Dora Wilberforce no se molestó siquiera en liberar a Copper del hogtie. La sacó del asiento trasero agachándose lo suficiente para poder sacarla en hombros, y luego la cargó a varios metros de donde estaba el coche. Había estacionado cerca de un bello espacio arbolado a unos 50 metros de distancia de la carretera. Desde ahí, la mujer volteó a ver los alrededores.
            -Ningún coche que pase va a alcanzar a verte hasta acá.
Copper temía que la mujer la aventara al suelo, pero Dora fue gentil, y la colocó con cuidado sobre el pasto, dejándola ahí, atada y amordazada boca abajo. Luego regresó al coche, y tuvo mas problemas para traer a una Amy Cole que se retorcía todo lo que podía, pero finalmente la depositó a un lado de ella. Luego, ambas mujeres voltearon a ver a su captora ansiosas.
            -Oh, no se preocupen chicas- dijo Dora riendo -no tengo ningún problema ni enojo con ninguna de ustedes. Usted oficial Cole me ayudó al arrestar y esposar las manos de Sherry. Mientras que de ti, Copper, admiro la lealtad que tienes hacia tu amiga, incluso si esa amiga no es más que una sabandija roba hombres. Además, sé que tu tío se mantiene ocupado ayudando al sheriff todo el tiempo, así que voy a hacer que sea fácil que las encuentre cuando pase volando en ese avión que tanto le gusta.
Mientras las dos chicas se preguntaban que podía estar pensando con esto, la mujer fue de vuelta al carro, y sacó un montón de ropa, que en algún momento vistió a sus cuatro prisioneras, luego fue a un claro un poco más lejos de donde las indefensas chicas estaban ocultas, y arrojó las ropas por toda el área visible desde el cielo. Dora estudió su trabajo, y reacomodó las prendas, incluso recogió dos sostenes blancos y los colocó sobre unos arbustos verdes para que la ropa interior blanca ofreciera un claro contraste de colores para quien viera desde el cielo.
            -Listo- dijo Dora haciendo una pausa donde estaban las chicas antes de volver al coche -esto debe ser fácil de ver desde el aire, y cuando tu tío lo vea y esté ocupado rescatándolas, yo me estaré divirtiendo con las otras dos chicas. Disfruten su tiempo atadas señoritas.
Sin moverse, las dos mujeres atadas y amordazadas observaron mientras Dora se sacudía un poco de tierra de su falda y se la acomodaba antes de meterse a su coche. Tan pronto como arrancó y se fue, Amy empezó a arrastrarse centímetro a centímetro hacia Copper, con la esperanza de que, de algún modo, pudieran encontrar la manera de desatarse la una a la otra. Pero las cuerdas que les inmovilizaban los brazos, y los ajustados hogties, les hacía imposible alcanzar las manos de la otra. Amy gruñó frustrada tras su mordaza. Copper estaba en silencio, pues le preocupaba más lo que Dora estuviera pensando en hacerle a su amiga Sherry.


            -¿Dices que estuvo aquí desde anoche?- preguntó Sky
            -Sí- respondió el gerente, -y lo siento por su sobrina, señor Ryder, pero si Marie traía a alguien más con ella, no la pude ver, y no porque me sobornara, ya estaba oscuro cuando llegó y estacionó antes de registrarse. Me dijo que quería la habitación más privada que pudiera darle.
            -¿Qué hay de las mucamas?, ¿alguna pudo ver algo?
            -En estas fechas del año sólo usamos dos muchachas pues hay poco trabajo. Las dos tienen otro empleo y no llegarán hasta dentro de una hora.
El hombre hizo una pausa y entreabrió los ojos.
            -Pero creo que algo estaba pasando, porque esta mañana Marie vino a avisarme que se iba, pero que las mucamas debían dejar el cuarto tal y como estaba pues iba a volver. Más tarde también vi a otra mujer husmeando, después de que Marie volviera.
            -¿Otra mujer?
            -Varias, primero vino una de pelo castaño, que era realmente hermosa. Después vino otra que desde lejos parecía su hermana gemela, pero tenía uniforme de la policía, las dos entraron a pie y no se detuvieron aquí. Y luego vino la tercera mujer, era de mayor edad, pero aún se veía guapa, ella vino en coche, pero ese coche ya no está.
Sky vio alrededor del cuarto. Había varias pequeñas prendas de vestir como calcetines, zapatos y algo de ropa interior, había toallas rotas y algunas piezas de cuerda cortados, pero nada más.
A pesar de su apariencia desagradable, el gerente hablaba claro y conciso, Sky sabía que le decía toda la verdad.
            -¿Hace cuanto que estas mujeres se fueron?
            -Eso no lo sé- respondió rascándose la cabeza -pero el coche de la última mujer llegó hace poco más de una hora, así que no pueden haberse ido mucho antes de que usted llegara.
El sonido de un carro los atrajo a la puerta, era un carro de policía. Harry Tyler y Andy Rivera se bajaron.
            -Me alegra verte Harry- saludó Sky -Marie estuvo aquí, y tal vez escondió a Copper con ella, por lo que me han contado Sherry Johnson y Amy Cole también estuvieron aquí. Pero todas se han ido, y con ellas una cuarta mujer, que probablemente también esté prisionera- se volteó de nuevo hacia el gerente -¿cómo era el otro coche?
            -eso suena como el coche que estaba en casa de los Wilberforce anoche- dijo Tyler cuando escuchó la descripción.
            -¿Estás seguro?- dijo Sky sorprendido
            -Sí, estuvo frente a nosotros ocho horas Sky
            -Bueno, no sé que signifique, pero entonces ese es el coche que estamos buscando, ¿por donde salieron?- preguntó de nuevo al gerente.
            -Por la carretera que va al sur- dijo el gerente.
            -Muy bien, voy de vuelta al aire a buscarlas, ustedes vayan por el camino con los ojos abiertos, ¿qué tan lejos está el sheriff?
            -Tal vez a media hora.
            -Muy bien, vámonos.
Mientras Sky corría a donde dejó su avión, Rivera vio a Tyler con duda. Harry Tyler se encogió de hombros y se metió al carro.


