20 de enero de 2017

Inculpada de Frank Knebel - Capítulo 7

Por fin tenemos la séptima entrega de la segunda aventura de Copper Ryder.
Para quienes no lo recuerden, dejamos a Copper secuestrada en un motel, mientras estaba buscando ayudar a su amiga Sherry a probar su inocencia.

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Episodio 7



-Sí, voy a casa a dormir, aunque seguro estaré muy solo sin ti.
El hombre alto que tenía un exceso de vaselina en su cabello levantó su café y bebió mientras trataba de verse lo más casual posible. La camarera pelirroja sonrió, esperó a que bajara la tasa y cuando lo hizo se la rellenó.
            -Bueno, tendrá que aprovechar su tiempo de otro modo.
            -Completamente sólo, no es bueno para un hombre pasar tanto tiempo sin compañía.
La mesera se movió atrás de la barra y le mostró la mano, donde uno de sus dedos lucía un anillo.
            -Sería peor si mi marido supiera que me estás hablando así.
            -Por lo menos yo nunca se lo contaría- dijo el hombre con una sonrisa.
La mujer sacudió la cabeza, pero siguió de buen humor.
            -¿Estás seguro de que no me recuerdas, yo estuve en el bar donde trabajas el viernes pasado, con mi esposo, seguro que lo recuerdas.
El hombre frunció el ceño y trató de hacer memoria, al final la mesera le dio una pista.
            -Era el único que era más alto y fuerte que tú.
Los ojos del cantinero de abrieron, era obvio que lo recordó.
            -Ah sí- dijo tartamudeando- perdona, no te reconocí, te ves diferente de uniforme.
La sonrisa indulgente se quedó en el rostro de la mujer.
            -Olvídalo, es lindo sentirse atractiva- Luego vio un periódico olvidado en otro banco y se lo señaló. -Mejor pasa tu tiempo con las tiras cómicas y los crucigramas.
El cantinero agarró el periódico, lo desdobló y vio en la primera plana una foto de John Wilberforce que decía “Banquero desaparecido buscado por autoridades para resolver misterio”, se puso a leer el artículo.
La mesera le ofreció una nueva taza de café, pero el tipo la ignoró concentrado en la lectura. Luego reaccionó, vio confundido a su alrededor, y sin quitar su cara de asombro preguntó cuanto debía.
No espero la respuesta, dejó dos billetes en el mostrador y salió aprisa, ignorando a la mujer que le preguntaba si no quería su cambio.


            -Listo- dijo Marie con satisfacción -Esto te debe mantener bien quietecita mientras no estoy.
Al decir esto contemplaba a Copper quien yacía en la cama, completamente desnuda salvo por sus calzones, quien estaba una vez más amarrada en un hogtie y amordazada. Marie la había colocado sobre su costado, de modo que estuviera viendo hacia la ventana, y en posición diagonal sobre la cama.
Como precaución extra, además de las cuerdas que inmovilizaban sus extremidades, dos lazos más habían sido añadidos. Uno sujetaba sus rodillas al poste de los pies de la cama, y otro iba de su cuello a la cabecera de la esquina opuesta.
Copper vio a Marie con ojos suplicantes, claramente alarmada por la cuerda atada sobre su garganta.
            -Tómatelo con calma Copper, no estoy intentando estrangularte, no es un nudo de ahorcado y lo deje lo suficientemente flojo para que pueda moverte un poco cuando te canses de estar de este lado. Eso sí, si yo fuera tú, no intentaría bajarme de la cama.
La chica pareció relajarse un poco, y Marie la calmó aún más.
            -No me habría tomado la molestia de ofrecerte agua ni de dejarte usar el baño si te deseara algún mal. Si te portas bien y me esperas quietecita, tus problemas estarán casi terminados. En cuanto recupere mi dinero me iré de la ciudad, pero pasaré por aquí para quitar el letrero de no molestar de la puerta. Será cuestión de tiempo para que una mucama te encuentre y podrás estar de vuelta a tu vida. Si tienes suerte, hasta podrás probar que tu amiga Sherry es inocente. Así que relájate que sólo te restan unas pocas horas más de estar amarrada. Si me siento bondadosa, incluso te daré de comer antes de irme.
La rubia cubrió a Copper con la sábana, y tras revisar que no hubiera nadie afuera la dejó. Minutos después la chica escuchó el auto arrancar y alejarse, estaba sola.
El cuarto estaba oscuro, pues su captora cerró las cortinas antes de irse, Copper estaba cálida bajo la sábana, pero como si lo hubieran programado, el aire acondicionado se encendió de pronto. Era un aparato ruidoso, y la chica pronto se dio cuenta que evitaría que nadie que pasara pudiera oír los gemidos que soltara de atrás de su mordaza. La visita al baño y el trago de agua le habían renovado el espíritu, y decidió probar de nuevo a ver si ahora podía desatarse, si lo lograba limpiaría el nombre de Sherry y se aseguraría de que atraparán a Marie.


