Para quienes no lo recuerden, dejamos a Copper secuestrada en un motel, mientras estaba buscando ayudar a su amiga Sherry a probar su inocencia.
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Episodio 7
-Sí, voy a casa a dormir, aunque seguro estaré muy
solo sin ti.
El hombre alto que tenía un exceso de vaselina en su
cabello levantó su café y bebió mientras trataba de verse lo más casual posible.
La camarera pelirroja sonrió, esperó a que bajara la tasa y cuando lo hizo se
la rellenó.
-Bueno,
tendrá que aprovechar su tiempo de otro modo.
-Completamente
sólo, no es bueno para un hombre pasar tanto tiempo sin compañía.
La mesera se movió atrás de la barra y le mostró la
mano, donde uno de sus dedos lucía un anillo.
-Sería
peor si mi marido supiera que me estás hablando así.
-Por
lo menos yo nunca se lo contaría- dijo el hombre con una sonrisa.
La mujer sacudió la cabeza, pero siguió de buen
humor.
-¿Estás
seguro de que no me recuerdas, yo estuve en el bar donde trabajas el viernes
pasado, con mi esposo, seguro que lo recuerdas.
El hombre frunció el ceño y trató de hacer memoria,
al final la mesera le dio una pista.
-Era
el único que era más alto y fuerte que tú.
Los ojos del cantinero de abrieron, era obvio que lo
recordó.
-Ah
sí- dijo tartamudeando- perdona, no te reconocí, te ves diferente de uniforme.
La sonrisa indulgente se quedó en el rostro de la
mujer.
-Olvídalo,
es lindo sentirse atractiva- Luego vio un periódico olvidado en otro banco y se
lo señaló. -Mejor pasa tu tiempo con las tiras cómicas y los crucigramas.
El cantinero agarró el periódico, lo desdobló y vio
en la primera plana una foto de John Wilberforce que decía “Banquero
desaparecido buscado por autoridades para resolver misterio”, se puso a leer el
artículo.
La mesera le ofreció una nueva taza de café, pero el
tipo la ignoró concentrado en la lectura. Luego reaccionó, vio confundido a su
alrededor, y sin quitar su cara de asombro preguntó cuanto debía.
No espero la respuesta, dejó dos billetes en el
mostrador y salió aprisa, ignorando a la mujer que le preguntaba si no quería
su cambio.
-Listo-
dijo Marie con satisfacción -Esto te debe mantener bien quietecita mientras no
estoy.
Al decir esto contemplaba a Copper quien yacía en la
cama, completamente desnuda salvo por sus calzones, quien estaba una vez más
amarrada en un hogtie y amordazada. Marie la había colocado sobre su costado,
de modo que estuviera viendo hacia la ventana, y en posición diagonal sobre la
cama.
Como precaución extra, además de las cuerdas que
inmovilizaban sus extremidades, dos lazos más habían sido añadidos. Uno
sujetaba sus rodillas al poste de los pies de la cama, y otro iba de su cuello
a la cabecera de la esquina opuesta.
Copper vio a Marie con ojos suplicantes, claramente
alarmada por la cuerda atada sobre su garganta.
-Tómatelo
con calma Copper, no estoy intentando estrangularte, no es un nudo de ahorcado
y lo deje lo suficientemente flojo para que pueda moverte un poco cuando te
canses de estar de este lado. Eso sí, si yo fuera tú, no intentaría bajarme de
la cama.
La chica pareció relajarse un poco, y Marie la calmó
aún más.
-No
me habría tomado la molestia de ofrecerte agua ni de dejarte usar el baño si te
deseara algún mal. Si te portas bien y me esperas quietecita, tus problemas
estarán casi terminados. En cuanto recupere mi dinero me iré de la ciudad, pero
pasaré por aquí para quitar el letrero de no molestar de la puerta. Será
cuestión de tiempo para que una mucama te encuentre y podrás estar de vuelta a
tu vida. Si tienes suerte, hasta podrás probar que tu amiga Sherry es inocente.
Así que relájate que sólo te restan unas pocas horas más de estar amarrada. Si
me siento bondadosa, incluso te daré de comer antes de irme.
La rubia cubrió a Copper con la sábana, y tras
revisar que no hubiera nadie afuera la dejó. Minutos después la chica escuchó
el auto arrancar y alejarse, estaba sola.
