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Capítulo 2
El nombre de la villana era Julia y no le gustaba nada madrugar, al día siguiente se despertó a las 8:30, lo cual era bastante temprano para ella pero hizo una excepción pues tenía muchas cosas que hacer. Se levantó y fue a la otra habitación a ver a sus prisioneras. Las dos amigas ya estaban despiertas y esperaban pacientemente a que fueran a liberarlas. Sin mucho ánimo vieron a su captora abrir la puerta y acercarse a ellas. Julia quitó la mordaza de Griselda y soltó sus muñecas ordenándole que saliera del cuarto con ella.
-Tú tendrás que esperar un poco más. -dijo a Paulina que una vez que se quedó sola hundió su mirada y se quedó con sus pensamientos.
Las otras dos mujeres fueron de vuelta a la cocina y al entrar Griselda vio que sobre la mesa había varios rollos de cuerda que asumió pronto serían usados en ella.
-Siéntate. -ordenó Julia quien no tuvo necesidad de repetir la orden.
Julia tomó la primera cuerda y la desenroscó. Arrodillándose tomó una de las muñecas de la estudiante quien instintivamente se resistió, pero una vez que lo pensó relajó el brazo y permitió que la llevaran a su espalda donde las amarró; luego tomó las otras dos cuerdas que había y ató cada uno de los tobillos de la chica a las patas de la silla. Teniéndola controlada así habló.
-Te voy a hacer un favor que no le he hecho nunca ha ninguna de mis víctimas y que espero que aprecies. Voy a prepararte el desayuno.
Griselda no dijo nada aunque en el fondo apreció el asunto pues tenía bastante hambre, desde su asiento observó como la criminal le hacía un par de huevos revueltos, un jugo de zanahoria y una café con leche, una vez que todo estuvo listo se sentó a su lado y se puso a alimentarla como si fuera una bebé.
-¿está rico?
-Supongo- contestó sin quererla hacer enfadar.
-Me han dicho que cocino muy bien, así que tomaré eso como que está delicioso pero no quieres decírmelo.
Griselda la vio fijamente unos segundos y luego desvió la mirada, ninguna de las dos volvió a decir palabra hasta que la colegial amarrada terminó de comer. Luego Julia se preparó su propio desayuno y se sentó en la otra silla para comerlo, el silencio entre ambas se tornaba incómodo y finalmente la prisionera decidió romperlo.
-¿por qué siempre amarran tan fuerte a la gente? No es necesario tratarla así si ya tienen lo que quieren.
Julia vio fijamente a la chica mientras masticaba y tragaba un bocado y luego respondió.
-¿y cómo sabes tú que queremos?
-Dinero y cosas supongo, por eso es que roban.
-Ya que vamos a estar juntas un buen rato te voy a hablar claro… lo que robamos no nos importa y de hecho sólo nos llevamos unas pocas cosas para que la policía piense que es trabajo de ladrones de modo que la investigación vaya por el lado equivocado; lo que nos interesa es únicamente amarrar gente.
-¿Qué?
-Tal como lo oyes chica, tanto yo como mi compañera somos fetichistas y no podemos vivir sin ver gente amarrada, por eso es que nos tomamos tanto tiempo en buscar víctimas y atarlas de todas formas, nos encanta. Podrías decir que somos unas bondageras seriales.
-Eso no tiene lógica, ¿por qué no se amarran la una a la otra y dejan a la gente en paz?
-Lo hacemos a veces, pero dado que es voluntario no nos divierte tanto. Verás no hay nada mejor que tener una víctima que se resista, que no quiera estar indefensa en manos de dos desconocidas, que te vea con miedo mientras le quitas su libertad y que al quedar sola no sepa cuanto tiempo va a tener que esperar para que la desaten.
-¡Estás loca!
-Sin duda, pero no puedes hacer nada al respecto.
La villana terminó su desayuno y se levantó dirigiéndose a uno de los cajones de la cocina de donde sacó una servilleta de tela.
-¿tienen coche? -preguntó cambiando de tema.
-No, usamos transporte público, es más barato y es mejor para el ambiente.
-¿y de quien es el vehículo en el patio?
-de nuestra vecina.
La mujer se quedó pensando unos segundos y luego volvió a cambiar de tema.
-Déjame decirte algo más… ¿sabes por qué sólo atacamos mujeres jóvenes? Porque somos lesbianas y nos encanta ver el cuerpo desnudo de otro mujer adornado por las cuerdas.
