27 de abril de 2015

La virgen del bondage

En todo este año no he compartido historias, a pesar de que son una parte que suele tener su público en este blog.
Honestamente, aunque las historias me encantan, cada vez se hace más complicado encontrar buenos relatos en la internet. La enorme cantidad de sitios independientes que alguna vez hubo ya no están activos y los pocos que hay o tienen cosas demasiado simples, incluso para los pocos requerimientos de una historia de bondage, o demasiado largas, lo cual hace imposible traducirlas para un blog como el mío.
Afortunadamente yo conservo muchas historias antiguas que me gustan y hoy les traduzco una muy simple, pero linda, sonre una joven porrista y como su novio la lleva a descubrir el bondage. Espero que la disfruten.
El sitio donde la leí originalmente presumía de que era una historia verdadera. A saber


Todas las historias de bondage que he publicado están aquí


Virgen de bondage

Por Verónica (8 de septiembre de 2000)



Bueno, finalmente ocurrió, me amarraron. Fue la primera vez que me pasa en toda mi vida, a la joven edad de 16 años, y quería compartir mi experiencia con todos los que visitan esta página.

Mi novio y yo vivimos en la misma calle, y nos conocemos desde que éramos niños, pero no nos habíamos interesado el uno por el otro hasta hace alrededor de un año. Yo tengo 16 y el es un año mayor. Vamos a la misma escuela, el juega de defensa en el equipo de futbol y yo soy parte del equipo de porristas.

Hace una semana, estábamos en un partido contra una escuela vecina, y ganamos 3-1, mo novio marcó uno de los goles con un cabezazo en un tiro de esquina. Estábamos muy contentos y decidimos ir caminando a su casa. El se dio un baño primero y yo esperé con mi uniforme de porrista, ya que me gustaba darme un largo regaderazo después de los juegos.

Nuestros padres estaban trabajando, y no volverían a casa hasta dentro de un par de horas, así que tras su baño nos fuimos a mi casa y platicamos un largo rato. No pude evitar notar que mi novio se veía agitado y nervioso sobre algo, pero no fue hasta que le dije que me iba a bañar cuando repentinamente me preguntó ¿te puedo amarrar?

Estaba muy sorprendida porque esto no venía al caso con nada de lo que hubiéramos estado hablando. Le pregunté por qué quería hacer eso y, avergonzado, me dijo que le gustaba mucho como me veía en mi uniforme, y que siempre había tenido la fantasía de amarrar a una porrista. Yo no tenía la menor idea de si era algo que podría gustarme, lo pensé unos minutos y finalmente le dije que podía bajo la condición de que 1.- no me lastimara y 2.- no me quitara nada de ropa. Aceptó y se puso a buscar en su mochila de dónde sacó un montón de cuerdas.

Decidimos que mi habitación era el mejor lugar para hacerlo ya que, si alguien llegaba inesperadamente temprano, tendría un poco de tiempo para desatarme antes de que nos vieran. Subimos y le pregunté que quería que hiciera. Me pidió que cruzara mis manos a la espalda, lo cual hice. Me amarró las muñecas tanto vertical como horizontalmente, y yo tuve una sensación extraña conforme las cuerdas se ajustaban -nerviosa, tal vez un poco preocupada, pero extrañamente relajada mientras le daba completo control de mi persona a mi novio durante los próximos minutos. Él se aseguró que mis dedos no pudieran alcanzar los nudos.

Dos vueltas de una cuerda más larga siguieron y pasaron sobre mi cuerpo, justo arriba de mis senos, otras dos vueltas justo debajo de estos vinieron después. Él los ajustó fuertemente los dos pedazos uniéndolos en el espacio entre mis brazos y cuerpo, y luego apretó más las cuerdas uniendo los dos pedazos con otro nudo que ajustó justo entre mis pechos. Las cuerdas me abrazaban con fuerza, pero no me incomodaban, había hecho un buen trabajo. Me pidió que me sentara en la cama y, mientras me amarraba los tobillos, le comenté que era obvio que no era la primera vez que hacía esto. Él se sonrojó.

Me sorprendió una vez más cuando se puso a husmear en un basurero y encontró un par de medias rotas, después revisó mi canasta de ropa sucia y sacó un par de calzones. Los hizo bola y antes de que le preguntara que estaba haciendo me los metió a la boca y se aseguró que no los escupiera atado la media alrededor de mi cabeza varias veces. No me preguntó si estaba de acuerdo con esto, pero definitivamente era una mordaza efectiva.

A continuación me ayudó a levantarme y tomó otra larga cuerda, me levantó la falda y ató la cuerda alrededor de mi cintura. -Oh oh- pensé -¿qué está pasando aquí? ¿qué hay de mis condiciones?- los dos extremos de la cuerda quedaron colgando frente a mi, y él los tomó y los pasó entre mis piernas, rodeó la cuerda a mi espalda, los tiró con fuerza y los trajo de vuelta al frente atándolos bajo mi ombligo. ¡era una Crotch rope! Le dio un par de jalones para checar que estuviera bien apretada, lo cual provocó una sensación mue interesante en mis… partes privadas. Luego agarró los extremos sueltos de mis manos atadas y los unió a la Crotch rope, inmovilizándome aún más.

Me volvió a sentar en la cama y me amarró las piernas sobre mis rodillas, en este momento sacó una cámara digital y empezó a tomarme fotos que luego me envió por correo electrónico. No, no me las pidan, no se las voy a reenviar a nadie.

Después me ayudó a acostarme, me giró para que reposara sobre mi estómago y ató mis muñecas a los tobillos, dejándome en un hogtie, para terminar tomó otra media y la ató sobre mis ojos, privándome de la vista y completando mi bondage. Todo este proceso había tomado casi media hora, así que nos quedaban otros 30 minutos antes de que mi madre tuviera que llegar.

Mi novio tomó más fotos, y luego pasó la mayor parte de los siguientes 15 minutos dándome un gentil masaje por todo mi cuerpo, de vez en cuando aprovechó para hacerme cosquillitas que me hacían retorcerme. Después, finalmente me liberó de la mordaza, y nos besamos. Como dije esta es la primera vez que estaba amarrada, y encontré que la experiencia, particularmente mientras estaba vendada de los ojos incrementando mi indefensión, era terriblemente excitante. 10 minutos después estaba realmente prendida y le supliqué que me dejara venirme. Algunos besos más y unos constantes jalones a mi Crotch rope se encargaron de eso y mientras disfrutaba de mi orgasmo me retorcí inconscientemente contra mis ataduras, el me volvió a meter mis calzones en la boca para disminuir mis entusiastas gritos.

Una vez que me relajé el rápida y gentilmente, me ´liberó de todas las ataduras, y yo me fui a relajarme con un largo baño mientras el guardaba sus cuerdas. Tuve que ponerme unos pantalones de mezclilla y camisa de manga larga para esconder las marcas de las cuerdas, pero a la mañana siguiente habían desaparecido.

Mi novio disfruta mucho de escalar montañas y prometió que me llevaría con él en su próximo viaje. Tengo entendido que los alpinistas usan muchas cuerdas, espero que así sea.

Esa fue mi primera, pero espero que no la última, experiencia con el bondage, espero que les haya gustado.


4 comentarios:

  1. Como en muchas ocasiones, menos es más, excelénte relato, sea cierto o no, gracias.

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  2. Muchas gracias, ojalá la autora original pudiera saber que a años de escribirlo sigue causando sonrisas jejeje.

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