28 de marzo de 2014

Ivonne Montero atada a la cama final

Ufff. Estaba un poco nervioso porque algo ocurrió que me obligó a eliminar mi cuenta anterior y a crear otra nueva. Por lo que tuve que mudar la administración del blog y estaba un poco nervioso de que todo el trabajo de años desapareciera. Pero terminado el proceso todo está bien y ustedes no notarán ningún cambio. La dirección sigue siendo la misma, yo seguiré escribiendo igual y me pueden seguir contactando como siempre en boundinmexico@gmail.com con sus comentarios, sugerencias, colaboraciones, felicitaciones o lo que quieran.
En fin, volvemos al tema de las últimas dos semanas que es la escena de bondage de Ivonne Montero en los últimos episodios de la novela Hombre Tenías que Ser. Como comenté antes fue una escena que duró cinco episodios y que por su extensión tuve que dividir en tres partes, las que pueden ver aquí y aquí. Hpy traigo la tercera parte y final donde la actriz sigue cautiva y atada a la cama de pies y manos. La escena tiene cosas interesantes, por un lado el villano por fin amordaza a Ivonne, aunque lamentablemente la escena es muy chiquita (no hubiera sido mejor dejarle la cinta en los labios), por el otro Ivonne intenta escapar sin éxito y finalmente llega la clásica escena del rescate, donde incluso el policía dice "disculpe la desamarro" tras demorarse un poco en empezar a liberar a la cautiva.



Como siempre bien por los guionistas que conciben escenas de bondage para sus novelas, ya saben que si siguen por ese camino y buscan pretextos para mostrar atadas y amordazadas a actrices guapas, siempre que me entere por acá pasará la información y la promoción gratuita jejeje.

Saludos y hasta la próxima.

25 de marzo de 2014

Dejah Thoris de nuevo encadenada

Damos un descanso a Ivonne Montero, cuya aventura bondagera termino el viernes. Y para dar variedad a las entradas volvemos al mundo del cómic donde aún tenemos imágenes de Dejah Thoris encadenada en las portadas de la serie de comics Warlord of Mars de Dynamite Entertainment. Como saben los que siguen este blog, los dibujantes de Dynamite se han dado cuenta de que la imagen de la damisela en apuros siempre llama la atención, y por ende es muy frecuente que la voluptuosa protagonista de su comic aparezca encadenada en sus portadas, aún si en las páginas interiores es más raro verla prisionera.
Como siempre apoyamos ver imágenes de bondage con cualquier pretexto, entonces cada que sale una nueva portada con la bella princesa marciana sometida, por acá la compartimos y de paso le hacemos promoción al comic, cuyas buenas costumbres en el ámbito del bondage lo hacen merecedor de muchas ventas jejeje.

Warlord of Mars: Dejah Thoris #34
La portada corresponde al número 34 de la serie Dejah Thoris, y en la portada la princesa, como siempre, desafía estereotipos. Puede estar encadenada, pero se necesita más que inmovilizarla para someterla, y aquí, cadenas o no, ella sigue defendiéndose con una espada. Que sean otras las damiselas en apuros.

21 de marzo de 2014

Ivonne Montero atada a la cama

Continuamos con las escenas de Bondage que aparecieron en los capítulos finales de la telenovela Hombre Tenías Que Ser. En la publicación anterior vimos como el personaje de Ivonne Montero fue secuestrado. La actriz fue primero atada con cinta y luego a la cama con cuerdas verdes. Es en esta posición donde la veremos casi el resto del tiempo de su cautiverio, y así ocurre con el video de hoy, que contiene las escenas de Ivonne amarrada en los episodios 101 y 102. Aquí además vemos como la mujer no puede hacer nada para evitar ser bañada por su captor (no se ve nada pero se sugiere)

En fin les dejo el video y nos queda pendiente la última parte de esta larga escena, donde aparte de ser atada a la cama habrá una (muy breve) escena con mordaza.