El cuarto estaba oscuro, pues su captora cerró las
cortinas antes de irse, Copper estaba cálida bajo la sábana, pero como si lo
hubieran programado, el aire acondicionado se encendió de pronto. Era un
aparato ruidoso, y la chica pronto se dio cuenta que evitaría que nadie que
pasara pudiera oír los gemidos que soltara de atrás de su mordaza. La visita al
baño y el trago de agua le habían renovado el espíritu, y decidió probar de
nuevo a ver si ahora podía desatarse, si lo lograba limpiaría el nombre de
Sherry y se aseguraría de que atraparán a Marie.
-No
lo sé Winch- comentó Sky Ryder meditando. -Algo de lo que hemos deducido debe
estar mal.
Los dos hombres volvían de casa de Winchell tras
unas horas de dormir y un buen desayuno preparado por la esposa del sheriff,
quien manejaba la patrulla.
-¿Qué
otra respuesta hay Sky?, parece que Copper estuvo con Sherry un rato y la llevó
al apartamento de Marie. Después de que Sherry amarrara a las compañeras de
Marie se fueron de ahí, regresaron a tu rancho y entonces Sherry debió
traicionar a Copper, la amarró y escapó con ella como rehén. Después debió
atacar a la muchacha Hall para robarle el auto y fue a casa de los Wilberforce
a buscar el dinero. Me gustaría pensar que él la inculpó, pero no podemos
descartar que sean cómplices.
-Y
a todo esto ¿dónde está Wilberforce?
-Una
de dos, o Sherry ya lo encontró y no lo sabemos, o se estará escondiendo
sabiendo que la chica va tras él.
-O
él tiene el dinero y escapó con su amiga Marie- añadió Sky.
-Todo
eso es posible, ¿pero qué hacemos mientras descubrimos cual teoría es la
verdadera?- preguntó el sheriff.
-No
presumo ser un experto en la mente de las mujeres, pero dos cosas me parecen raras:
Copper no dejaría de ayudar a una amiga, y tampoco creo que Sherry sea el tipo
de persona que traiciona a otra, incluso si no quisiera la ayuda de mi sobrina,
¿para que se la llevaría de rehén? Lo lógico es que la hubiera dejado atada en
la casa.
-Entonces
¿qué crees que pasó?- preguntó el sheriff.
-Qué
te parece esto: Copper y Sherry descubrieron que Marie era cómplice de
Wilberforce, y es por eso que fueron a su departamento. Como no encontraron
evidencia, se fueron a La Diadema Voladora a trabajar en un plan. Vete a saber
qué se les ocurrió, pero Copper se debió quedar en casa y Sherry se fue sola.
En ese caso, puede ser Marie quien haya secuestrado a Copper.
-Y
cómo sabría Marie que Copper y Sherry estaban trabajando juntas?
-Porque
habló con el mismo vecino que nosotros, el debió decirle que las vio juntas,
tal y como nos lo dijo a nosotras, entonces debió haberlas seguido y capturado
Copper una vez que se quedó sola.
-Puede
ser. ¿Entonces dónde crees que estén?
-Sin
duda ocultándose. Wilberforce y Marie pueden estar trabajando juntos, o pueden
haberse traicionado el uno al otro. Podrían estar recuperando el dinero o
huyendo, pero como sea, debemos encontrarlos. Uno de los dos sabe dónde está
Copper,
-¿Y
Sherry también los está buscando?
-Probablemente,
pero no creo que tenga más claro donde hallarlos que nosotros.
Winchell estacionó afuera de la estación de policía,
y apenas bajaron cuando el oficial MacKeever se les acercó.
-Sheriff,
hay un hombre que tiene noticias que debe escuchar.
Aunque llegó antes del horario laboral, el guardia
del banco dejó pasar a Marie sin problemas. Era normal que las secretarias
llegaran temprano para terminar trabajo que les quedó pendiente.
Además, Marie vestía una falda ajustada y una blusa
con un generoso escote que dejaba ver lo suficiente de su cuerpo como para
incentivar a cualquier hombre a hacerle un favor.
Al momento en que el guardia abría la puerta, Marie
fingió ver una pelusa en su falda y se agachó para sacudirla. El guardia la vio
con tanto interés que las llaves se le cayeron al suelo, y ella rio con una
fingida inocencia.
