Esta vez traducir el siguiente capítulo de la segunda aventura de Copper Ryder me tomó menos tiempo que antes. Aunque la razón para haberlo logrado no es nada grata. Resulta que me encuentro desempleado pues la empresa en la que estaba entró en crisis, y se puso a recortar personal no viendo la capacidad y el compromiso de cada persona, sino de cuanto era la quincena para dejar sólo a los más baratos.
Lo malo es que estuve desarrollando un proyecto para ellos más de un año, y ahora lo congelaron en la meta, y no tengo garantía de que cuando lo retomen sea conmigo.
Lo peor es que descubrí que la empresa no tiene una pizca de ética. En cuanto te hacen renunciar (que fue mediante un engaño) se olvidan de ti, dejan a una compañía de outsourcing para indemnizarte con menos dinero de lo que te corresponde por ley, y cuando a la empresa de outsourcing se le olvida que existes y no te toman ni las llamadas, tu exempresa se lava las manos, te dice que nunca tuviste contrato con ellos, y que no van ayudarte ni siquiera para que alguien más te de una fracción del dinero que te corresponde. Podrían al menos tratarte como a una persona, y ver que, si no lo justo, algo recibas para seguir adelante.
Pero bueno, mis corajes de poco les importarán, y yo solo ando aprovechando para sacar la rabia que me da. De todo lo malo sale algo bueno, y trataré de emprender yo sólo mi proyecto, que llevo años intentando sacar pero siempre es frustrado en cada empresa donde he laborado. Mejor no depender de nadie y salga bien o mal, será cosa mía.
Todo esto era porque de ese despido me salió el tiempo para traducir esto más rápido, así que los fans de Copper Ryder algo bueno sacaron jejeje. De cualquier modo, gracias por la paciencia y espero que la sigan disfrutando.
Tengo pendientes otros tres episodios de esta entrega, antes de poder pasar a las demás. Pero en el episodio de hoy las fichas se ponen en su lugar para el gran final, y pronto tendremos a todas las protagonistas bien atadas y amordazadas jejeje.
El episodio anterior de esta serie lo encuentran por acá
Todas las historias que he publicado están aquí
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Episodio 8
El altímetro del Cessna Bobcat T-50 marcaba que
estaba a 1,000 pies de altura mientras Sky Ryder seguía la autopista al sur de
Kermit. Cuando el camino empezaba a virar levemente al sureste, Sky vio un
carro de policía bajo el. Tomó el micrófono de la radio.
-Llamando
al carro 1 de la comisaría, aquí El Colibrí, ¿me escuchas?, cambio.
Winchell asomó por la ventana del lado del copiloto
en el auto y tomó su radio. Charlie Barnes estaba manejando.
-Aquí
Winchell en el carro uno Sky. Te vemos, ¿algo que reportar?, cambio.
-Aún
no Winch. ¿Has tenido noticias de alguno de los otros carros?, cambio.
Antes de que Winchell pudiera responder se escuchó
una tercera voz.
-Sheriff,
aquí MacKeever en el carro dos. Norris y yo estamos a quince millas de la
ciudad y avanzamos por la ruta 93 al sur. Aún no hay señal del sospechoso,
cambio.
Después se oyó la voz de Harry Tyler
-Aquí
el carro cinco, estamos a una milla de la ciudad y vamos a tratar de
alcanzarlos, cambio.
-Este
es El Colibrí, me adelantaré a ver si veo al sospechoso, espero que no hagan
nada para espantarlo, cambio.”
-Ya
escucharon- terció Winchell -ni sirenas ni luces, a menos que sea estrictamente
necesario, cambio.
El resto de los carros se dio por enterado, y
terminó la conversación.
