Y en este enlace están todas las historias de bondage que he publicado.
Capítulo 10
La Puerta de la habitación se abrió lentamente y
Dora Wilberforce se asomó afuera con precaución. Cuando se aseguró que no había
nadie afuera, salió y caminó hacia su coche, que había estacionado a un lado
del de Marie. Llevaba con ella la bolsa café donde había llevado sus cuerdas,
pero ahora la traía casi vacía, y su bolso estaba visiblemente más cargado.
Arrojó bolsa y bolso al asiento del copiloto, tomó las llaves que estaban en el
auto y fue a la parte trasera del coche, abrió la cajuela y preguntó. -¿tuvo
una buena siesta señorita Ryder?
A pesar de que sólo vestía sus calzones, la piel de
Copper estaba cubierta de sudor, lo que mostraba el calor que había dentro de
la cajuela del auto, estacionado bajo los rayos del sol. La chica no podía ver
por tener los ojos cubiertos con cinta, pero volteó en la dirección en que oyó
la voz de Dora, y gimió tras su mordaza.
-No
te quejes, no te dejé adentro tanto tiempo- le dijo mientras la sacaba de la
cajuela. Aunque no parecía ser una mujer particularmente fuerte, Dora levantó a
su prisionera usando su hombro y sin mucho esfuerzo la levantó. Copper se quejó
mientras Dora caminaba de vuelta a la habitación del motel.
Una vez adentro, Copper fue arrojada sin mucho
cuidado en una silla, y entonces Dora le quitó la cinta de los ojos. Lo primero
que la chica vio tras parpadear unas veces, fue a la oficial Amy Cole, sentada
frente a ella en otra silla, y también cubierta únicamente por sus calzones.
Aunque no estaba atada a la silla, la joven oficial estaba claramente indefensa
al estar atada y amordazada de un modo muy similar al de Copper. Los ojos
azules de la policía regalaron a Copper una mirada de comprensión y solidaridad
mientras la veían sobre su rostro cuya boca estaba cubierta con cinta blanca, y
con una tela que parecía estar entre sus labios y que estaba atada en su nuca.
Tras unos segundos Amy desvió la mirada, y Copper volteó a ver el resto del
cuarto.
En la cama estaban sentadas dos mujeres
completamente desnudas y fuertemente atadas. Las dos estaban inmovilizadas con
tanta cuerda que hubiera servido para amarrar a dos personas más. Sus manos
estaban atadas a la espalda, las piernas de las mujeres estaban amarradas a la
altura de los tobillos, las espinillas, las rodillas (arriba y abajo) y los
muslos. Aunque sus brazos estaban ocultos a Copper por estar sujetos a sus
espaldas, era claro que también estaban fuertemente atados, pues se alcanzaba a
ver cuerdas en sus torsos tanto en la cintura, como por abajo y arriba de sus
pechos. Además, cada una de ellas tenía otra cuerda sobre sus cuerpos que no
aumentaba su indefensión, pero si la enfatizaba. Una doble línea de cuerdas
salía de sus cinturas, y cruzaba entre sus piernas, clavándose dentro de sus
genitales. Las bocas de ambas habían sido rellenadas con un montón de tela, que
deformaba sus mandíbulas, y que era mantenida dentro de su cavidad por varios
amplios pedazos de cinta blanca, misma que además, cubría sus ojos. Una mujer
era rubia, y Copper se dio cuenta por su espectacular figura que se trataba de
Marie Sanders. Le tomó unos segundos reconocer a la chica de pelo castaño a su
lado, era su amiga Sherry Johnson.
-Bueno
chicas, somos un conjunto fenomenal, ¿no lo creen?- preguntó Dora con malicia
-Y tengo algunas cosas que nos van a entretener mas que los juegos de mesa.
Pero no podemos jugar aquí adentro, así que todas nosotras nos vamos a ir a
buscar algún rinconcito alejado de todo donde podamos estar juntas. Creo que
las invitadas de honor deben ser las primeras en salir.
