21 de diciembre de 2017

Marion Ravenwood atada y amordazada en novela de Indiana Jones

Una de las escenas más clásicas de damiselas en aprietos en el cine es la de Los cazadores del arca perdida. Marion Ravenwood, aliada de Indiana Jones en su primera aventura es secuestrada, y el famoso arqueólogo la encuentra atada y amordazada en una tienda de campaña en el desierto de Egipto al infiltrarse como árabe mientras se hacen las excavaciones para buscar el arca de la alianza.

Al verla le quita la mordaza y habla con ella, pero antes de desatarla se da cuenta de que no puede hacerlo... si la prisionera desapareciese, todos se darían cuenta de que él anda en la zona, por lo que tiene que dejar a su compañera cautiva hasta que termine su trabajo. 

Pese a las protestas de Marion, la vuelve a amordazar y la deja atada y sola mientras esta reclama a su héroe que no fue que la deje ahí sola.



Parte de la razón por la que esta escena es un clásico, es por la popularidad de la película, lo cual provoca que esta sea una escena de damiselas en apuros que todos han visto. Esto también provoca que sea muy referenciada, y que la escena aparezca en todas las adaptaciones de la cinta.

Tras el hit de Los Cazadores del Arca Perdida, la película se noveló, y la adaptación de la misma estuvo a cargo de un tal Campbell Black, que luego escribiría otras adaptaciones de películas.

El señor Black no ahorró palabras para describirnos las escenas de Marion atada y amordazada, y aquí les comparto estas partes del libro.


"Estaba pensando en la forma de escapar, tratando de descubrir alguna salida, cuando oyó un ruido en el fondo de la tienda. Era como un gruñido, un sonido ahogado. Se dio la vuelta, y miró hacia todas partes, convencido de que la tienda estaba vacía.
Por un momento no pudo creerlo, tuvo la impresión de estar loco, de que el pulso se le paraba.
Estaba sentada en una silla, atada a ella con unas cuerdas, y con la boca tapada por un pañuelo. Estaba allí sentada, le suplicaba con los ojos, le llamaba, y trataba de hablar a través de los pliegues del pañuelo que le imprimía los labios. Corrió hacia ella y le quitó la mordaza de la boca. La besó, con un beso anhelante, largo y profundo. Cuando apartó la cara, le puso la mano en la mejilla.

-Creí que habías muerto- dijo
-Sigo coleando- dijo ella.
-¿Te han hecho daño?
Parecía luchar contra una ansiedad interna.
-No, no me han hecho daño. Sólo me preguntaron por ti, querían descubrir que era lo que sabías.
Indy se frotó la barbilla, le parecía notar cierta vacilación en Marion. Pero estaba demasiado nervioso para pararse a pensarlo.
-Indy, por favor sácame de aquí. Es muy malo
-¿Quién?
-El francés
Estaba ya a punto de desatarle las cuerdas cuando se detuvo.
-¿Qué pasa? - preguntó Marion.
-Mira, no entenderás nunca lo que siento en este momento. Nunca encontraré las palabras para decírtelo. Pero quiero que confíes en mí. Voy a hacer una cosa que no me gustaría hacer.
-Desátame, Indy. Por favor, desátame.
-Si es que esa es la cosa, precisamente. Si te suelto no van a dejar de revolver ni un solo grano de arena para buscarte, y eso no puedo permitirlo en este momento. Y, cómo sé donde está el Arca, tengo que llegar a ella antes de que lleguen ellos y, entonces, podré volver a buscarte.
-¡No, Indy!
-Lo único que tienes que hacer es quedarte aquí sentada un poco más de tiempo...
-¡Suéltame, bestia!
Volvió a ponerla la mordaza en la boca, y se la ató.
Luego la besó en la frente, sin hacer caso de sus protestas y gruñidos, y se levantó:
-Quédate ahí -dijo- volveré.
Volveré, pensó. Esa palabra era algo muy viejo, recordaba otra de diez años atrás. Y veía la duda en los ojos de ella. Volvió a besarla, y fue hacia la entrada de la puerta.
Marion aporreó el suelo con la silla.
Indy salió afuera; los oficiales alemanes se habían ido."

Después de esto, vemos como Marion es liberada, aunque no es por su héroe, sino por el villano, quien finalmente la desata de las cuerdas. En la novela, la escena resulta de un erotismo ausente de la película, y la damisela experimenta mucho deseo mientras está atada y hasta que finalmente es liberada tras su largo cautiverio. Les dejo las letras.

"Marion vio que Belloq entraba en la tienda. Avanzó despacio y se quedó mirándola, pero sin hacer ningún movimiento para ir a desatarle el pañuelo de la boca. ¿Qué era lo que tenía aquel hombre? ¿Qué era lo que veía en él y que le producía esa sensación casi de pánico? Podía oír los latidos de su corazón. La miraba fijamente y hubiera deseado poder cerrar los ojos y apartar la cara. La primera vez que se encontró con él después de que la capturaran, apenas le había dicho nada, pero se había quedado mirándola igual que lo estaba haciendo ahora. Tenía una mirada fría, pero a ella le parecía, sin saber muy bien por qué, que también podía ser cariñosa en algún momento. Eran unos ojos que le daban la impresión de saber mucho, como si hubieran penetrado algún profundo secreto, como si hubieran probado la realidad y la hubieran encontrado incompleta. Era guapo, con esa clase de belleza de los hombres que aparecían en las revistas del corazón europeas, vestidos con trajes blancos y tomando una bebida exótica en la terraza de una casa de campo. Pero no eran esas las cualidades que la atraían a ella.
Era algo más.
Algo en lo que ni podía pensar.
Cerró los ojos, no podía soportar que la miraran con tanto detenimiento, no podía soportar verse como un objeto de estudio, casi como un fragmento arqueológico, un trozo de arcilla que servía para recomponer una vasija de barro. Una cosa inanimada que hay que clasificar.
Al opirle acercarse, abrió los ojos.
Belloq no dijo nada, y ella se sintió aún más molesta. Siguió avanzando, hasta ponerse delante de ella, y entonces alargó la mano muy despacio, y empezó a quitarle el pañuelo de los labios, a despegárselo suavemente de la boca. Y de repente pensó en una cosa en la que no quería pensar, que era su mano acariciándole sus caderas. No, no es eso. No es nada de eso, se dijo. Pero la imagen no se apartaba de su cabeza. Y la mano de Belloq, con la seguridad de un amante, fue subiendo el pañuelo de la boca hacia las mejillas, y luego empezó a desatar el nudo, todo ello muy despacio, con la elegancia despreocupada de un seductor que, por una especie de instinto, nota que la pieza se rinde.
Marion volvió la cabeza a un lado. Quería apartar esos pensamientos, pero se sentpia incapaz de hacerlo. No quiero sentirme atraída por este hombre, pensó. No quiero que me toque. Pero luego, cuando le paso los dedos debajo de la barbilla y empezó a rozarle la gargante, comprendió que era incapaz de oponerse. No le dejaré que lo vea en mis ojos. No le dejaré que me lo note en la cara. A pesar de sus propósitos, empezó a imaginarse que las manos de Belloq recorrían su cuerpo, unas manos que eran extrañamente suaves, delicadas, muy especiales y prometedoras. Y de pronto comprendió que aquel hombre sería un amante de una generosidad extraordinaria, que le haría sentir una clase de placer que no había conocido hasta entonces.
Lo sabe, pensó. Él también lo sabe.
Acercó su cara a la de ella. Sentía la dulzura de su aliento. No, no, no, pensó. Pero no podía hablar. Sabía que estaba inclinándose hacia adelante, como en una anticipación del beso, parecía que le bailaba la cabeza, sentpia un deseo intenso. Pero el beso no llegó, no hubo beso. Él se había agachado, y estaba empezando a desatar las cuerdas, y lo hacía en la misma forma que antes, dejaba caer las cuerdas al suelo como si se tratar de las más eróticas prendas.
Todavía no había dicho ni una palabra.
Estaba mirándola. Le parecía ver en sus ojos algo de ese toque de ternura que había imaginado antes, pero no podía decir si era algo real o algo que acostumbraba emplear, una pieza de su repertorio para casos semejantes.
-Eres muy guapa- dijo por fin.
Marion movió la cabeza.
-Por favor...
Pero no sabía si estaba rogándole que se fuera, o si estaba pidiendo que la besara, y se dio cuenta de que ent oda su vida había experimentado una emoción tan inexplicable. ¿Por qué demonios no había vuelto Indy? ¿Por qué la había dejado allí?

La escena continúa, pero ya con Marion desatada, sale de el tema de este blog, así que dejamos la conclusión para quienes gusten leer el libro entero, que he visto disponible a la venta en internet.

Saludos a todos.

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