Una vez que estaba dentro, Marie se fue a la oficina
de Wilberforce. Afuera de ésta, estaba su escritorio con todos sus instrumentos
de trabajo: una máquina de escribir, tinta para sellos, lápiz, plumas,
engrapadoras, etcétera. Junto a una ventana, estaba su única posesión personal,
una planta artificial en una maceta.
Viendo alrededor que no hubiera nadie, Marie jaló la
planta y la sacó de la maceta. La tierra escondía una caja, y dentro había un
montón de billetes envueltos en papel café. Sacó el paquete, repuso la planta
en su lugar. Abrió su bolso, abrió el paquete y empezó a revisar su contenido
cuando de pronto escuchó una voz alegre detrás de ella.
-Buenos
días Marie, llegaste muy temprano el día de hoy-
Cuando Marie volteó, un fajo de billetes cayó
accidentalmente al suelo. Patty Brennan, una linda secretaria de 25 años que
trabajaba para otro socio del banco vio sorprendida como un montón de billetes
de alta denominación se regaba por el suelo. Por un momento no pudo hablar
mientras asimilaba todo.
-Qu,
qu, qué…- fue todo lo que salió de su boca.
Marie metió la mano en su bolso, y con tranquilidad,
se dirigió a la chica.
-Voy
a necesitar tu ayuda Patty- dijo mientras sacaba una pequeña pistola que apuntó
hacia ella. -Primero, necesito que te quedes en silencio, y después, me vas a
acompañar al almacén.-
Sherry Johnson se tomó un trago de café de un vaso
desechable mientras esperaba en un sedán azul afuera del banco. Escondía su
identidad con lentes oscuros y una mascada, se había arriesgado a desayunar de
madrugada en una cafetería fuera de la ciudad, pero caminar por las calles no
era una opción. Había visto a Marie entrar al banco, minutos después, otra
mujer entró. Tenía que esperar a que su enemiga saliera para seguirla, no era
una misión difícil gracias a que conducía un llamativo deportivo rojo.
La mujer vio su reloj, eran apenas las siete de la
mañana, dudaba que Marie pretendiera trabajar todo el día, y sólo esperaba que
saliera lo más pronto posible, antes de que las calles se llenaran de gente, se
encogió en su asiento y esperó.
La oficial Amy Cole manejaba lentamente por uno de
los caminos secundarios cercanos al Rancho de ‘La Diadema Voladora’. Después de
liberar a Jeanne Hall y tomar su declaración, había dormido unas horas, pero ya
estaba trabajando de nuevo. El deseo de encarcelar a la mujer que la había
engañado para fugarse le daba toda la energía que necesita. Cuando se sentía
cansada, sólo necesitaba recordar como el día anterior estuvo atada en un
hogtie, amordazada y con los ojos vendados vistiendo sólo su ropa interior, o
las miradas divertidas de otros policías que no lograban esconder del todo para
despertar y volver con más ahínco a su tarea.
Con la descripción y el
número de placas del coche de Jeanne, estaba segura de que sería ella quien
capturaría a Sherry. Después de todo la mujer no era una criminal
experimentada, y cometería el error de mostrarse en cualquier lado. Cuando eso
pasara, estaría lista.
-No
sé de qué se trata todo esto Marie- reclamó Patty Brennan -Pero no tienes
derecho a hacerlo, y sabes que no te saldrás con la tuya.
Marie arrojó al suelo varias cuerdas que encontró
entre los estantes del almacén, seguía apuntando su arma contra Patty, igual y
como lo había hecho desde el momento en que la chica vio el dinero que tiró.
Marie había obligado a su colega a recoger los billetes, y a reforzar el
paquete con más cinta para evitar otro problema, después le ordenó que guardara
todo en su bolso. Camino al almacén, había dicho a la secretaria que recogiera
todo cordón y cuerda que se topara en el camino.
-Creo
que sabes perfectamente de qué se trata esto Patty- le contestó Marie -Y si me
voy a salir con la mía, ahora, Quítate la ropa.
Los ojos oscuros de Patty se abrieron por la
sorpresa y la alarma.
-Qu..
¿quieres que me quita mi ropa?
Marie sonrió con los labios.
-No
toda, sólo la mayor parte.