Dicho eso Julia tomó la servilleta blanca que dobló en una forma horizontal, colocándose tras Griselda le metió la tela entre los dientes y amarró los extremos tras su nuca amordazándola.
-Ahora si me disculpas tengo que dejarte sola… voy a pedirle su coche prestado a tu vecina.
Julia tomó su pistola y varias cuerdas y salió de la casa cerrando la puerta tras ella. Griselda no sabía si lo último que le había dicho había tenido la atención de aterrarla, pero eso había logrado. Era prisionera de una mujer que se excitaba viendo mujeres atadas y desnudas y que además era lesbiana, y tendría que estar en su compañía mucho tiempo hasta que su compañera Paulina lograra rescatarla ¿Qué iba a hacerle durante todo su cautiverio? Definitivamente no quería averiguarlo, tenía que escapar.
Paulina y Griselda vivían en un dúplex, ellas ocupaban el piso inferior y arriba vivía Abril, quien tenía 25 años y estaba por terminar su maestría, tenía el pelo de un tono pelirrojo muy fino y con un corte medio; Esa mañana no tenía que ir a clases aunque si tenía que pasar todo el día trabajando en casa en un proyecto importante, sin embargo al vivir sola prefería estar cómoda y había decidido no molestarse en arreglarse por lo que no vestía nada más que un sexy conjunto de lencería de tonos amarillos. Estaba sentada en su estudio leyendo las notas que necesitaba para iniciar a trabajar cuando la sorprendió el oír a alguien tocar su puerta. No esperaba a nadie así que supuso que una de sus vecinas necesitaba algo, se colocó una bata y abrió. Se sorprendió al ver que del otro lado estaba una persona desconocida.
-Hola -le dijo esta con una amplia sonrisa- ¿puedo pasar?
-Mmm ¿qué se te ofrece?
-Sólo vengo a tomar unas cosas prestadas, pero te prometo que te las devolveré -respondió y entonces mostró el cañón de su arma. Abril se congeló por la sorpresa y luego vio a la otra mujer con preocupación, esta dio un paso al frente entrando a su hogar y cerró la puerta tras ella.
Griselda luchó con desesperación con sus ataduras por varios minutos, pero no las logró aflojar ni un ápice, cuando la frustración la venció se puso a ver a su alrededor y entonces vio que los cubiertos del desayuno seguían en la mesa entre ellos un cuchillo que podría usar para cortar los nudos. Con toda su fuerza la joven se puso a empujar la silla, necesitaba darse la vuelta para que sus manos, sujetas a su espalda, pudieran alcanzar la herramienta. No era fácil y no tenía mucho tiempo.
Abril estaba arrodillada en el suelo, despojada de su bata se sentía completamente desnuda a pesar de que aún conservaba su sostén y sus calzones, sus manos habían sido atadas a su espalda y al no poder protegerse se sentía muy asustada y vulnerable y estaba al borde de las lágrimas.
-Eres muy amable en recibirme con ese seductor atuendo ¿espero que no estés esperando a nadie? -dijo Julia mientras revisaba el bolso de mano de la pelirroja.
-¿qué quieres? -exigió saber esta.
-Sólo necesito un vehículo -dijo mostrando las llaves del coche que rápidamente encontró -y tú coche es el único que está disponible.
Con las llaves en la mano Julia se acercó a la muchacha y se puso a caminar lentamente a su alrededor, como un depredador jugando con su presa antes de devorarla.
-Cuando denuncies el robo de tu coche la policía irá a buscarlo y lo encontrarán pronto pues una vez que me escape ya no voy a necesitarlo y lo dejaré donde lo vean. Sin embargo necesito tiempo para irme con tranquilidad, así que no puedo permitir que hagas esa llamada pronto. Tras decir esto sacó una larga cuerda y dejó que se desenrrollara de modo que la preocupada Abril viera su tamaño.
-Ahora déjame pensar que puedo hacer contigo.
Griselda estaba muy cansada, pero había logrado dar la vuelta a la silla, ahora sólo tenía que dar unos empujones más para que sus manos alcanzaran la mesa, su captora había tardado mucho y suponía que se estaba tomando su tiempo atormentando a su pobre vecina. Tenía que escapar no sólo por ella sino para salvar a sus dos compañeras de un destino como el suyo, gimiendo tras su mordaza volvió a impulsarse ganando centímetro a centímetro la distancia que la separaba del cuchillo.