Sky aceleró y pronto dejó los autos atrás. Revisó su
reloj, eran las 8 de la mañana. Si el cantinero tenía razón, Wilberforce tenía
una hora de ventaja sobre ellos. Suponiendo que manejara de acuerdo al límite
de velocidad para no atraer atención, Sky podría alcanzarlo en máximo 30
minutos. Los carros tardarían más, así que, en cuanto lo viera, también tenía
que evitar asustarlo. Lo único que sabía era que tenía que hallar a Copper.
Marie Sanders no notó el carro azul detrás de ella
hasta que pasó los edificios cercanos al límite este de la ciudad. Era un
vehículo que avanzaba muy por detrás de ella, y tomó la misma salida por un
camino local secundario. Tal vez no fuera nadie, pues por ese mismo camino
había varios ranchos, pero decidió mantenerse alerta hasta que el coche
desapareciera.
Sherry Johnson estaba
harta de que la vieran. Dentro de la ciudad era más fácil seguir a otro
vehículo al confundirse con el tráfico, pero en este camino rural, iba a ser
muy fácil que la descubrieran, debía tener mucho cuidado.
-¿y
viste el peinado que tenía?
La más bajita de dos cajeras se cubrió la boca con
la mano, pero fue muy tarde para evitar que el ruido de la risa que trató de
esconder se escuchara fuera del baño, donde se maquillaba y charlaba con su
amiga.
-Bueno,
el peinado tenía más estilo que su vestido- le respondió su amiga alta cuando
pararon de reir -se veía como algo que mi madre habría sacado del desván en un
momento de extrema necesidad. Era totalmente espantoso.
Las dos volvieron a carcajearse, hasta que la más
bajita se detuvo y alzo su mano. Parecía estar escuchando el sonido del aire
acondicionado en el edificio.
-¿No
escuchas algo chistoso Connie?
La alta aguzó el oído. Había un débil, pero peculiar
sonido, una especie de gemido que, o era parte de la maquinaria, o estaba
ahogado por el ruido de esta. La alta alzó una ceja.
-Parece
que en cualquier momento se va a descomponer el aire acondicionado ¿no?
La bajita asintió.
-Será
mejor decirle a Bert que revise.
Acordado eso, las dos chicas volvieron a maquillarse
y a chismear.
Copper Ryder conocía prácticamente todos los caminos
en y alrededor de Kermit, pero éste era nuevo para ella. Nunca había escuchado
del motel Saddle Tramp y no había ningún letrero con señales que la orientara.
Como había estado tirada en el suelo cuando Marie la tenía amarrada y la llevó
al lugar, ni siquiera sabía en que dirección se encontraba respecto a su
rancho, así que no tenía ni idea de hacia donde caminar para encontrar ayuda.
-Supongo
que simplemente tendré que escoger una dirección- se dijo en voz alta.
El vestido de Marie era de escote abierto y muy
ancho para la talla de Copper. Como la chica se había quedado sin sostén, tenía
que sostenerlo con sus manos para evitar que sus pechos quedaran descubiertos.
La minifalda le causaba menos problemas, ya que por su altura le cubría más
pierna de la que estaba pensada, pero Copper deseaba que Marie hubiera dejado
un par de zapatos, para no tener que andar descalza sobre la arena y el
pavimento.
Viendo la posición del sol para identificar donde
estaba el norte, la chica comenzó a caminar en esa dirección.
Marie manejó frente al rancho de La Diadema Voladora
en su viaje al sur. Unos kilómetros más por este camino, y encontraría una
desviación, por donde podría llegar al motel. Planeaba cumplir la promesa que
le hizo a Copper y quitar el letrero de ‘no molestar’ de la puerta para que,
eventualmente, una mucama la encontrara. Después de todo no le deseaba ningún
mal a la chica, quien solo había querido ayudar a una amiga.
Estiró la mano al asiento del copiloto y levantó su
bolso. Pesaba por todo el dinero que tenía adentro. El paquete que John se
había llevado estaba pesado también, y Marie se preguntó si ya habría
descubierto el engaño o no. No, tenía tan poca serenidad que seguramente había
huido sin revisarlo, y se llevaría una desagradable sorpresa muy tarde. Se lo
merecía. Pensó también como Sherry y Copper eran mucho mejores amigas que ella
y Johnny.