La emoción de Dora Wilberforce crecía a pasos agigantados. No faltaba mucho. En el asiento del copiloto llevaba la bolsa de Marie, que tenía miles de dólares y las tres pistolas que había tomado de sus ahora prisioneras, además llevaba su propia bolsa con su propia pistola y el material de atar que aún le quedaba. Sólo tenía que poner algunos kilómetros entre las dos chicas que acababa de abandonar a su suerte, y entonces podría detenerse y consumar su venganza, pero ya estaba ansiosa.
Como si fuera sólo para calmarse, Dora estiró la mano y palpó la bolsa café. La sintió, el resto de las cuerdas que llevaba, una muy gruesa y ancha, estaba allí, Dora rio y aceleró.


Copper y Amy no tuvieron ningún éxito en sus intentos de soltarse. Aunque no habían sido atadas con la dureza salvaje a la que Marie y Sherry habían sido sometidas, el bondage que Dora había hecho en ambas era suficiente para mantenerlas prisioneras. Habían intentado aflojar los nudos la una de la otra sin ningún éxito. Sus muñecas estaban cruzadas y bien atadas, y Dora había amarrado sus cuerpos y antebrazos de manera tal que apenas podían despegar sus manos de sus espaldas. Además, en el hogtie en que estaban, sus piernas les impedían acercarse suficiente la una a la otra como para liberar sus manos.
Copper estaba realmente preocupada por lo que Dora pensara hacerles a Sherry y Marie, pero por lo que había escuchado, era algo para lo que Dora necesitaba tiempo, tanto tiempo que las había dejado ahí como carnada para que Sky las viera desde el aire y ocupara valiosos minutos en descender, investigar, encontrarlas y rescatarlas. ¿qué podía ser lo que iba a hacerle a su amiga? La expresión de locura y odio que había visto en la mujer cuando hablaba de ellas, le hacían temer lo peor, que fuera a colocarlas en una trampa mortal, ¿pero de qué tipo?
Copper vio a Amy retorcerse mientras trataba de vencer la delgada cuerda que ataba su cuerpo casi desnudo, y al hacer esto se dio cuenta del plan. Cuando se encontró a Dora por ve primera y tiró su bolsa con cuerdas antes de que la atara, había visto unas cuerdas muy gruesas. Y ninguna de esas había sido usada para amarrarlas. Al darse cuenta de lo que iba a pasar, entró en un frenesí por liberarse, y entonces oyó el motor de un avión acercarse.