Abril no podía creer lo que le estaba pasando, nunca antes en su vida había estado amarrada y se sentía completamente inmovilizada por toda la cuerda que la sujetaba, todo era completamente innecesario y estaba segura de que la única intención de la mujer era humillarla, de ser así lo estaba haciendo perfectamente bien. Ya con las manos atadas la llevó hasta una mesa que tenía en medio de la estancia y la hizo arrodillarse frente a una de las patas: su espalda estaba apoyada sobre el mueble y su cara veía directamente a la entrada principal. Teniéndola allí, ató su cuerpo a la pata, que era muy ancha, primero sujetó su cintura y luego usó una muuy larga cuerda que usó para amarrar tanto sus brazos al cuerpo, como este a la pata. La cuerda pasó tanto por debajo como por encima de sus pechos y la malvada mujer también pasó la cuerda entre estos formando un patrón en x que provocaba que sus de por si bonitas tetas se vieran más grandes. Estando así Abril ya no podía moverse, pero a Julia todo esto no le pareció suficiente; por lo que a continuación le amarró las piernas atando sus tobillos el uno al otro de modo tal que estaban atrás de la mesa. La pelirroja ahora estaba obligada a mantener su posición apoyándose en las rodillas lo cual después de un tiempo se volvería incómodo.
-¿Crees que esto será suficiente para mantenerte quieta?
-No te saldrás con la tuya, ¡desgraciada!
-¡Claro!, aún puedes hablar, no puedo permitir que grites pidiendo ayuda, ¿qué puedo usar para callarte?
Julia se fue a las habitaciones de la casa, Abril trató de voltear a verla pero las ataduras la mantenían tan fuertemente pegada a la mesa que no podía mover la cabeza. Tras unos minutos la ladrona reapareció y se colocó en cuclillas frente a su víctima, traía algo en la mano pero Abril no podía ver que era pues lo escondía a su espalda, la dejó esperando unos segundos que a la joven se le hicieron eternos y entonces le enseñó lo que ocultaba, una de sus bragas color blanco,
Abril no podía creerlo y lo peor es que no podía hacer nada para evitar lo que venía a continuación. Con una voz casi ahogada por el miedo dijo.
-No… por favor.
Fue la última palabra que pronunció pues sin mostrar un poco de misericordia Julia le metió su ropa interior dentro de su boca y empujó con los dedos hasta que toda la tela estaba detrás de sus dientes. Abril tosió tratando de expulsar el relleno, pero Julia le cubrió la boca con la mano hasta que la indefensa chica pudo controlar sus reflejos, entonces sacó una larga mascada a la que hizo un nudo justo en el centro, metió este dentro de la boca de Abril y ató los extremos fuertemente tras su cabeza, hecho esto contempló su trabajo con una sonrisa llena de emoción.
-Eres una damisela maravillosa -le dijo a la chica que tenía los ojos enrojecidos- lo siento, no pensaba llegar tan lejos pero no puedo detenerme, estoy disfrutando esto inmensamente.
Julia tomó una cuerda más y ató uno de los extremos a los lazos que rodeaban la cintura de Abril dejando caer el resto al suelo, luego buscó el otro extremo de la cuerda y pasó este entre las piernas de la chica, que eran mantenidas abiertas por la forma en que sus tobillos fueron atados, asegurándose que la cuerda estuviera cuidadosamente colocada sobre los genitales de Abril jaló esta con fuerza y amarró el otro extremo a su espalda. Esta última cuerda no tenía el fin de inmovilizarla más, y sólo generaba presión sobre el clítoris de la cautiva estimulándola constantemente. La presión de la cuerda hizo que esta se hundiera entre sus labios y que la forma de sus genitales se marcara sobre la tela de su modesto calzón que ya no le ofrecía ninguna privacidad; la humillación de Abril no terminó allí, Julia bajó los tirantes del sostén de la chica revelando sus hermosos pechos.
La prisionera se sentía absolutamente derrotada y avergonzada y ya no le importaba siquiera mantener una actitud digna, con la mirada hundida en el suelo y tratando de contener las lágrimas solamente esperaba a que la intrusa se decidiera a dejar de atormentarla. No tuvo que esperar mucho más, Julia sacó una mascada que también había traído de su habitación y le cubrió los ojos con ella, tras contemplarla unos segundos tomó las llaves de su coche y la dejó. Sin poder moverse, ver ni hablar Abril quedó en espera de que alguien la encontrara y rescatara. Quienquiera que la rescatara la vería casi desnuda lo cual la mortificaba, pero tendría que soportar la vergüenza y esperar que la salvación llegara pronto.
No puedo quedarme así, quiero leer más. Ojalá el próximo capítulo llegué pronto.
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