Agarró el cabello de Marie y la jaló, obligándola a
pararse, Marie gimió de dolor tras su mordaza mientras intentaba equilibrarse.
Ya que estaba de pie, Dora la tomó del brazo y, tras darle una fuerte nalgada,
la obligó a que avanzara a saltos, guiándola afuera del cuarto. Cuando pasaron
frente a ella, Copper pudo ver el resto de sus ataduras, y la razón por la que
sus brazos se veían tan tensos. Sus codos también estaban atados, tan cerca el
uno del otro que casi se tocaban, no sólo inmovilizando completamente a las mujeres,
sino que las obligaba a sacar los pechos hacia el frente.
Después de salir, Dora reapareció sola un par de
minutos después, y ahora se llevó a Sherry, a la que también jaló del cabello y
la que también tenía sus codos atados. La oficial Cole y Copper lucharon por
librarse mientras Dora estaba afuera, pero era una lucha perdida, estaban muy
bien amarradas.
Cuando Dora volvió, fue turno de Copper, pero la
mujer fue mucho menos brutal con ella. La tomó del brazo, la ayudó a pararse y
la guio hasta el coche, donde la colocó boca abajo en el asiento trasero, ahí
le ató las manos a los pies en un hogtie con una cuerda pequeña, antes de
dejarla sola y volver por Amy. Minutos después, la oficial llegó, y fue
colocada en el suelo, junto a Copper, y también inmovilizada en un hogtie. Dora
volvió al cuarto a sacar algunas cosas, y finalmente se metió al coche y
arrancó el motor.
-No
se preocupen por sus amigas -informó Dora a Copper y Amy- están en la cajuela,
ustedes van a tener un viaje más corto y más grato de lo que les espera a
ellas.
Al salir del estacionamiento y tomar la carretera,
la mujer añadió en un tono sombrío -pero no creo que les importe mucho, después
de todo es el último viaje de sus vidas.
Sky Ryder vio el paisaje bajo su avión, pues a pesar
de que el motel Saddle Tramp estaba a no más de 50 kilómetros de su rancho, no
estaba familiarizado con los alrededores del lugar. Estaba en contacto por
radio con Tyler, y se animó al saber que una vez que aterrizara, los policías
no tardarían mucho en llegar. Finalmente lo vio Un bloque blanco de edificios
cilíndricos que desde el cielo formaban un patrón en forma de H. Había un
tiradero de basura al oeste y sólo arena al este. Con la esperanza de que ésta
estuviera firme para aterrizar, comenzó el descenso de su avión, ‘El Colibrí’.
Al bajar el ranchero vio el coche de Marie
estacionado frente a un cuarto cerca de donde aterrizó su avión, corrió hacia
ese cuarto, la puerta estaba cerrada con llave y no había manera de ver dentro
a través de las ventanas con las cortinas cerradas. Buscando la recepción, Sky
siguió la banqueta hasta el final de la hilera de cuartos. Ahí, se sorprendió
al encontrar un par de zapatos de mujer en el suelo. Le pareció que eran de
Copper, pero no estaba seguro. Tomando las prendas en su mano, corrió el resto
del camino hasta la oficina.
Sky entró de golpe a la oficina. Un hombre alto y
sin rasurar que vestía shorts negros y una camiseta blanca estaba sentado tras
la recepción. Sus pies estaban alzados y colocados sobre un cajón abierto,
estaba leyendo una revista erótica. De fondo se escuchaba una sinfonía de
Mozart desde un radio. El hombre volteó a ver al visitante.
-¿Puedo
ayudarlo señor?- preguntó sin molestarse en dejar de hojear su revista.
-Sí,
quiero saber en que habitación encuentro a Marie Sanders.
-¿Marie
Sanders, señor?