18 de marzo de 2014

Ivonne Montero secuestrada en Hombre Tenías que ser

Aunque ando en España, mantengo un ojo en México por lo que pueda enterarme del bondage nacional. Y para hoy tenemos una buena escena que se dio en los capítulos finales de la telenovela de TV Azteca Hombre Tenías Que Ser. La escena fue muy buena porque, en la mejor tradición de las telenovelas, no duró un episodio, sino cinco, en los cuales la actriz Ivonne Montero estuvo esperando a ser rescatada de su prisión.
Ivonne Montero, chilanga, fue secuestrada en el episodio 100 donde primero la ataron con cinta adhesiva, y luego la pasaron a una cama, donde fue amarrada con cuerdas de pies y manos y donde pasó casi el resto de su cautiverio. Lo único malo es que las mordazas brillaron por su ausencia, en el primer episodio su secuestrador le dio a elegir entre estarse callada o ser amordazada con cinta, y lamentablemente para nosotros la chica eligió la primera opción. ¿qué clase de villano no amordaza a su damisela? bah.
Pero fuera de eso estuvo muy bien, las escenas fueron largas, Ivonne hizo lo suyo por escapar y tuvo escenas donde sufrió auténticamente su cautiverio al experimentar la indefensión al máximo.

La escena por todo lo que se extendió es muy larga, y por los límites de carga de videos en Blogger no puedo ponérselas completa, así que la partí en varios videos. Hoy va la primera que son todas las escenas del episodio 100 de la novela.


Estén atentos para la continuacón de la escena en futuras entradas.

14 de marzo de 2014

Venezuela amordazada en Twitter

Venezuela sigue estando en las noticias por razones que desearía no hubiera. Pero dado que el país sigue estando de actualidad, sigue siendo un poco más sencillo encontrar imágenes de Bondage de aquellas latitudes.
Es el caso de la imagen que les traigo hoy, es de un página de Twitter y nos muestra a una venezolana amordazada con la bandera de su país y con la de Cuba. Difiere de la imagen que puse hace algunos días en  que la expresión de la damisela, poniendo la imagen en su contexto, revela mucho de las ideas de quienes manejan la cuenta. En fin eso es materia para otras páginas, aquí nos quedamos con la mordaza.

Gagged venezuelan

11 de marzo de 2014

Un pasatiempo en común, parte 2

Los dejé esperando el bondage en la primera entrada de esta historia. Pero su paciencia se verá recompensada, porque aquí tienen la segunda parte y tiene lo bueno.