-No-
dijo indignada la chica -No lo voy a hacer.
Marie movió el martillo del arma cargándola, y
lentamente, con mucha reticencia, Patty alcanzó el primer botón de su blusa.
-Buena
chica. Esto no será más que una molestia para ti si haces lo que te digo. Soy
avara, pero no tengo sed de sangre.
-Entonces
tú fuiste quien se robó el dinero- dijo Patty mientras se quitaba la blusa,
revelando un sostén blanco de encaje bien llenado por sus pechos. -Sherry es inocente.
Sin responder ni soltar el arma, Sherry dio un paso
al frente y desabotonó la falda azul de su compañera.
-Quítatela
también- dijo y luego respondió -No puedo creer que ni tú ni el resto de las
chicas sospecharan nada. ¡Pobre Sherry!, todas sus amigas le dieron la espalda
tan pronto.
-Bueno,
algunas de nosotras nunca nos lo creímos- respondió Patty mientras se quitaba
la falda que arrojó a un lado.
-Puedes
dejarte el resto- dijo Marie-Ahora date la vuelta y pon tus manos a la espalda.
La secretaria en ropa interior no tenía opción, así
que obedeció y cruzó sus muñecas a su espalda. Marie dejó la pistola, tomó una
cuerda, y empezó a amarrarla.
-Junta
a todos los hombres que puedas Winch, búsquenlo por tierra, yo haré lo mismo en
El Colibrí.
Sky Ryder agarró la pistola que MacKeever le había
dado, y Winchell revisaba su propio revolver.
-Te
acerco al aerodromo Sky. MacKeever y Norris tomarán un auto, Barnes se
econtrará conmigo en el Garage Southend y Tyler y Rivera ya están avisados para
que se nos unan en cuanto puedan. Nosotros seis, contigo en el aire lo
encontraremos.
-Amy
Cole también está de vuelta en servicio Sheriff- dijo MacKeever -Sé que le dijo
que descansara, pero se reportó a servicio hace media hora y está buscando el
auto de la chica Hall.
Winchell asintió.
-La
llamaremos, y el resto del equipo que siga patrullando la ciudad, ¿estás listo
Sky?
-Listo
Winch, vamos.
John Wilberforce manejaba con extremo cuidado de no
rebasar el límite de velocidad, mientras avanzaba por la carretera que salía al
sur de Kermit. Iba especialmente lento cuando pasaba por alguna población, pues
no quería darle a ningún policía en ningún lado motivo para detenerlo. También
evitó la ruta que cruzaba la ciudad de Phoenix, pues ahí había demasiados
policías. En unas cuantas horas llegaría a México y sería libre.
Marie terminó de atar la segunda de dos largas
cuerdas con la que sujetó los brazos de Patty a su torso, y luego vio una silla
sin brazos en una esquina del almacén. Llevó a su prisionera en ropa interior
hasta ella, y la obligó a sentarse. Después agarró otra pequeña cuerda para
amarrar los tobillos de Patty.
-Marie,
por favor, no me dejes así- suplicó la secretaria de cabello oscuro -no le voy
a decir a nadie lo que vi, y me esperaré todo el tiempo que me digas.
-Claro
que vas a esperar: todo el tiempo que le tome a alguien bajar aquí a buscar
algún material. Lo siento por ti, pero no puedo creer en tu palabra de que no
alertarás a la policía. Y lo siento también por desvestirte, pero así estoy
completamente segura de que estás bien amarrada, y probablemente, menos ansiosa
de salir corriendo a pedir ayuda en el pasillo si de casualidad consigues escapar.
Terminó de amarrar los pies de Patty y se levantó.
Buscó en los estantes y encontró más cuerda. Usó buena parte de estos para
amarrar el cuerpo de Patty al respaldo de la silla, y luego sus tobillos a una
de las patas. Había dejado que la chica se quedara calzando sus tacones, lo que
le dificultaría tener equilibrio y comodidad para tratar de desamarrarse.
Tras terminar de amarrarla, Marie tomó un rollo de
cinta plateada, y la blusa que hasta hace unos minutos Patty vestía. La
criminal arrancó las dos mangas de la blusa, enrolló una en una bola y la puso
dentro de la otra, atando un nudo al centro de esta para completar lo que sería
una mordaza.