Revisó su retrovisor, y vio que el coche azul aún la
seguía.
La oficial Amy Cole se acercó a la intersección
entre el camino de terracería que venía explorando y la carretera estatal que
iba de norte a sur. En ese lugar había una gasolinera y una pequeña tienda de
abarrotes, pero ambas llevaban abandonadas hace años. Mientras se acercaba al
lugar, vio como un auto rojo pasó por el camino al que se dirigía a toda
velocidad. En cuanto su patrulla llegó a los edificios abandonados, un sedán
azul también cruzó por el mismo camino y en la misma dirección. Aunque la
oficial no alcanzó a ver la plaza, no le cupo la menor duda, era el coche de
Jeanne Hall, así que acababa de encontrar a Sherry Johnson. Estaba a punto de
encender sus sirenas, cuando se le ocurrió que tal vez Sherry no la había visto
por estar cubierta por los dos edificios en la esquina, por lo que optó por
seguirla a lo lejos, en vez de perseguirla, y averiguar a donde se dirigía.
Sky Ryder vio un sedán gris en el camino bajo su
avión. John Wilberforce tenía un carro como ese. Aunque era muy probable que
fuera quien buscaba, el aviador no podía acercarse muy pronto. El primer carro
de policía, con MacKeever y Norris estaba kilómetros atrás, y el de Winchell
más lejos aún. Era una situación delicada, pero Sky quería estar seguro de que
se trataba del banquero, así que movió la palanca de control y comenzó a
descender.
John Wilberforce vio su reloj. Eran las 9 de la
mañana, o sea que en Nueva York ya eran las 11. En dos horas mas, el juego de
la serie mundial comenzaría. Iba a disfrutar escucharlo en su radio. Pensó en
su apuesta con George, el guardia de seguridad, y rió. No importaba quien
ganara, George se quedaría con los 10 dólares. Pero el ganaba mucho más, así
que valía la pena.
El aire que entraba por su ventanilla abierta no le
permitía oír nada. Pero le llamó la atención el repentino movimiento de algo
oscuro en la arena a su derecha. Era la sombra de un avión.
Lo buscó en los espejos, y finalmente asomó por la
ventanilla y vio hacia arriba. Era una aeronave de doble hélice que se le
estaba acercando conforme descendía. Finalmente la nave lo rebasó, viró a la
derecha y se alejó. Un pensamiento cruzó la mente de Wilberforce: ¡Sky Ryder!,
y donde quiera que estuviera Sky, el sheriff no estaba lejos.
El banquero apretó el acelerador, pero el avión
volvió a acercarse por detrás, y volvió a rebasarlo dando giros.
-¡A
todos los carros de policía, aquí el Colibrí! Me ha visto y está tratando de
huir. Carro dos, están en mi campo de visión, aceleren, yo voy a intentar
retrasarlo en lo que ustedes llegan.
Wilberforce metió a fondo el freno cuando el avión
bajó hasta colocarse frente a el tras descender por la izquierda, cuando la
nave volvió a volar volvió a acelerar a fondo, sólo para detenerse en seco de
nuevo minutos después cuando Sky lo volvió a atacar, ahora por su flanco
derecho. El banquero espero a que se alejara e intentó huir de nuevo, pero era
incapaz de anticiparse a los movimientos del aviador, que cada que daba una
vuelta en el aire volvía a descender sobre el fugitivo, forzándolo a parar y
dando tiempo a la policía de llegar.