Aunque había visto muchas cosas extrañas en sus búsquedas aéreas para el sheriff, Sky nunca se había topado con algo así.
Todo el lado este del camino sobre el que volaba era un desierto árido, pero del lado oeste había un riachuelo que permitía crecer algo de vegetación como césped, arbustos y algunos árboles. En un claro entre estos árboles, fue que se encontró con algo de ropa, unos pantalones de mezclilla azules, una blusa azul cielo y otros pantalones caqui que parecían ser de un policía. Toda esta ropa estaba acomodada y expuesta, como si estuviera en el escaparate de una tienda. Sobre un arbusto Sky vio unas manchas blancas que no pudo identificar, tomó su radio, bajó su avión un poco, y lo que vio casi lo hace tirar el micrófono de su aparato.
            -El Colibrí al carro cinco, ¿estás ahí Harry?, cambio.
El oficial Tyler tomó el radio de su coche.
            -Estamos unos kilómetros detrás de usted señor Ryder, lo puedo ver volando en círculos frente a nosotros, ¿qué ocurrió?, cambio.
            -Tengo algo, pero no sé qué. Puede ser una señal de que las mujeres están cerca, o puede ser una pista falsa o una trampa. Sea lo que sea, hay algo bajo estos árboles. Me quedaré volando hasta que lleguen, cambio.
La vos del sheriff Winchell interrumpió.
            -Nosotros también vamos para allá Sky, y ya casi llegamos, no tardaremos mas de 10 minutos, cambio.
            -Buen trabajo Winch. Ya no sé quiénes son las secuestradas y quienes son las fugitivas, pero alguien va a necesitar nuestra ayuda, cambio.
            -Sea quien sea ahí estaremos. Acelera Harry, cambio y fuera.
Tyler dejó los audífonos del radio y vio cansado a Rivera, que manejaba.
            -Ya ves Andy, no somos nosotros, nadie sabe que está pasando.


Sherry Johnson se sintió agradecida cuando el auto se detuvo. Un viaje en la cajuela de un coche mientras estas desnuda, atada y amordazada no es una experiencia muy placentera. La mujer, que también tenía los ojos vendados, supuso que el coche estaba estacionado en una sombra, pues sintió un ligero alivio al calor que la agobiaba. Para evitar pensar en las cuerdas que le ataban los codos en una posición incómoda, y en los planes que Dora tenía para ella y para Marie, Sherry trató de concentrarse en la idea de un eventual rescate. Pero no dejaba de recordar todos los eventos que la habían traído hasta esta situación.
Era difícil creer que sólo habían pasado 24 horas desde que tomó la decisión de escapar de prisión para limpiar su nombre. Recordaba como Copper le había aconsejado que volviera a la cárcel y que dejara a Sky y a la policía hacer la investigación. En su momento, le había parecido algo inaceptable, pero ahora que estaba inescapablemente atada dentro de la cajuela de un auto a alta temperatura, el estar encerrada en la cárcel no parecía una mala alternativa.
Un gemido amordazado provino de Marie, que estaba junto a ella. Ver como la obligaban a desnudarse y ver como era atada con tanta crueldad por Dora, casi provocó que sintiera lástima por ella. Marie sólo quería dinero, pero la mirada enloquecida de Dora mientras la amarraba hizo que Sherry tuviera miedo. Parecía que la mujer no culpaba a nadie mas que a cualquier otra mujer de las aventuras de su marido, y el hecho de que Sherry hubiera rechazado los avances del banquero no le había importado en lo más mínimo. No le importaba quien pagara, mientras alguien lo hiciera.
Trató de no pensar en lo que Dora iba a hacerles, sólo deseaba que alguien las ayudara pronto.
El sonido de unas llaves y una repentina ráfaga de aire fresco les indico que la cajuela había sido abierta.
            -Espero que hayan tenido un viaje agradable -se escuchó la voz de Dora- hemos llegado al final de su camino.
Antes de que Sherry pudiera meditar que quería decir esa frase, sintió las manos de Dora sobre ella, y vio como con toda facilidad la levantaba en el aire. Antes de darse cuenta, sus pies descalzos estaban sobre el pasto y Dora la inclinó sobre el coche. La indefensa chica con los ojos vendados esperó, respirando agradecida el aire fresco que entraba por su nariz. Luego sintió algo recargarse en su hombro, y supuso que Marie había sido colocada a su lado.
Unos dedos jalaron la cinta que estaba sobre sus ojos, y cuando estos fueron descubiertos, la chica parpadeo para ajustarse a la luz del sol de la tarde de octubre. Alcanzó a ver que Dora estaba también quitando la cinta que impedía a Marie ver. Sherry la miró con simpatía mientras su compañera de bondage parpadeaba.
Una sonriente Dora las veía, con los brazos cruzados al frente.
            -Tenía que destaparles los ojos un momento -dijo con gozo- después de todo, no quería mantenerlas con la duda de lo que les espera.
La mujer se hizo a un lado como si fuera un mago en el escenario, presentando su mejor truco. Las dos mujeres soltaron gemidos de terror que sus mordazas ahogaron.
En un árbol frente a ellas, dos largas cuerdas colgaban de una rama. Estaban preparadas con el nudo de los ahorcados.

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