Todas las historias de bondage del blog están aquí


Un pasatiempo en común, parte 2

Resultó que ella vivía a tan sólo dos cuadras del bar. Al llegar abrió la puerta y me dejó pasar a un pequeño 
y ordenado piso. Después se quitó su abrigo y se quedó de pie viéndome. Parecía que se había deshecho 
de su iniciativa a la vez que se quitó su abrigo, y esperaba a que yo empezara el juego.
               Caminé hacia ella y la abracé.
-¿estás segura que me tienes suficiente confianza para hacer esto?- le pregunté
Ella volteó los ojos hacia los míos, sonrió y asintió, aunque pude notar que estaba algo insegura. 
Fue entonces que me di cuenta de algo.
-Nunca has hecho esto antes, ¿verdad?-
-No- me respondió –y creo que tú tampoco-
Esta vez fui yo quien respondió con una sonrisa tonta.
Agarré sus antebrazos con mis manos y gentilmente los coloqué en su espalda, haciendo que cruzara sus
 muñecas. Sentí como su respiración se agitaba mientras tomaba los extremos de la tela blanca atada 
en su muñeca derecha, los anudaba, los pasaba por su muñeca izquierda y de nuevo los anudaba 
amarrando sus manos a la espalda, esta mascada era lo suficientemente larga para que pudiera repetir la 
operación una vez más terminando el trabajo con un doble nudo.
               Cuando terminé con esto, ella ya estaba jadeando, sus ojos estaban cerrados y su boca abierta. 
Puse mis manos en sus mejillas y la besé cariñosamente. A pesar de su respiración agitada se las arregló para 
regalarme otra pequeña sonrisa cuando sintió que yo también estaba excitado.
               Después jalé la mascada café que estaba sobre su pelo y la reutilicé para vendarle los ojos, ajustando 
bien el nudo para que quedara firme. Vi como sus gestos se relajaron y su respiración se volvió más tranquila.
-Por favor, quiero abrazarte- me dijo mientras movía las manos, luchando por liberarse de sus ataduras.
-Ten cuidado con lo que deseas, porque podría volverse realidad. No quieres que te desate realmente ¿o sí?
-N..no
-Si de verdad quieres que te desate mueve tus orejas
-¿qué? No puedo hacer eso
-Lo siento, fue una mala broma, si quieres que te libere di supercalifragilísticoespialidoso
               Se rio y asintió. Esto era maravilloso, frente a mi había una rubia realmente guapa, con los ojos 
vendados, las manos atadas y riendo de mis bromas infantiles.
-Y si te amordazo, o si por cualquier razón no puede hablar, entonces asiente con intensidad, entonces también 
te soltaré ¿está bien?
Asintió lentamente, con nada de energía.
               Decidí que necesitaba menos ropa y más cuerdas. Desaté la mascada de algodón que usaba como 
cinturón. Rodeaba su cintura tres veces y tenía unos cinco metros de largo. La dejé de lado por el momento y 
me concentré en su vestido. Para mi suerte no tenía cordones que lo sujetaran a sus hombros, así que lo único 
que tuve que hacer fue bajar el cierre en su espalda y dejar que cayera al suelo. Su cuerpo era tan perfecto 
como uno podía imaginar. Se quedó de pie, en silencio y conteniendo un ligero temblor mientras le quité su 
sostén, y le bajé los calzones.
               -¿estás incómoda así?- le pregunté en voz baja
-Bueno… murmuró dudosa.
-No lo estés- la interrumpí –eres hermosa y no hay ninguna razón por la que te debas sentir tensa o 
avergonzada por el hecho de que yo esté aquí, admirando tu cuerpo desnudo mientras tú no puedes verme. 
No te estás perdiendo de mucho, pero si crees que esto es injusto, podrás emparejar las cosas cuando sea tu 
turno de atarme.
               Esto la hizo sonreír. Yo alcancé la mascada de algodón y la usé para rodear sus codos. Apreté la tela 
obligándola a acercar sus brazos, aunque no lo suficiente para hacerle ningún daño. Después pasé los 
extremos de la tela alrededor de su pecho, un lado por arriba y otro por debajo de sus senos y los até a su 
espalda.
               Aún no había usado todas las mascadas, todavía le quedaba la de color azul que usaba alrededor 
de su cuello. Pensaba reservarla para después, pero cambié de idea.
-Creo que voy a amordazarte ahorita. Pero no muy fuerte. ¿qué te parece?
-Está bien supongo- dijo encogiendo los hombros. Mientras tomaba la mascada y le hacía un nudo al centro me
 preguntó 
-¿no quieres saber mi nombre antes de que me amordaces?
-No, si me lo dices cuando te suelte lo tomaré como una señal de que quieres verme de nuevo. Ahora abre la 
boca.
-Sólo una cosa más, mientras aún soy capaz de articular, si necesitas más… material, sólo revisa en el cajón de 
arriba en mi habitación. Ahora, amordázame.
               Abrió su boca y aceptó el nudo de seda que le metí dentro, luego até los extremos de la mascada 
detrás de su cuello, bajo su cabello, cuidando no enredar éste al anudar la tela. Esta mordaza era, claro, más 
simbólica que efectiva, no lograría mantenerla callada si se decidiera a gritar, y con un poco de esfuerzo podría 
sacarla empujando con su lengua.
               -Ahora vamos a conocer tu alcoba- dije mientras le daba un gentil empujón a la chica desnuda, atada, 
amordazada y vendada para indicarle la dirección en la que debía caminar para llegar de la sala a su cuarto. 
Su cama era la indicada, tenía postes en cada esquina y una cabecera. Claramente había sido comparada con 