-Sabes
para qué es esto… ¿Verdad Patty?- preguntó con dulzura.
-No,
por favor, no lo hagas, te juro que no gritaré, ¡por favmmmppphh!
Marie metió el centro anudado de la manga en la boca
de Patty, y ató los extremos detrás de su cabeza.
-Relájate
Patty, resistirte no te hará ningún bien. Sólo cálmate y acéptalo, no será tan
malo si no peleas contra mi.
La mujer dejó de retorcerse y permitió que Marie
terminara de amarrar la mordaza.
-¿Puedes
respirar bien?
Patty inhaló profundamente, volteó a su captora y
asintió.
-Perfecto-
dijo mientras cortaba trozos del rollo de cinta y los pegaba sobre sus labios.
-¿sigues
bien después de esto?
Patty volvió a probar y volvió a asentir.
-Excelente,
sólo resígnate y estarás bien-
Marie volteó a ver su reloj.
-El
resto del banco llegará a trabajar en unos 45 minutos, después de eso, no creo
que tome más de un par de horas hasta que alguien pase por aquí, y ya verás que
te convertirás en la chica consentida una vez que te rescaten.
Frunció el ceño y con un dedo alzó uno de los
tirantes del sostén de Patty, que dejó caer hacia un lado.
-Especialmente
cuando te encuentren así. Bueno, ha sido divertido, pero tengo que irme.
Recogió el resto de la blusa y la falda de Patty y
salió, cerrando la puerta tras ella. Hizo una parada técnica en el baño de
mujeres, tiró la ropa en un basurero y salió de la sucursal. Le informó al
guardia que ya se había puesto al día con el trabajo, y que se iba a desayunar
antes de que abrieran al público. Al irse fingió que tenía una basurita en el
zapato, y, con una nueva risa inocente, se volvió a agachar sugerentemente,
permitiendo al guardia ver su escote, y su trasero. El guardia, volvió a dejar
caer las llaves, que recogió mientras la mujer se iba.
Sherry Johnson vio a Marie salir del edificio y
subir a su auto. Entonces, prendió su motor y se dispuso a seguirla.
Después de trabajar por tantas horas sin ningún
resultado, Copper no podía creerlo cuando finalmente sintió que las ataduras
que inmovilizaban sus muñecas comenzaban a ceder. Sin darse cuenta como, había
logrado aflojarlas suficiente como para soltar una mano. ¡era libre!
Bueno, no exactamente, aún había más de media docena
de cuerdas sujetando diversas partes de su anatomía, además de la mordaza que
la silenciaba y los lazos que la anclaban a la cama. Pero con sus manos libres,
en poco tiempo lidiaría con todas ellas.
La chica movió la mano a su rostro y despegó la
cinta de su boca. Tras desatar la tela tras su cabeza, se quitó la mordaza y
escupió el relleno de su boca, después desató la cuerda alrededor de su cuello
y empezó qué haría tras escapar.
Había un teléfono en el cuarto, pero sospechaba que
sólo conectaría con la oficina del motel, y la chica prefería no confiar en
quienquiera que fuera el gerente, si Marie se había ido tan tranquila,
seguramente era porque lo había sobornado. Tal vez sólo se limitara a no ver lo
que ocurría y no querría ser parte de nada ilegal, pero no podía arriesgarse,
escaparía sola.
Primero necesitaba ropa, seguramente la que Marie
había usado ayer estaba en algún cajón, estaría arrugada y le quedaría grande,
pero era lo único que había. Tras liberar sus piernas, la chica tuvo que
esperar un poco a recuperar la circulación y poder pararse, pero finalmente
pudo hacerlo.
Diez minutos después, Copper salió de la habitación,
se veía ridícula con la ropa que en Marie era sexy, además de que no tenía sostén
ni zapatos, pero la chica salió sin miedo. Vio a ambos lados del cuarto que
había sido su prisión, no había un alma, y en la oficina tampoco se veía a
nadie trabajando, así que Copper caminó hasta la carretera.
Al salir, vio el letrero del motel, que tenía una
señal de luces de neón con un vaquero sobre una silla de montar en la que
estaba su sombrero.
-Motel
Saddle Tramp- dijo en voz alta, feliz de finalmente poder hablar y oír su voz
-qué clase de gente usa un lugar como este.
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