            -No lo sé Winch- comentó Sky Ryder meditando. -Algo de lo que hemos deducido debe estar mal.
Los dos hombres volvían de casa de Winchell tras unas horas de dormir y un buen desayuno preparado por la esposa del sheriff, quien manejaba la patrulla.
            -¿Qué otra respuesta hay Sky?, parece que Copper estuvo con Sherry un rato y la llevó al apartamento de Marie. Después de que Sherry amarrara a las compañeras de Marie se fueron de ahí, regresaron a tu rancho y entonces Sherry debió traicionar a Copper, la amarró y escapó con ella como rehén. Después debió atacar a la muchacha Hall para robarle el auto y fue a casa de los Wilberforce a buscar el dinero. Me gustaría pensar que él la inculpó, pero no podemos descartar que sean cómplices.
            -Y a todo esto ¿dónde está Wilberforce?
            -Una de dos, o Sherry ya lo encontró y no lo sabemos, o se estará escondiendo sabiendo que la chica va tras él.
            -O él tiene el dinero y escapó con su amiga Marie- añadió Sky.
            -Todo eso es posible, ¿pero qué hacemos mientras descubrimos cual teoría es la verdadera?- preguntó el sheriff.
            -No presumo ser un experto en la mente de las mujeres, pero dos cosas me parecen raras: Copper no dejaría de ayudar a una amiga, y tampoco creo que Sherry sea el tipo de persona que traiciona a otra, incluso si no quisiera la ayuda de mi sobrina, ¿para que se la llevaría de rehén? Lo lógico es que la hubiera dejado atada en la casa.
            -Entonces ¿qué crees que pasó?- preguntó el sheriff.
            -Qué te parece esto: Copper y Sherry descubrieron que Marie era cómplice de Wilberforce, y es por eso que fueron a su departamento. Como no encontraron evidencia, se fueron a La Diadema Voladora a trabajar en un plan. Vete a saber qué se les ocurrió, pero Copper se debió quedar en casa y Sherry se fue sola. En ese caso, puede ser Marie quien haya secuestrado a Copper.
            -Y cómo sabría Marie que Copper y Sherry estaban trabajando juntas?
            -Porque habló con el mismo vecino que nosotros, el debió decirle que las vio juntas, tal y como nos lo dijo a nosotras, entonces debió haberlas seguido y capturado Copper una vez que se quedó sola.
            -Puede ser. ¿Entonces dónde crees que estén?
            -Sin duda ocultándose. Wilberforce y Marie pueden estar trabajando juntos, o pueden haberse traicionado el uno al otro. Podrían estar recuperando el dinero o huyendo, pero como sea, debemos encontrarlos. Uno de los dos sabe dónde está Copper,
            -¿Y Sherry también los está buscando?
            -Probablemente, pero no creo que tenga más claro donde hallarlos que nosotros.
Winchell estacionó afuera de la estación de policía, y apenas bajaron cuando el oficial MacKeever se les acercó.
            -Sheriff, hay un hombre que tiene noticias que debe escuchar.