un objetivo, uno que se iba a cumplir esta noche.
               La senté en la cama y me fui a revisar el cajón que me había indicado. No pude contener una expresión 
de sorpresa. Cualquier duda sobre el hecho de que había encontrado a mi alma gemela se disipó en cuanto vi 
que el cajón estaba lleno de todo tipo de mascadas, cuidadosamente acomodadas y dobladas. Las había 
grandes y pequeñas, delgadas y gruesas, cuadradas y rectangulares, de seda y algodón, de todos los colores 
y marcas e incluso algunas con motivos religiosos y políticos. Y sólo como si estuvieran ahí para despejar 
cualquier duda que pudiera tener acerca de si éstas tenían un propósito no sólo decorativo, en una esquina del 
cajón había un par de esposas y cuatro cuerdas; y en la otra un vibrador. Tanto este, como muchas de las 
mascadas, habían sido usadas en muchas ocasiones, pues se les notaba estiradas. Me recordaron las mismas 
que yo guardaba en casa, aunque las mías no podían ni de cerca compararse en cantidad.
               Mientras veía esto tuve una visión que casi me provoca venirme ahí mismo. Me imaginé a esta 
hermosa chica haciendo lo que yo a veces me hacía a mí mismo. Atándose las piernas juntas o separadas a l
os postes de la cama, metiéndose una mascada a la boca y atando otra sobre sus ojos para bloquear su vista, 
y después estimulándose con el vibrador, tal vez usando una tela más para imaginar que sus manos estaban 
atadas y que no era ella quien se llevaba al punto del orgasmo, sino que era un amante al que no podía ver. 
¿cómo sería éste?, tal vez la persona a la que imaginaba desde atrás de sus ojos vendados se parecía a mí. 
Bueno, hoy todo eso no importaba, porque quien haría todo eso definitivamente sería yo. 
               Tras admirar toda la colección me volteé hacia ella y le dije –impresionante- sus labios hicieron un 
movimiento alrededor del sedoso nudo que tenían entre ellos, mismo que interpreté como una sonrisa. 
–De hecho, me temo que me va a ser imposible utilizar todo esta noche, así que probablemente tendré que 
volver otro día. Siendo así creo que ya puedo decirte mi nombre, soy Tomás, gusto en conocerte- Guardé 
silencio unos segundos y añadí  -creo que tu colección podría entrar al libro de los record Guinnes.
               Un rato después la tenía recostada sobre su cama, aún con los ojos cubiertos y amordazada, y con 
sus pies y brazos atados con largas mascadas blancas a los cuatro postes de la cama. Mientras esperaba mi 
siguiente movimiento, en esa situación donde estaba completamente vulnerable e indefensa, pude ver que 
apenas contenía su excitación.           
               Busqué en su cajón hasta encontrar una larga mascada de la seda más fina, la cual extendí sobre su 
cuerpo desnudo, después se la fui quitando lentamente, dándole el gusto de sentir el material sobre su cuerpo. 
Cuando lo hacía ya no pudo esconder sus gemidos de placer y yo no podía culparla, decidí que era momento 
de apurarme, pues me encantaría que pronto ella estuviera haciendo lo mismo conmigo.
               La acaricié varias veces con la mascada, y luego la extendí para que la cubriera, deslicé mi cabeza 
bajo la tela y ataqué su ansioso coño con mi lengua. Como lo sospeché, sólo me tomó segundos antes de que 
explotara en el orgasmo que llevaba tiempo preparándose en su interior. La imperfecta mordaza, por supuesto, 
no fue suficiente para contener sus gritos, como lo comprobó por las sonrisas de un par de vecinos que se 
cruzaron con ella al día siguiente.
               Dejando la mascada a un lado de su cuerpo sudoroso pregunté: -¿te gustaría una mordaza más 
efectiva antes de que te coja?- Asintió, sin olvidar, a pesar de su excitación, de hacerlo lentamente. Busqué 
tres mascadas de algodón, la primera la hice bola, la segunda la até con un nudo al centro y la tercera la doble 
en una banda ancha. Después le quité la tela que tenía atada en la boca. Antes de poder remplazar su mordaza 
ella alcanzó a decirme –Me llamo Sandra- yo sonreí, dejé de lado las telas que estaba a punto de usar y la besé 
con mucho cariño. Después le metí la bola de tela en la boca, até sobre esta la mascada con el nudo en medio 
y cubrí todo el paquete con la última tela que le cubrió completamente los labios. –Muy bien, esto deberá 
permitir a tus vecinos dormir-
               Decidí inmovilizarla más antes de penetrarla, busqué las dos mascadas más largas que encontré y até 
la primera en una rodilla, la pasé bajo la cama y la até a la otra rodilla, obligándola a sacar sus rodillas a los 
lados de la cama y quedando totalmente abierta de piernas. Luego le hice lo mismo a sus codos. Ahora estaba 
prácticamente inmóvil.
               Me desnudé, me acerqué a ella y manoseé sus pechos y su estómago unos segundos antes de 
insertar mi pene erecto en su vagina, después de algunos lentos y controlados empujones, ambos llegamos al 
orgasmo, ella gimiendo en su mordaza, yo gruñendo y jadeando.
               Tras relajarme, rápido pero cuidadosamente le quité la mordaza, la venda y la liberé de las ataduras, 
después me acosté a su lado. Nuestros cuerpos estaban tan cerca cómo era posible.
-Por favor, quédate- me dijo.
Sabiendo que no se refería únicamente a esta noche le respondí –nunca se me ocurriría dejarte.