Wilberforce estaba tan ocupado viendo el cielo para
cuidarse de Sky, que no vio un camión de carga que llevaba paja moverse
lentamente frente a él. Cuando lo notó, era tarde, y sólo pudo dar un volantazo
que lo sacó del camino. Ahí, golpeó una pierda que provocó que su sedan se
volcara. Sobre el techo, el vehículo avanzó sobre la arena hasta frenarse en
una duna. La cabeza del banquero se estrelló en el parabrisas, la persecución
había terminado.
Marie Sanders apenas podía creer lo que vio cuando
llegó al cuarto del motel. La cama estaba vacía, y las cuerdas que habían atado
a Copper Ryder estaban regadas en la cama y el suelo. Se puso a pensar que
hacer, ¿debería buscar y volver a capturar a la chica? ¿o era mejor dejarlo ya
todo y huir lo más pronto posible?
Pensó también en el sedán azul. Lo había dejado de
ver durante la última parte del viaje, pero se trataba de un camino con muchas
más curvas, así que era posible que no hubiera dejado de seguirla. Lo mejor era
ser precavida.
Se asomó por la ventana y buscó, pero no había
nadie. Aun así, sacó la pistola de su bolso.
Sherry Johnson se acercó al motel con cuidado. Había
dejado el coche aparcado varios metros atrás, escondido de la vista de
cualquiera en el lugar por unos árboles. El estacionamiento parecía desierto, y
sólo se veían un par de coches. Ninguno de ellos era el auto rojo de Marie,
aunque la chica adivinó que había más lugares donde aparcar fuera de su vista,
atrás de una hilera de habitaciones. Manteniéndose tan oculta como podía,
caminó hacia allá.
Sólo había un auto estacionado, era el deportivo
rojo de Marie. Sherry sacó su pistola del cinturón y estaba a punto de girar en
la esquina de la hilera de habitaciones, cuando una fría voz de mujer la
detuvo.
-Detente ahí mismo, te
estoy apuntando, suelta tu pistola y sube las manos.
Sherry soltó la pistola y colocó las manos sobre su
cabeza.
-Ahora
colócate de cara a la pared, y separa bien tus piernas y brazos.
La mujer hizo lo que le ordenaban, y escuchó las
pisadas que se acercaban sobre la grava.
-Si
haces cualquier movimiento repentino, me vas a obligar a dispararte- dijo la
mujer que estaba detrás de ella.
-No
voy a hacer nada, pero por favor, baja la voz, o ella puede escucharnos.
El candado de un par de esposas fue colocado en su
muñeca derecha, luego sus manos fueron colocadas a su espalda, y su muñeca
izquierda fue bajada y también colocada en el aparato, que fue apretado con
varios clicks, apresándola.
La oficial Amy Cole guardó su revólver, y volteó a
su prisionera para verla de frente.
-Me
causaste muchos problemas Sherry- dijo Amy secamente, -pero haberte atrapado
hoy me compensa por la vergüenza que pasé al dejar que te escaparas ayer.
-Lo
siento por haber tenido que hacer lo que hice oficial. Pero sé quién se robó
realmente el dinero del banco, fue Marie Sanders, la nueva secretaria del señor
Wilberfoce, y justo ahora está en alguna de estas habitaciones.
Amy se asomó y vio el único vehículo estacionado
-¿es
ese su coche?
-Sí,
y estoy casi segura de que tiene el dinero con ella.
Amy vio con sospecha a la fugitiva que acababa de
atrapar.
-Mira
Amy- suplicó Sherry -ya sé que tienes que arrestarme, y no hay duda de que me
merezco estar esposada por lo que he hecho. Pero por favor, arréstala a ella
también, bajo cualquier pretexto que puedas. Tienes que detenerla ahora, o se
va a escapar y nunca la volveremos a ver.
Amy meditó alrededor de medio minuto. Tras ver una
vez más el coche rojo, tomó una decisión, pero en vez de decir nada, sus manos
alcanzaron el cinturón de Sherry, el cual desabrochó y le quitó, luego
desabotonó sus pantalones y se los bajó hasta el suelo.