-¡Si!-
exclamó el ranchero caminando con furia al escritorio, tirando los pies del
hombre al suelo de un manotazo y jalándolo al tomarlo de su camiseta -y no
vengo con ninguna paciencia, el sheriff viene en camino y vamos a levantar
hasta la última piedra de este lugar si es preciso.
El hombre vio con curiosidad la mano que lo agarraba
y buscó calmarlo.
-No
tiene que ponerse rudo, señor. Puede que al verme aquí le parezca que soy poca
cosa, pero amo a Mozart y puedo pronunciar correctamente el nombre de Goethe.
Al escuchar esto Sky se calmó un poco.
-Lo
mejor será que me describa a quien busca, señor- continuó el encargado sin
alterarse -la gente no suele usar su nombre real cuando visitan lugares como
éste.
-Marie
Sanders, tiene 25 o 26 años, rubia, aproximadamente 1.70 de altura, y de muy
buen cuerpo.
-¿la
rubia con cuerpo de Marylin Monroe?, ¿la que maneja el coche rojo que está allá
atrás?
Aky asintió.
-Viene
aquí todo el tiempo, tiene algún asunto con otro tipo que se ve importante, me
paga 20 dólares cada que viene para que no haga ninguna pregunta, le di la
habitación 42.
Tomó un llavero de su cinturón, buscó entre las
llaves y le dio una.
-ésta,
es la llave maestra.
Sky soltó al hombre, y salió. El recepcionista lo
siguió rumbo al cuarto.
Cuando se detuvo, Dora Wilberforce no se molestó
siquiera en liberar a Copper del hogtie. La sacó del asiento trasero
agachándose lo suficiente para poder sacarla en hombros, y luego la cargó a varios
metros de donde estaba el coche. Había estacionado cerca de un bello espacio
arbolado a unos 50 metros de distancia de la carretera. Desde ahí, la mujer
volteó a ver los alrededores.
-Ningún
coche que pase va a alcanzar a verte hasta acá.
Copper temía que la mujer la aventara al suelo, pero
Dora fue gentil, y la colocó con cuidado sobre el pasto, dejándola ahí, atada y
amordazada boca abajo. Luego regresó al coche, y tuvo mas problemas para traer
a una Amy Cole que se retorcía todo lo que podía, pero finalmente la depositó a
un lado de ella. Luego, ambas mujeres voltearon a ver a su captora ansiosas.
-Oh,
no se preocupen chicas- dijo Dora riendo -no tengo ningún problema ni enojo con
ninguna de ustedes. Usted oficial Cole me ayudó al arrestar y esposar las manos
de Sherry. Mientras que de ti, Copper, admiro la lealtad que tienes hacia tu
amiga, incluso si esa amiga no es más que una sabandija roba hombres. Además,
sé que tu tío se mantiene ocupado ayudando al sheriff todo el tiempo, así que
voy a hacer que sea fácil que las encuentre cuando pase volando en ese avión
que tanto le gusta.
Mientras las dos chicas se preguntaban que podía
estar pensando con esto, la mujer fue de vuelta al carro, y sacó un montón de
ropa, que en algún momento vistió a sus cuatro prisioneras, luego fue a un
claro un poco más lejos de donde las indefensas chicas estaban ocultas, y
arrojó las ropas por toda el área visible desde el cielo. Dora estudió su
trabajo, y reacomodó las prendas, incluso recogió dos sostenes blancos y los
colocó sobre unos arbustos verdes para que la ropa interior blanca ofreciera un
claro contraste de colores para quien viera desde el cielo.
-Listo-
dijo Dora haciendo una pausa donde estaban las chicas antes de volver al coche
-esto debe ser fácil de ver desde el aire, y cuando tu tío lo vea y esté
ocupado rescatándolas, yo me estaré divirtiendo con las otras dos chicas.
Disfruten su tiempo atadas señoritas.