7 de marzo de 2014

Cinta para dejar de comer

Me encontré esta foto en Facebook hace unos días, y como es efímera la rescaté y la comparto, aunque la chica no está amarrada y la mordaza es más que nada testimonial, pues su objetivo no es silenciarla sino simplemente servir como metáfora para una dieta. Así se sugiere que un poco de cinta sobre los labios es la mejor manera de perder peso. Si a mi me preguntan es la mejor dieta que he escuchado, deberían probabrla si todo lo demás falla.

Lossing weight with a tape gag

4 de marzo de 2014

Un pasatiempo en común, primera parte

Estando en México traduje una nueva historia de Bondage, es una de las primeras que leí y la verdad me gusta mucho pues fue también una de las primeras donde se rescata el bondage como algo romántico, sin ningún elemento sado. Justo lo que me gusta. Desde entonces la guardé lo cual es bueno porque hoy en día la página original de donde salió ha desaparecido, por lo que ya no se le encuentra. Siendo así ustedes en este blog serán los únicos que puedan leerla.

Es cortita, pero aún así la dividí en dos partes, ya que la historia se divide en dos secciones muy claras. Les dejo la primera, espero la disfruten.


Todas las historias de bondage del blog están aquí 
 

Un pasatiempo en común


Fueron las mascadas lo que me hicieron notarla. No es que no fuera notoria por si misma, pero había muchas chicas guapas en el club y yo tengo un fetiche con las mascadas.

Vestía cuatro de ellas; una larga roja de algodón estaba atada alrededor de su cintura, sobre el vestido negro que llevaba puesto; una larga con patrones geométricos estaba envuelta sobre su cuello; una tercera pequeña y simple mascada de seda le servía para recoger su largo cabello rubio que se agitaba mientras bailaba; finalmente, una delgada pieza de seda blanca colgaba de su muñeca derecha. No hace falta decir que yo quedé inmediatamente embebido.

               Ahora, debo decir que yo no suelo tomar la iniciativa. No es que sea tímido, pero mi confianza en mí mismo no es lo que debería ser. En situaciones como esta acostumbro simplemente a acercarme y a tratar de hacerme visible para ver si ocurre algo. Me estaba diciendo que no debía esperar mucho, esta mujer era algo demasiado bueno para ser verdad, pero pronto, y a pesar de mis pensamientos negativos, me empecé a esforzar más de lo normal, me puse a bailar y a hacer contacto visual repetidamente.

               Cuando me volteó a ver y me sonrió casi me desmayo. Después casi me echo a correr, pero afortunadamente encontré la fuerza para quedarme parado ahí y sonreír de vuelta como un idiota. Eso provocó que su sonrisa se hiciera más grande.