-Quítatelos
Sherry estaba intrigada, pero obedeció.
-Siéntate-
ordenó Amy.
La chica se sentó en la orilla de la banqueta. Amy
le quitó los zapatos y los calcetines, y usó el cinturón para amarrarle los
tobillos, luego aventó los pantalones de mezclilla entre unos arbustos.
-La
arrestaré, pero antes me voy a asegurar que te quedes quieta, y que no se te
ocurra hacer ruido.
Dicho esto, sacó un pañuelo de su bolsillo y lo hizo
bola.
-Supongo
que me merezco esto- dijo la chica suspirando.
-Te
lo mereces- dijo Amy sin compasión al tiempo que le metía la tela en la boca.
Luego se aseguró de que no pudiera escupirlo, completando la mordaza con uno de
los calcetines que le acababa de quitar. Dio unos pasos atrás para ver su
trabajo, dando la espalda al coche rojo.
-No
es tan apretado como la manera en que tú me amarraste a mi, pero tendrá que ser
suficiente.
Mientras decía esto, Amy empezó a sacar la pistola
de su estuche, cuando vio que los ojos de su prisionera se abrían con urgencia,
y luego sintió algo duro clavarse en su espalda.
-Suelte
su pistola oficial- le ordenó Marie.
Con un gemido de frustración, Amy alejó la mano de
su arma, y Marie sacó esta del estuche, luego hizo a la policía darse la velta
y exclamó.
-Parece
que están jugando un juego muy divertido aquí afuera, ¿por qué no pasan a mi
habitación?, así podré jugar yo también.
Dora Wilberforce estaba perdida. Había usado el mapa
en el directorio para tratar de llegar al motel Saddle Tramp, pero desde su
coche todos los caminos parecían ser diferentes. Se había detenido a preguntar
en una gasolinera y preguntado. El empleado había asentido ante una pregunta
familiar. Luego le había comentado a otro cliente ahí parado que preguntaba por
el motel de los secretos, ambos la vieron obscenamente apreciando su cuerpo, y
le preguntaron que llevaba en una bolsa de papel que tenía en el coche. Cuando
les dijo que no era su asunto ambos rieron, pero finalmente le dieron indicaciones.
Pero después de esto, había vuelto a perder el rumbo,
los caminos parecían tener nombres equivocados, y llevaba un buen rato dando
vueltas sin rumbo. Estaba a punto de rendirse cuando vio la tienda abandonada
que le habían dado en la gasolinera como referencia. Ese camino si tenía el
nombre adecuado, así que se metió por el, poco más adelante, vio un letrero,
señalando el rumbo del motel, por fin iba bien.
Dora sacó la pistola que tenía a la mano en la bolsa
de papel, pensando que tal vez la necesitara pronto. En caso de que se
encontrara a Sherry o a Marie, dentro de la bolsa llevaba el resto del material
que necesitaría.
Copper Ryder avanzaba cansada por el camino. Había
sido cuidadosa de que no la vieran al principio de su escape, temerosa de que
Marie la viera al regresar al motel: Cuando la chica vio una nube de polvo en
el camino, que indicaba un coche acercarse, se había escondido entre unos
arbustos bien metidos fuera del camino. Ahí estuvo hasta que vio pasar el coche
rojo de su antigua captora. Después había visto mas polvo, y la joven
permaneció oculta ante la posibilidad de que se tratara de John Wilberforce u
otro aliado de Marie. Copper no había reconocido el sedán azul que pasó y que
seguía al auto de Marie.
Una vez que se alejaron, y antes de que pudiera
volver al camino, había visto una patrulla avanzar por el camino, tratando de
llamar la atención de alguno de los oficiales del sheriff la chica había
corrido y agitado las manos, pero el conductor no la había visto. Agotada, pero
sabiendo que todos sus posibles problemas ya habían pasado, la chica continuó
su rumbo, ahora sin intención de esconderse, era cuestión de tiempo para que un
auto más apareciera y le ofreciera un aventón.