Sin moverse, las dos mujeres atadas y amordazadas
observaron mientras Dora se sacudía un poco de tierra de su falda y se la
acomodaba antes de meterse a su coche. Tan pronto como arrancó y se fue, Amy
empezó a arrastrarse centímetro a centímetro hacia Copper, con la esperanza de
que, de algún modo, pudieran encontrar la manera de desatarse la una a la otra.
Pero las cuerdas que les inmovilizaban los brazos, y los ajustados hogties, les
hacía imposible alcanzar las manos de la otra. Amy gruñó frustrada tras su
mordaza. Copper estaba en silencio, pues le preocupaba más lo que Dora
estuviera pensando en hacerle a su amiga Sherry.
-¿Dices
que estuvo aquí desde anoche?- preguntó Sky
-Sí-
respondió el gerente, -y lo siento por su sobrina, señor Ryder, pero si Marie
traía a alguien más con ella, no la pude ver, y no porque me sobornara, ya
estaba oscuro cuando llegó y estacionó antes de registrarse. Me dijo que quería
la habitación más privada que pudiera darle.
-¿Qué
hay de las mucamas?, ¿alguna pudo ver algo?
-En
estas fechas del año sólo usamos dos muchachas pues hay poco trabajo. Las dos
tienen otro empleo y no llegarán hasta dentro de una hora.
El hombre hizo una pausa y entreabrió los ojos.
-Pero
creo que algo estaba pasando, porque esta mañana Marie vino a avisarme que se
iba, pero que las mucamas debían dejar el cuarto tal y como estaba pues iba a
volver. Más tarde también vi a otra mujer husmeando, después de que Marie
volviera.
-¿Otra
mujer?
-Varias,
primero vino una de pelo castaño, que era realmente hermosa. Después vino otra
que desde lejos parecía su hermana gemela, pero tenía uniforme de la policía,
las dos entraron a pie y no se detuvieron aquí. Y luego vino la tercera mujer,
era de mayor edad, pero aún se veía guapa, ella vino en coche, pero ese coche
ya no está.
Sky vio alrededor del cuarto. Había varias pequeñas
prendas de vestir como calcetines, zapatos y algo de ropa interior, había
toallas rotas y algunas piezas de cuerda cortados, pero nada más.
A pesar de su apariencia desagradable, el gerente
hablaba claro y conciso, Sky sabía que le decía toda la verdad.
-¿Hace
cuanto que estas mujeres se fueron?
-Eso
no lo sé- respondió rascándose la cabeza -pero el coche de la última mujer
llegó hace poco más de una hora, así que no pueden haberse ido mucho antes de
que usted llegara.
El sonido de un carro los atrajo a la puerta, era un
carro de policía. Harry Tyler y Andy Rivera se bajaron.
-Me
alegra verte Harry- saludó Sky -Marie estuvo aquí, y tal vez escondió a Copper
con ella, por lo que me han contado Sherry Johnson y Amy Cole también
estuvieron aquí. Pero todas se han ido, y con ellas una cuarta mujer, que
probablemente también esté prisionera- se volteó de nuevo hacia el gerente
-¿cómo era el otro coche?
-eso
suena como el coche que estaba en casa de los Wilberforce anoche- dijo Tyler
cuando escuchó la descripción.
-¿Estás
seguro?- dijo Sky sorprendido
-Sí,
estuvo frente a nosotros ocho horas Sky
-Bueno,
no sé que signifique, pero entonces ese es el coche que estamos buscando, ¿por
donde salieron?- preguntó de nuevo al gerente.
-Por
la carretera que va al sur- dijo el gerente.
-Muy
bien, voy de vuelta al aire a buscarlas, ustedes vayan por el camino con los
ojos abiertos, ¿qué tan lejos está el sheriff?
-Tal
vez a media hora.
-Muy
bien, vámonos.
Mientras Sky corría a donde dejó su avión, Rivera
vio a Tyler con duda. Harry Tyler se encogió de hombros y se metió al carro.