Aunque llegó antes del horario laboral, el guardia del banco dejó pasar a Marie sin problemas. Era normal que las secretarias llegaran temprano para terminar trabajo que les quedó pendiente.
Además, Marie vestía una falda ajustada y una blusa con un generoso escote que dejaba ver lo suficiente de su cuerpo como para incentivar a cualquier hombre a hacerle un favor.
Al momento en que el guardia abría la puerta, Marie fingió ver una pelusa en su falda y se agachó para sacudirla. El guardia la vio con tanto interés que las llaves se le cayeron al suelo, y ella rio con una fingida inocencia.
Una vez que estaba dentro, Marie se fue a la oficina de Wilberforce. Afuera de ésta, estaba su escritorio con todos sus instrumentos de trabajo: una máquina de escribir, tinta para sellos, lápiz, plumas, engrapadoras, etcétera. Junto a una ventana, estaba su única posesión personal, una planta artificial en una maceta.
Viendo alrededor que no hubiera nadie, Marie jaló la planta y la sacó de la maceta. La tierra escondía una caja, y dentro había un montón de billetes envueltos en papel café. Sacó el paquete, repuso la planta en su lugar. Abrió su bolso, abrió el paquete y empezó a revisar su contenido cuando de pronto escuchó una voz alegre detrás de ella.
            -Buenos días Marie, llegaste muy temprano el día de hoy-
Cuando Marie volteó, un fajo de billetes cayó accidentalmente al suelo. Patty Brennan, una linda secretaria de 25 años que trabajaba para otro socio del banco vio sorprendida como un montón de billetes de alta denominación se regaba por el suelo. Por un momento no pudo hablar mientras asimilaba todo.
            -Qu, qu, qué…- fue todo lo que salió de su boca.
Marie metió la mano en su bolso, y con tranquilidad, se dirigió a la chica.
            -Voy a necesitar tu ayuda Patty- dijo mientras sacaba una pequeña pistola que apuntó hacia ella. -Primero, necesito que te quedes en silencio, y después, me vas a acompañar al almacén.-


Sherry Johnson se tomó un trago de café de un vaso desechable mientras esperaba en un sedán azul afuera del banco. Escondía su identidad con lentes oscuros y una mascada, se había arriesgado a desayunar de madrugada en una cafetería fuera de la ciudad, pero caminar por las calles no era una opción. Había visto a Marie entrar al banco, minutos después, otra mujer entró. Tenía que esperar a que su enemiga saliera para seguirla, no era una misión difícil gracias a que conducía un llamativo deportivo rojo.
La mujer vio su reloj, eran apenas las siete de la mañana, dudaba que Marie pretendiera trabajar todo el día, y sólo esperaba que saliera lo más pronto posible, antes de que las calles se llenaran de gente, se encogió en su asiento y esperó.


La oficial Amy Cole manejaba lentamente por uno de los caminos secundarios cercanos al Rancho de ‘La Diadema Voladora’. Después de liberar a Jeanne Hall y tomar su declaración, había dormido unas horas, pero ya estaba trabajando de nuevo. El deseo de encarcelar a la mujer que la había engañado para fugarse le daba toda la energía que necesita. Cuando se sentía cansada, sólo necesitaba recordar como el día anterior estuvo atada en un hogtie, amordazada y con los ojos vendados vistiendo sólo su ropa interior, o las miradas divertidas de otros policías que no lograban esconder del todo para despertar y volver con más ahínco a su tarea.
Con la descripción y el número de placas del coche de Jeanne, estaba segura de que sería ella quien capturaría a Sherry. Después de todo la mujer no era una criminal experimentada, y cometería el error de mostrarse en cualquier lado. Cuando eso pasara, estaría lista.


            -No sé de qué se trata todo esto Marie- reclamó Patty Brennan -Pero no tienes derecho a hacerlo, y sabes que no te saldrás con la tuya.
Marie arrojó al suelo varias cuerdas que encontró entre los estantes del almacén, seguía apuntando su arma contra Patty, igual y como lo había hecho desde el momento en que la chica vio el dinero que tiró. Marie había obligado a su colega a recoger los billetes, y a reforzar el paquete con más cinta para evitar otro problema, después le ordenó que guardara todo en su bolso. Camino al almacén, había dicho a la secretaria que recogiera todo cordón y cuerda que se topara en el camino.
            -Creo que sabes perfectamente de qué se trata esto Patty- le contestó Marie -Y si me voy a salir con la mía, ahora, Quítate la ropa.
Los ojos oscuros de Patty se abrieron por la sorpresa y la alarma.
            -Qu.. ¿quieres que me quita mi ropa?
Marie sonrió con los labios.
            -No toda, sólo la mayor parte.
            -No- dijo indignada la chica -No lo voy a hacer.
Marie movió el martillo del arma cargándola, y lentamente, con mucha reticencia, Patty alcanzó el primer botón de su blusa.
            -Buena chica. Esto no será más que una molestia para ti si haces lo que te digo. Soy avara, pero no tengo sed de sangre.
            -Entonces tú fuiste quien se robó el dinero- dijo Patty mientras se quitaba la blusa, revelando un sostén blanco de encaje bien llenado por sus pechos. -Sherry es inocente.
Sin responder ni soltar el arma, Sherry dio un paso al frente y desabotonó la falda azul de su compañera.
            -Quítatela también- dijo y luego respondió -No puedo creer que ni tú ni el resto de las chicas sospecharan nada. ¡Pobre Sherry!, todas sus amigas le dieron la espalda tan pronto.
            -Bueno, algunas de nosotras nunca nos lo creímos- respondió Patty mientras se quitaba la falda que arrojó a un lado.
            -Puedes dejarte el resto- dijo Marie-Ahora date la vuelta y pon tus manos a la espalda.
La secretaria en ropa interior no tenía opción, así que obedeció y cruzó sus muñecas a su espalda. Marie dejó la pistola, tomó una cuerda, y empezó a amarrarla.


            -Junta a todos los hombres que puedas Winch, búsquenlo por tierra, yo haré lo mismo en El Colibrí.
Sky Ryder agarró la pistola que MacKeever le había dado, y Winchell revisaba su propio revolver.
            -Te acerco al aerodromo Sky. MacKeever y Norris tomarán un auto, Barnes se econtrará conmigo en el Garage Southend y Tyler y Rivera ya están avisados para que se nos unan en cuanto puedan. Nosotros seis, contigo en el aire lo encontraremos.
            -Amy Cole también está de vuelta en servicio Sheriff- dijo MacKeever -Sé que le dijo que descansara, pero se reportó a servicio hace media hora y está buscando el auto de la chica Hall.
Winchell asintió.
            -La llamaremos, y el resto del equipo que siga patrullando la ciudad, ¿estás listo Sky?
            -Listo Winch, vamos.


John Wilberforce manejaba con extremo cuidado de no rebasar el límite de velocidad, mientras avanzaba por la carretera que salía al sur de Kermit. Iba especialmente lento cuando pasaba por alguna población, pues no quería darle a ningún policía en ningún lado motivo para detenerlo. También evitó la ruta que cruzaba la ciudad de Phoenix, pues ahí había demasiados policías. En unas cuantas horas llegaría a México y sería libre.


Marie terminó de atar la segunda de dos largas cuerdas con la que sujetó los brazos de Patty a su torso, y luego vio una silla sin brazos en una esquina del almacén. Llevó a su prisionera en ropa interior hasta ella, y la obligó a sentarse. Después agarró otra pequeña cuerda para amarrar los tobillos de Patty.
            -Marie, por favor, no me dejes así- suplicó la secretaria de cabello oscuro -no le voy a decir a nadie lo que vi, y me esperaré todo el tiempo que me digas.
            -Claro que vas a esperar: todo el tiempo que le tome a alguien bajar aquí a buscar algún material. Lo siento por ti, pero no puedo creer en tu palabra de que no alertarás a la policía. Y lo siento también por desvestirte, pero así estoy completamente segura de que estás bien amarrada, y probablemente, menos ansiosa de salir corriendo a pedir ayuda en el pasillo si de casualidad consigues escapar.
Terminó de amarrar los pies de Patty y se levantó. Buscó en los estantes y encontró más cuerda. Usó buena parte de estos para amarrar el cuerpo de Patty al respaldo de la silla, y luego sus tobillos a una de las patas. Había dejado que la chica se quedara calzando sus tacones, lo que le dificultaría tener equilibrio y comodidad para tratar de desamarrarse.
Tras terminar de amarrarla, Marie tomó un rollo de cinta plateada, y la blusa que hasta hace unos minutos Patty vestía. La criminal arrancó las dos mangas de la blusa, enrolló una en una bola y la puso dentro de la otra, atando un nudo al centro de esta para completar lo que sería una mordaza.
            -Sabes para qué es esto… ¿Verdad Patty?- preguntó con dulzura.
            -No, por favor, no lo hagas, te juro que no gritaré, ¡por favmmmppphh!
Marie metió el centro anudado de la manga en la boca de Patty, y ató los extremos detrás de su cabeza.
            -Relájate Patty, resistirte no te hará ningún bien. Sólo cálmate y acéptalo, no será tan malo si no peleas contra mi.
La mujer dejó de retorcerse y permitió que Marie terminara de amarrar la mordaza.
            -¿Puedes respirar bien?
Patty inhaló profundamente, volteó a su captora y asintió.
            -Perfecto- dijo mientras cortaba trozos del rollo de cinta y los pegaba sobre sus labios.
            -¿sigues bien después de esto?
Patty volvió a probar y volvió a asentir.
            -Excelente, sólo resígnate y estarás bien-
Marie volteó a ver su reloj.
            -El resto del banco llegará a trabajar en unos 45 minutos, después de eso, no creo que tome más de un par de horas hasta que alguien pase por aquí, y ya verás que te convertirás en la chica consentida una vez que te rescaten.
Frunció el ceño y con un dedo alzó uno de los tirantes del sostén de Patty, que dejó caer hacia un lado.
            -Especialmente cuando te encuentren así. Bueno, ha sido divertido, pero tengo que irme.
Recogió el resto de la blusa y la falda de Patty y salió, cerrando la puerta tras ella. Hizo una parada técnica en el baño de mujeres, tiró la ropa en un basurero y salió de la sucursal. Le informó al guardia que ya se había puesto al día con el trabajo, y que se iba a desayunar antes de que abrieran al público. Al irse fingió que tenía una basurita en el zapato, y, con una nueva risa inocente, se volvió a agachar sugerentemente, permitiendo al guardia ver su escote, y su trasero. El guardia, volvió a dejar caer las llaves, que recogió mientras la mujer se iba.


Sherry Johnson vio a Marie salir del edificio y subir a su auto. Entonces, prendió su motor y se dispuso a seguirla.


Después de trabajar por tantas horas sin ningún resultado, Copper no podía creerlo cuando finalmente sintió que las ataduras que inmovilizaban sus muñecas comenzaban a ceder. Sin darse cuenta como, había logrado aflojarlas suficiente como para soltar una mano. ¡era libre!
Bueno, no exactamente, aún había más de media docena de cuerdas sujetando diversas partes de su anatomía, además de la mordaza que la silenciaba y los lazos que la anclaban a la cama. Pero con sus manos libres, en poco tiempo lidiaría con todas ellas.
La chica movió la mano a su rostro y despegó la cinta de su boca. Tras desatar la tela tras su cabeza, se quitó la mordaza y escupió el relleno de su boca, después desató la cuerda alrededor de su cuello y empezó qué haría tras escapar.
Había un teléfono en el cuarto, pero sospechaba que sólo conectaría con la oficina del motel, y la chica prefería no confiar en quienquiera que fuera el gerente, si Marie se había ido tan tranquila, seguramente era porque lo había sobornado. Tal vez sólo se limitara a no ver lo que ocurría y no querría ser parte de nada ilegal, pero no podía arriesgarse, escaparía sola.
Primero necesitaba ropa, seguramente la que Marie había usado ayer estaba en algún cajón, estaría arrugada y le quedaría grande, pero era lo único que había. Tras liberar sus piernas, la chica tuvo que esperar un poco a recuperar la circulación y poder pararse, pero finalmente pudo hacerlo.
Diez minutos después, Copper salió de la habitación, se veía ridícula con la ropa que en Marie era sexy, además de que no tenía sostén ni zapatos, pero la chica salió sin miedo. Vio a ambos lados del cuarto que había sido su prisión, no había un alma, y en la oficina tampoco se veía a nadie trabajando, así que Copper caminó hasta la carretera.
Al salir, vio el letrero del motel, que tenía una señal de luces de neón con un vaquero sobre una silla de montar en la que estaba su sombrero.
            -Motel Saddle Tramp- dijo en voz alta, feliz de finalmente poder hablar y oír su voz -qué clase de gente usa un lugar como este.

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