Otro carro apareció dirigiéndose a ella. Desesperada
por encontrar ayuda, la chica se paró en medio del camino para que se
detuviera, mientras agitaba las manos para asegurar que la vieran. Le parecía
imposible que fuera nadie que estuviera aliada con Marie.
El coche, que era de color verde claro y claramente
muy caro, se detuvo. Copper corrió para cubrir la distancia que los separaba y
abrió la puerta del copiloto
-¡Por
favor!, necesito ayuda, me secuestraron y…
Se detuvo en seco al ver que la mujer que conducía
era Dora Wilberforce.
-Vaya
señorita Ryder, se te ve muy mal ¿qué te pasó?
Copper estaba perpleja, y no encontró que decir.
-¿Está
algo mal cariño?
-Eh…
pues no señora Wilberforce, sólo estoy sorprendida de ver a alguien que
conozco, no lo esperaba.
-¿Tal
vez estabas esperando a tu amiga Sherry?
La manera fría en que dijo el nombre de su amiga la
dejaron inquieta.
-Mire,
señora Wilberforce, se lo que usted y otras personas creen que hizo Sherry,
pero todos están equivocados, pero ahorita no importa si soy amiga de Sherry o
no, ¡necesito ayuda!
Dora la vio con simpatía.
-Claro
cariño, súbete al auto.
Copper se metió, pero al hacerlo tiró sin querer la
bolsa de papel al suelo, todo su contenido se salió y regó por el suelo del
auto. Copper se agachó para recogerlo, y descubrió que se trataba de muchos
metros de cuerdas, tanto de algodón como de cáñamo. Además había telas y dos
rollos de cinta adhesiva ancha y unas tijeras. Copper quedó perpleja, pero al
poco empezó a guardar todo en la bolsa. Sin embargo, no pudo evitar hablar.
-Cuanta
cuerda traes. ¿para qué es?
Al enderezarse se encontró con el cañón de la
pistola de Dora apuntándole, y con la mujer sonriendo malévolamente.
-Pues
son para ti, y para tus amigas cariño.
John Wilberforce abrió los ojos. Su cabeza le dolía
de nuevo, pero ahora no por la resaca del alcohol. Se llevó la mano a la frente
y vio sus dedos ensangrentando señalando su herida. Viendo fuera del auto
alcanzó a ver dos autos acercarse y detenerse cerca de él a un costado de la
carretera, también vio, más a lo lejos, el camión con el que estuvo a punto de
estrellarse, y que también se había salido del camino. El conductor de este
camión había bajado y corría hacia él. También vio las luces rojas de los autos
de la policía.
Al poco se dio cuenta que, a pesar del dolor, no
tenía heridas serias. Probó todas sus extremidades y podía moverlas sin
problemas, pero si estaba mareado, y por eso el ruido de un avión bajando hacia
la arena, aterrizando a una distancia prudente y levantando al hacerlo una nube
de polvo le pareció irreal, esto a pesar de que la arena se le metió en los
ojos.
Lo que si fue una alucinación fue el imaginar
billetes de cincuenta dólares alrededor de su cabeza, pero esto lo volvió a la
realidad. ¡el dinero! El paquete estaba abierto y las turbinas del avión
estaban causando que se regara por todo el lugar. Instintivamente empezó a
atraparlo, y entre sus dedos ensangrentados vio dos billetes de un dólar, y un
montón de recortes de revistas y periódicos.
Entonces se dio cuenta, ¡esa bruja de Marie lo había
traicionado! Casi acababa de morir, y lo había hecho por no más de cien dólares
en efectivo y un montón de papeles. Y lo peor es que ahora lo iban a meter en
la cárcel.
Sin saber si reír o llorar, hizo las dos cosas a la
vez.
Saludos y hasta la próxima.
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