La emoción de Dora Wilberforce crecía a pasos
agigantados. No faltaba mucho. En el asiento del copiloto llevaba la bolsa de
Marie, que tenía miles de dólares y las tres pistolas que había tomado de sus
ahora prisioneras, además llevaba su propia bolsa con su propia pistola y el
material de atar que aún le quedaba. Sólo tenía que poner algunos kilómetros
entre las dos chicas que acababa de abandonar a su suerte, y entonces podría
detenerse y consumar su venganza, pero ya estaba ansiosa.
Como si fuera sólo para calmarse, Dora estiró la
mano y palpó la bolsa café. La sintió, el resto de las cuerdas que llevaba, una
muy gruesa y ancha, estaba allí, Dora rio y aceleró.
Copper y Amy no tuvieron ningún éxito en sus
intentos de soltarse. Aunque no habían sido atadas con la dureza salvaje a la
que Marie y Sherry habían sido sometidas, el bondage que Dora había hecho en
ambas era suficiente para mantenerlas prisioneras. Habían intentado aflojar los
nudos la una de la otra sin ningún éxito. Sus muñecas estaban cruzadas y bien
atadas, y Dora había amarrado sus cuerpos y antebrazos de manera tal que apenas
podían despegar sus manos de sus espaldas. Además, en el hogtie en que estaban,
sus piernas les impedían acercarse suficiente la una a la otra como para
liberar sus manos.
Copper estaba realmente preocupada por lo que Dora
pensara hacerles a Sherry y Marie, pero por lo que había escuchado, era algo
para lo que Dora necesitaba tiempo, tanto tiempo que las había dejado ahí como
carnada para que Sky las viera desde el aire y ocupara valiosos minutos en
descender, investigar, encontrarlas y rescatarlas. ¿qué podía ser lo que iba a
hacerle a su amiga? La expresión de locura y odio que había visto en la mujer
cuando hablaba de ellas, le hacían temer lo peor, que fuera a colocarlas en una
trampa mortal, ¿pero de qué tipo?
Copper vio a Amy retorcerse mientras trataba de
vencer la delgada cuerda que ataba su cuerpo casi desnudo, y al hacer esto se
dio cuenta del plan. Cuando se encontró a Dora por ve primera y tiró su bolsa
con cuerdas antes de que la atara, había visto unas cuerdas muy gruesas. Y
ninguna de esas había sido usada para amarrarlas. Al darse cuenta de lo que iba
a pasar, entró en un frenesí por liberarse, y entonces oyó el motor de un avión
acercarse.
Aunque había visto muchas cosas extrañas en sus
búsquedas aéreas para el sheriff, Sky nunca se había topado con algo así.
Todo el lado este del camino sobre el que volaba era
un desierto árido, pero del lado oeste había un riachuelo que permitía crecer
algo de vegetación como césped, arbustos y algunos árboles. En un claro entre
estos árboles, fue que se encontró con algo de ropa, unos pantalones de
mezclilla azules, una blusa azul cielo y otros pantalones caqui que parecían
ser de un policía. Toda esta ropa estaba acomodada y expuesta, como si
estuviera en el escaparate de una tienda. Sobre un arbusto Sky vio unas manchas
blancas que no pudo identificar, tomó su radio, bajó su avión un poco, y lo que
vio casi lo hace tirar el micrófono de su aparato.
-El
Colibrí al carro cinco, ¿estás ahí Harry?, cambio.
El oficial Tyler tomó el radio de su coche.
-Estamos
unos kilómetros detrás de usted señor Ryder, lo puedo ver volando en círculos
frente a nosotros, ¿qué ocurrió?, cambio.
-Tengo
algo, pero no sé qué. Puede ser una señal de que las mujeres están cerca, o
puede ser una pista falsa o una trampa. Sea lo que sea, hay algo bajo estos
árboles. Me quedaré volando hasta que lleguen, cambio.
La vos del sheriff Winchell interrumpió.
-Nosotros
también vamos para allá Sky, y ya casi llegamos, no tardaremos mas de 10
minutos, cambio.
