Y aquí está la guía de todas las historias de bondage en el blog
Capítulo 5
Starr Bell desabrochó el cinturón de la oficial Amy Cole y se lo quitó. La hermosa policía de cabello oscuro y ojos azules, con sus manos encadenadas a su espalda por sus propias esposas, miró fijamente a la mujer que la desarmaba, y quien obviamente disfrutaba de tener a una representante de la ley en su poder.
“Es mejor que te rindas Bell”, aconsejó Amy, “puede que me hallas atrapado, pero no tienes la menor oportunidad de escabullirte a traves del equipo de búsqueda que tenemos en toda el área. Haz las cosas más fáciles para ti.”
Starr tenía la pistola de Amy en su mano derecha. Se acercó a la policía y agarró a la mujer por el cuello de su camisa, acercándola a su rostro. Starr medía unos 20 centímetros más que Amy, y además de tenerla con las manos esposadas, le acercó el cañón del arma a la sien para enfatizar su dominio de la situación.
“Y tu puedes hacer esto más fácil para ti, cerrando tu boca, oficial.” Advirtió Starr, “No tengo ninguna utilidad para policías de ninguna clase, así que el hecho de que tengas tetas no significa que no vaya a matarte si empiezas a estorbarme ¿entiendes?”.
Amy asintió lentamente, luchando por mantener la calma. Starr bajó la pistola y su sonrisa sardónica volvió.
“Aunque por supuesto en unos minutos no tendrás problemas para mantenerte callada, yo me encargaré de ello”.
“¿Qué le hiciste a Copper y a Summer Smith?”, exigió saber Amy.
“Nada realmente, no te preocupes por ellas”
De nuevo levantó el revolver de la policía , y lo usó para jugar con la nariz de Amy.
“Preocúpate por ti misma.”
Después de tres intentos, Sky Ryder renunció a tratar de contactar a Amy, y llamó al sheriff. Winchell contestó al instante.
“Hemos estado escuchando Sky, ¿crees que haya problemas en el rancho?, cambio.”
“Me estoy preocupando Winch. Primero Copper no me contesta, luego Summer parece estar ahí cuando no debería estarlo, y ahora que Amy va a revisar, ella también desaparece. Las cosa me parece muy sospechosa, cambio“.
“Estoy de acuerdo Sky. Llamaré a un par de carros para que vayan a ayudar, tú dirígete a tu rancho inmediatamente, a nosotros nos tomará un largo rato llegar”
El oficial Barnes, chofer de Winchell, habló
“Unos kilómetros adelante está el camino que va a casa de los McCovey, si voy por ahí podemos llegar en una hora”.
“¿escuchaste eso Sky?, preguntó Winchell, “cambio”.
“Lo tengo Winch, los espero en mi rancho en una hora. Colibrí, fuera”.
“Nos vemos entonces Sky, el sheriff fuera”.
Volteó a ver a Barnes.
“A toda velocidad Charlie”
Barnes apretó el acelerador y la patrulla se perdió pronto en el camino.
Starr Bell desabotonó los pantalones de Amy.
“No creo que mi uniforme te vaya a servir como disfraz”, le dijo la policía con calma, mientras la sonriente Starr jalaba los pantalones haciabajo y los dejaba caer en el suelo.
“Esto no es por disfrazarme, oficial.” respondió amablemente, “sólo lo hago por controlar a una prisionera. Y una prisionera sin ropa es mucho más fácil de controlar”
“¿Entonces planeas desnudarme?”
Starr comenzó a desabrochar los botones de la camisa de Amy.
“¡Muy bien!, y yo que pensaba que los policías eran tontos”
Jaló la camisa de Amy para atrás, para revelar un sostén muy provocativo, Starr alzó una ceja.
“Con tu talla de busto, hubiera supuesto que necesitabas algo más grande para sostener todo. Camina fuera de tus pantalones”
Amy hizo lo que le indicaban, y Starr se arrodilló para desatar sus agujetas.
“También tienes unas piernas muy lindas, debiste ser Miss Cactus o algo así antes de unirte a los azules”.
Amy no contestó. Si Starr realmente la iba a dejar desnuda, eso significaba que en algún momento tenía que librarla de las esposas para quitarle la camisa.
Tras quitar los zapatos y los calcetines de la cautiva, Starr forzó a Amy a entrar en la cocina, y la dejó de pie mientras revisaba los cajones. Tras encontrar un par de servilletas de tela, regresó con Amy y jaló una de las sillas que estaban cerca de una mesa circular. Amy vio que sobre ésta, había un rollo de cinta adhesiva y unas tijeras.
“Esta es la parte que más me gusta”, dijo Starr, “habre tu boquita todo lo que puedas”.
Amy observó mientras Starr hacía bola una de las servilletas. Viendo que no tenía alternativa, abrió su boca, y la fugitiva le metió la tela adentro, llenando toda la cavidad. La oficial tosió mientras luchaba contra el impulso de escupir el material que le rellenaba la boca.
Starr cortó varias piezas de la cinta con las tijeras, y las fue pegando una a una sobre los labios de Amy, sellando el montón de tela en su boca. Cuando acabó inspeccionó cuidadosamente su trabajo.
“Muy bien”, comentó con un par de gestos aprobatorios.
Sin advertencia, repentinamente agarró los dos pechos de Amy y les dio un firme apretón. El resultante grito de la mujer fue disminuido, pero aún sorprendentemente alto. Esto provocó que Starr sacudiera la cabeza.
“Se veía bien, pero no es suficiente, seguiremos trabajando, siéntate”.
La policía se iba a sentar de la manera convencional, con su espalda sobre el respaldo, sólo para ser detenida por un sonoro pero indoloro golpe en sus nalgas.
“De lado”, le indicó Starr.
Amy se sintió como le ordenaban, mientras Starr volvía a agarrar el rollo de cinta.
“Me acuerdo que tuve la oportunidad de hacer esto en otra ocasión”, rememoró la fugitiva con nostalgia, “Noqueé a una mujer policía en una corte de Tucson. La esposé con sus propias esposas, la amordacé y la amarré con sus medias y la encerré en un armario para poder escaparme”.
Se agachó y empezó a encintar los tobillos desnudos de Amy.
“Pero me atraparon. Ella se despertó pronto y se puso a patear la puerta consiguiendo ayuda. Después de eso me prometí que si volvía a amarrar a una policía, lo iba a hacer muy bien”.
Acabó de inmovilizar los tobillos de la oficial, y se puso a trabajar en sus piernas, arriba de las rodillas, mientras le sonreía con malicia.
“Y me da mucho gusto que me haya tocado con una tan guapa como tú”.
Amy vio inexpresiva a Starr. A su espalda, estaba intentando juntar sus pulgares todo lo posible a sus meñiques. Sus manos eran delgadas, y con un poco de suerte podría deslizarlas fuera de las esposas. Tenía que ser cuidadosa con Starr Bell.
“Me hubiera gustado hacer esto sin prisas y con cuidado, pero el hecho de que tú estés aquí me indica que puedes tener amiguitos que no tarden mucho, así que será mejor que me apure”
Dicho esto volteó a la policía para que su espalda estuviera en el respaldo y tomó las tijeras. Asustada Amy gritó tras su mordaza.
Fred Merrill tomó un trago de su cantimplora y observó el camino. A unos kilómetros estaba el rancho de La Diadema Voladora. Buscó en su bolsillo y sacó un reloj de cadena. Tras ver la hora lo guardó.
“¿deberíamos ir al siguiente punto de la cerca Fred?
Se volteó y vio a Joe Bailey esperando sus órdenes. Atrás de Bailey, Wade Norman también bebía de su cantimplora.
“No exageres con el agua, hijo”, aconsejó Merrill colgando su cantimplora en la silla de su caballo. “Nunca puedes saber cuanto tiempo necesitas que dure”.
Volteó de nuevo al camino y negó con la cabeza. Viendo a Bailey comentó.
“No Joe, no le debió tomar tanto tiempo a la policía revisar como estaba Copper, tengo la sensación de que algo está mal, será mejor que vayamos en persona a revisar”.
Bailey era hombre de pocas palabras. Caminó a su caballo y tomó su rifle Winchester de su funda. Busacdno en su bolsa encontró unos cartuchos, y cargó el arma.
Merrill tomó también su rifle haciendo la misma operación, Wade Norman hizo un gesto nervioso y limpió sus labios. Fred Merrill lo vio en silencio, indicando al joven que no se preocupara.
“Andando muchachos”, dijo Merrill montando su caballo.
Starr Bell terminó de atar un nudo detrás de la silla de la cocina, y revisó satisfecha su trabajo.
“Esto es lo que yo llamo un amarre de calidad”.
Una miserable Amy Cole, repasó su situación, sabía que ya no podía escapar, pues ni siquiera podía moverse lo suficiente para cambiar de posición en su asiento.
Después del grito que había soltado cuando vio a Starr con las tijeras, Amy contuvo la respiración en pánico. La pilla sólo se carcajeó de su miedo y se puso a cortar la camisa y el braziere de Amy, dejándola desnuda con excepción de sus calzones.
Luego había tomado el cinturón de la oficial, y los usó para amarrarle los codos, sólo el tiempo necesario para quitarle las esposas y volver a inmovilizar sus manos rodeándolas con cinta. Hecho esto Starr soltó el cinturón, y amarró los brazos de la mujer a su torso con más cinta por debajo y arriba de sus pechos.
“Lamento haberte soltado los codos, era una atadura que hacía resaltar mucho a estos bebes”, comentó mientras acariciaba los senos de la policía.
Con su prisionera fuertemente atada, la criminal la volteó para apoyarla en el respaldo de la silla, y la amarró fuertemente a esta con cuerdas. Éstas pasaron por su cintura, por su regazo, y por arriba y debajo de los pechos, directamente sobre la cinta que inmovilizaba sus brazos sobre su cuerpo. Finalmente la prófuga usó otra cuerda que ató a los tobillos de Amy, y que jaló a la parte de atrás de la silla, obligando a la indefensa mujer a doblar sus piernas bajo el asiento. Cuando solamente los dedos gordos de la policía tocaban el suelo, Starr amarró la cuerda al respaldo, impidiendo el más mínimo movimiento de la oficial.
“¿Te sigue gustando tu carrera del lado de la ley ahora cariño?”, cuestionó Starr mientras caminaba alrededor de la indefensa oficial.
Amy desvió la mirada.
Starr quitó la liga con la que Amy sostenía su cabello en un congo, y lo dejó caer libre. Cara a cara con la voluptuosa cautiva, agarró uno de sus pechos en cada mano, y los acarició gentilmente.
“Tiene unas bubis preciosas oficial, tan suaves…” cerró los ojos y se puso a imaginar, mientras jugaba con los pezones de Amy. La policía se retorció y gimió protestando. Starr abrió los ojos y se paró.
“¿no te gusta eh? Claro, debo recordar que cuando estás de servicio no hay diversión. De hecho será mejor que te identifiques como una fuerza de la ley”.
Caminó a donde había aventado el resto de la camisa de Amy, y quitó el clip de la placa de policía. Arrojándola al aire y cachándola un par de veces, Starr volvió frente a la mujer atada y la miró mientras jugaba con la pieza de metal entre sus dedos.
“No puedes ser una policía si no tienes placa”, dijo, y continuó con su tono de burla, “¿dónde debo ponerte esto?
Tocó el pezón derecho de Amy, provocando un nuevo grito de la policía. Starr, alejó la pieza.
“Es cierto, perdóname, va sobre tu corazón”.
Movió la insignia sobre el pezón izquierdo de Amy y abrió la pinza. La oficial sacudió su cabeza salvajemente, suplicando tras su mordaza con toda su fuerza.
“Esto va a doler, ¿lista oficial?”
Amy cerró los ojos.
Starr se agachó y colocó la placa en los calzones de Amy. La oficial sintió el jalón en su ropa y abrió los ojos, gimiendo aliviada. Starr se rio y volvió a tomar el rollo de cinta.
“Tengo que trabajar un poco más con tu mordaza antes de irme cariño”
La prófuga volvío a reforzar la mordaza con cinta, per esta vez rodeó completamente la cabeza de Amy, pasándola una y otra vez hasta que todo el rollo se terminó. Una vez más la mujer probó la efectividad del trabajo volviendo a manosear los pechos de la prisionera, cuyo gemido indignado ahora apenas podía escucharse.
“Esto está mucho mejor”, declaró Starr, “y ahora el toque final”.
La fugitiva empezó a revisar las alacenas, pausando una sola vez para ver a Amy con una sonrisa cruel.
“Y cuando digo final, lo digo en serio”.
Encontrando los sartenes, Starr seleccionó uno.
“Necesito otras cosas, pero deben estar en el almacén”, informó a Amy mientras se apresuraba a salir.
Amy Cole volvió a probar sus ataduras, pero en seguida supo que era inútil. No podía deslizar sus manos fuera de la cinta pegajosa como hubiera podido hacerlo con las esposas y, atada como estaba a la silla, era imposible alcanzar un objeto afilado para cortar las ataduras; con sus piernas dobladas hacia atrás y sólo sus dedos tocando el suelo, ni siquiera podía alcanzar la fuerza necesaria para mover la silla por el cuarto; y tras agitarse con todas sus fuerzas, la silla rechinó un poco, pero se dio cuenta de que no iba a poder romperla.
La continuación de sus pensamientos fue interrumpida por el regreso de Starr, la fugitiva traía de vuelta el sartén, pero ahora estaba lleno de un fluido ambar. Con mucho cuidado lo colocó sobre la repisa mientras Amy la veía intrigada.
“No te preocupes señorita, este truco no puede fallar.”
Sacó unas toallas de papel, y las puso en fila desde la sarten hasta las cortinas.
“Aprendí esto de una mujer arrestada por pirómana, debe haber funcionado ya que la encerraron por ello”
Con una sonrisa buscó en el bolsillo de su pantalón, y sacó una pequeña vela. Con un cerillo la encendió y la colocó con mucho cuidado en medio del sartén lleno del líquido.
“Te explico, la vela se quema poco a poco hasta que la llama alcanza el líquido inflamable, éste enciende las servilletas de papel, que enciende las cortinas, y en menos de lo que canta un gallo, toda la casa estará en llamas. Ni siquiera te cubriré los ojos, para que puedas estar sentada y verlo todo.”
Vio divertida los ojos de terror de Amy, quien sacudió la cabeza y soltó un gemido suplicante. Starr rió de nuevo y se acercó para volver a manosear sus pechos.
“Sólo lamento que el mundo se vaya a perder de estas bellezas, qué desperdicio.”
Summer Smith yacía en silencio. Se había agotado en su lucha por escapar y ahora estaba quieta, mientras respiraba lenta y profundamente. Copper también estaba cansada, pero su silencio se debía a que estaba esforzándose por escuchar que ocurría en el resto de la casa. Había oído a Starr hablar, y luego algunos sonidos indefinibles. Sabía que alguien más estaba en el rancho, ¿pero quién?, ¿alguien que iba a rescatarla?, ¿otra prisionera?
La puerta de la habitación se abrió.
“Hola, hola, ¿cómo están por aquí?”
Era la voz de Starr. Copper oyó pisadas acercarse a la cama y luego la risa de la fugitiva.
“Veo que tuvieron una larga lucha contra las cuerdas, ¿verdad?, que lástima que no les sirvió de nada”, Starr suspiró, “sabía que no iban a escaparse”.
Copper sintió la mano de Starr deslizarse sobre los calzones de las dos mujeres, y jalar la cuerda atada entre las piernas de Summer. La ranchera soltó un gemido alarmado y se sacudió unos segundos.
“Espero que esta cosita te hayad dado una razón para sacudirte Summer”, dijo carcajeándose.
“Es una pena que no me pueda quedar y jugar con ustedes dos, pero me tengo que mover mucho más rápido de lo planeado, así que sólo me puedo llevar a una de ustedes conmigo. ¿quién quiere venir?”
Ninguna mujer se atrevió a mover un músculo.
Copper sintió de nuevo las manos de Starr deslizarse entre ellas, esta vez a la altura de las ataduras de la cintura. Tras unos tirones la chica sintió como las cuerdas se aflojaban, Starr las estaba liberando.
El resto de las cuerdas que las mantenían pegadas cara a cara fueron cortadas, después Starr caminó a la espalda de Copper y la liberó del hogtie. La joven estiró sus piernas agradecida, sólo para sentir como repentinamente jalaban para abajo de la cama, dejándola sentada. La prófuga aflojó el nudo de la venda, y cuando esta cayó, Copper parpadeó varias veces, ajustando sus ojos a la luz.
Starr caminó de vuelta junto a Summer, y usando las largas cuerdas que hace unos instantes mantenían a las mujeres cuerpo con cuerpo, amarró las ataduras en el pecho de la ranchera a la cabecera de la cama, y las ataduras en sus rodillas a los pies del mueble. Summer permaneció en su hogtie, amordazada y con los ojos cubiertos.
“hay, cosita preciosa”, dijo Starr mientras se inclinaba sobre Summer acariciando su figura. “es una pena que no vaya a poder disfrutarte tras tenerte en mis manos todo el día”.
Besó los dos pezones de Summer y se levantó, regresando con Copper, a quien también tocó los senos.
“Me encantó ver a este par saltar cuando te traje al cuarto cariño, pero ahora ya no tengo tiempo para ello.
Agachándose, Starr puso su hombro a medio cuerpo de Copper, y levantó a la chica, cargándola hacia afuera de la habitación.
Conforme caminaban frente a la cocina, Copper alcanzó a ver a la oficial Cole, atada a una silla y gimiendo desesperada, Starr no se detuvo y siguió hacia la puerta principal.
“¿es linda verdad?, quería incluirla en el juego que tenían ustedes dos, pero no hay tiempo, ya que si ella ápareció, significa que sus compañeros no están lejos, así que lo único que me queda es salir y llevarme a una de ustedes como rehén”.
Abrió la puerta y paró a Copper frente a la furgoneta de Summer, mientras habria la puerta del copiloto.
“¿y quién es mejor rehén que la sobrina del famoso Sky Ryder?”
Tomó a Copper de los muslos obligándola a doblar las piernas y sentándola dentro del vehículo, ya que estaba dentro, cerró la puerta y corrió al lado del volante.
Copper vio ansiosa la puerta de su casa.
“Oh no te preocupes chiquita, van a estar bien”
Copper vio con duda a Starr, quien acarició uno de sus pechos.
“No le mentiría a una amiga tan buenota como tú”
Riendo, arrancó el coche y se alejó por el camino.
Cuando más historias?? Xfaa de Copper��
ResponderEliminarPues tengo permiso del autor para publicar toda la saga, y habría cinco historias más, no había empezado porque dudaba de si poner otra aventura de esta chica o irme por otra historia, pero puedo empezar a traducirla, aunque son largas.
Eliminar