-Me gusta tu sonrisa- le dije

-¿qué?- me preguntó al no oírme bien. Yo simplemente sacudí la cabeza y me acerqué, pronto estábamos bailando más cerca, y más cerca, y de repente ella me agarró la cabeza y me dio un beso. Mientras me acariciaba el pelo la mascada atada en su muñeca rozó mi mejilla, y yo sentí un shock eléctrico recorrerme todo el cuerpo.

-Vámonos- le dije, y salimos de la pista de baile a una parte más tranquila del club.

               Logramos encontrar unos asientos y yo me levanté por unas bebidas después de hacerle jurar solemnemente que no se iría a ninguna parte. Cuando volví nos quedamos viendo fijamente examinándonos con cuidado. Déjenme empezar por decirles lo que ella vio, un hombre de 30 años, de mediana altura y cabello castaño claro un poco largo, unos ojos azules y una no muy impresionante barba. Por mi parte, apenas podía creer lo que estaba frente a mis ojos, esta chica era maravillosa, probablemente tenía un par de años menos que yo, su ojo tenía una mirada traviesa, y cuando sonreía solía voltear hacia abajo, entrecerrando sus ojos color almendra. Baste decir que el resto de ella era perfecto.

               No podía creer mi suerte. Me acerqué a ella y la besé en los labios. Ella respondió, pero mientras continuábamos besando y acariciando, mis manos debieron acercarse inconscientemente a sus mascadas, de modo que pronto estaba tocando su cabello bajo la seda que lo sostenía, su cuello bajo el pañuelo atado en el y su cintura bajo la larga tela de algodón.

               De repente, se separó de mí y me vio fijamente a los ojos

-¿Te gustan mis mascadas?- me pregunto suavemente.

“mierda, se dio cuenta”, pensé mientras empezaba a resignarme a ver como se iba tras tacharme de ser un pervertido. Me la quedé viendo fijamente, más rojo que in jitomate y sin poder decirle nada y seguramente con una cara de cachorro suplicante. Después de verme con frialdad durante un largo rato, finalmente sonrió de nuevo y, cautelosamente dijo.

-Está bien, no hay nada de qué avergonzarte. ¿te gustaría hacer algo con ellas?

               Quedé sorprendido. ¿estaba pensando lo mismo que yo? Pensé que, aunque había mucho que perder, no era nada comparado con lo que podía ganar si contestaba con honestidad.
-Sí- dije secamente.
-¿me vas a decir qué?

-Phew, dame un segundo, esto no es fácil- estaba sudando mucho y no podía sostenerle la mirada.
Fue entonces que ella, afortunadamente, decidió echarme una mano.
-Te gustaría amarrarme ¿verdad?

Tosí para aclarar mi voz y con duda y lentitud respondí –Sí, me gustaría amarrarte. Me gustaría amarrarte de diferentes maneras con tus mascadas, me gustaría vendar tus ojos, y a lo mejor amordazarte. Ya que te tenga así, te besaría, te acariciaría, te lamería, te estimularía y luego te haría el amor. Pero nunca te lastimaría y en cualquier momento podrías pedirme que me detenga y que te liberaría inmediatamente. Una vez que este extenso discurso había terminado de salir de mi boca me quedé sentado, viendo el reflejo de las luces del club en mi vaso de cerveza. Sentí que pasaron años antes de que volví a escuchar su voz.

               -Me lo imaginé- dijo en un tono serio, nada más. ¿Qué quiso decir? ¿Se estaba burlando, estaba enojada, molesta, cómo?

               Muy lentamente y lleno de miedo levanté la mirada para descubrir que su sonrisa había regresado a su rostro, que estaba más radiante que nunca.

-Y sospecho que luego te gustaría que yo te hiciera lo mismo a ti?
Increíble, pensé que había muerto y estaba en el cielo de los pervertidos.
-Sí claro, ¿quieres decir que te parece una buena idea?
-Claro que es una gran idea, fue mía ¿no? –Tuve que admitir que lo era.

Continuará