-Buen
trabajo Winch. Ya no sé quiénes son las secuestradas y quienes son las
fugitivas, pero alguien va a necesitar nuestra ayuda, cambio.
-Sea
quien sea ahí estaremos. Acelera Harry, cambio y fuera.
Tyler dejó los audífonos del radio y vio cansado a
Rivera, que manejaba.
-Ya
ves Andy, no somos nosotros, nadie sabe que está pasando.
Sherry Johnson se sintió agradecida cuando el auto
se detuvo. Un viaje en la cajuela de un coche mientras estas desnuda, atada y
amordazada no es una experiencia muy placentera. La mujer, que también tenía
los ojos vendados, supuso que el coche estaba estacionado en una sombra, pues
sintió un ligero alivio al calor que la agobiaba. Para evitar pensar en las
cuerdas que le ataban los codos en una posición incómoda, y en los planes que
Dora tenía para ella y para Marie, Sherry trató de concentrarse en la idea de
un eventual rescate. Pero no dejaba de recordar todos los eventos que la habían
traído hasta esta situación.
Era difícil creer que sólo habían pasado 24 horas
desde que tomó la decisión de escapar de prisión para limpiar su nombre.
Recordaba como Copper le había aconsejado que volviera a la cárcel y que dejara
a Sky y a la policía hacer la investigación. En su momento, le había parecido
algo inaceptable, pero ahora que estaba inescapablemente atada dentro de la
cajuela de un auto a alta temperatura, el estar encerrada en la cárcel no
parecía una mala alternativa.
Un gemido amordazado provino de Marie, que estaba
junto a ella. Ver como la obligaban a desnudarse y ver como era atada con tanta
crueldad por Dora, casi provocó que sintiera lástima por ella. Marie sólo
quería dinero, pero la mirada enloquecida de Dora mientras la amarraba hizo que
Sherry tuviera miedo. Parecía que la mujer no culpaba a nadie mas que a
cualquier otra mujer de las aventuras de su marido, y el hecho de que Sherry
hubiera rechazado los avances del banquero no le había importado en lo más
mínimo. No le importaba quien pagara, mientras alguien lo hiciera.
Trató de no pensar en lo que Dora iba a hacerles,
sólo deseaba que alguien las ayudara pronto.
El sonido de unas llaves y una repentina ráfaga de
aire fresco les indico que la cajuela había sido abierta.
-Espero
que hayan tenido un viaje agradable -se escuchó la voz de Dora- hemos llegado
al final de su camino.
Antes de que Sherry pudiera meditar que quería decir
esa frase, sintió las manos de Dora sobre ella, y vio como con toda facilidad
la levantaba en el aire. Antes de darse cuenta, sus pies descalzos estaban
sobre el pasto y Dora la inclinó sobre el coche. La indefensa chica con los
ojos vendados esperó, respirando agradecida el aire fresco que entraba por su
nariz. Luego sintió algo recargarse en su hombro, y supuso que Marie había sido
colocada a su lado.
Unos dedos jalaron la cinta que estaba sobre sus
ojos, y cuando estos fueron descubiertos, la chica parpadeo para ajustarse a la
luz del sol de la tarde de octubre. Alcanzó a ver que Dora estaba también
quitando la cinta que impedía a Marie ver. Sherry la miró con simpatía mientras
su compañera de bondage parpadeaba.
Una sonriente Dora las veía, con los brazos cruzados
al frente.
-Tenía
que destaparles los ojos un momento -dijo con gozo- después de todo, no quería
mantenerlas con la duda de lo que les espera.
La mujer se hizo a un lado como si fuera un mago en
el escenario, presentando su mejor truco. Las dos mujeres soltaron gemidos de
terror que sus mordazas ahogaron.
En un árbol frente a ellas, dos largas cuerdas
colgaban de una rama. Estaban preparadas con el nudo de los ahorcados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario