26 de agosto de 2016

Inculpada de Frank Knebel - Capítulo tres

Con mucho retraso, pero volvemos por aquí. Hubo mucho trabajo (y también disfrute gracias a los Juegos Olímpicos de Río 2016). Y tenemos el episodio tres de la segunda historia de Frank Knebel.
Muchos lo estaban esperando... pero finalmente su damisela en apuros favorita, Copper Ryder, estará atada y amordazada, y no es sino el comienzo de sus problemas.

Si no los han leídos aquí está el capítulo dos, y el capítulo uno. Y si no conocen a Copper aquí está su primera aventura.

Todas las historias que he publicado están aquí


Capítulo 3

-…Debe haber soltado el seguro de el estuche cuando se dejó caer sobre mí la primera vez- explicaba Amy Cole -porque la segunda vez tenía mi arma en su mano.
Incluso la expresión de decepción no podía esconder la delicada belleza del rostro de Amy, mientras estaba sentada en una silla en la oficina de la enfermera. Estaba cubierta por una gabardina de un hombre, y llamaba la atención de muchos empleados curiosos de la corte que se acercaban por ahí a ver tras saber lo que había pasado. Los oficiales Barnes y Tyler trataban de alejarlos. La enfermera Ruth estaba poniendo un ungüento en las muñecas de Amy que pasaron tiempo esposadas, y ella ya estaba vestida con otro uniforme de reserva que tenía, la oficial seguía en ropa interior bajo la gabardina.
    -Ya que tenía la pistola, no había nada que pudiéramos hacer- añadió Ruth a la historia -nos obligó a desvestirnos y nos tenía atadas y amordazadas en menos de lo que canta un gallo-
    -Entones se llevó sus dos uniformes, y no saben cuál estaba vistiendo cuando salió- preguntó el sheriff Winchell.
Amy negó con la cabeza.
    -Nos tapó los ojos antes de cambiarse de ropa.
Sky Ryder paseaba la mirada por el cuarto en busca de pistas.
    -Si ese es el bolso de Ruth -dijo señalando al escritorio -Entonces el único carro en el que pudo haber huido es en el de Amy. Si ese coche sigue aquí, quiere decir que se alejó a pie del tribunal, y en ese caso no puede estar muy lejos.
    -Harry, ve a ver si el coche de Amy está afuera- ordenó el sheriff a el oficial Harry Tyler. Cuando este salió se volteó a ver a Sky
    - Amy es la única mujer en todo el departamento de policía, así que si escapó con su uniforme no debe sernos muy difícil localizar a la única otra mujer en uniforme.
    -A menos que haya robado un coche y tomado a una rehén- señaló Sky preocupado.
    - A dónde podría ir- se preguntó Winchell
    - Si estuviera en su caso, yo iría a buscar a quien creyera que realmente robó el dinero- interrumpió Ruth.
Sky Ryder puso su mano en su mentón preocupado y entrecerró los ojos, no le agradaron las ideas que entraron en su cabeza.

John Wilberforce se alejó de la puerta de la oficina de la enfermera. Mientras viajaba de vuelta al banco había sentido curiosidad por la multitud y tras enterarse de lo ocurrido salió a los teléfonos de paga de la calle.
Marie Sanders estaba en su escritorio en la recepción de la oficina del banquero, sus piernas estaban estiradas mientras se acomodaba unas medias, el teléfono sonaba, pero no lo contestó hasta el quinto timbrazo.
-    Oficina del señor Wilberforce.
-    Marie, escúchame. La chica Johnson escapó de la cárcel. De alguna forma se las arregló para amarrar a una policía y a una enfermera y se fugó. Las dos dicen que la escucharon decir que iba detrás de los verdaderos responsables del robo
Marie guardó silencio sorprendida unos segundos
-    ¿crees que sepa que fuimos nosotros?

-    Tiene que sospechar que to estoy involucrado. Será mejor que te vayas de ahí, pues puede buscar la forma de ir al banco a buscarnos. Pero ten cuidado en el camino a casa, se robó los uniformes de las chicas así que debe estar disfrazada.

-    Está bien cariño, ven a verme a casa después de que las chicas se vayan a sus trabajos.

-    No sé si vaya a poder. Tengo que ver si puedo inventar algo que decirle a Dora.

-    Eres muy bueno con eso Johnny, estoy seguro de que encontrarás un pretexto. De cualquier forma gracias por la advertencia.

Marie colgó el teléfono. Sí, se iba a ir de ahí, pero antes tenía que hacer un par de cosas.


Aunque no tenía un destino en mente, Copper tomó la carretera principal y se alejó por el camino con la única intención de poner la mayor distancia posible entre ellas y la casa de Marie.
    -¿Qué hacemos ahora?- le preguntó a Sherry
La mujer no contestó de inmediato. Apoyaba su codo en el borde de la ventana abierta y la frente en su mano. A pesar de toda la seguridad y temeridad que había mostrado en las últimas horas, ahora se le veía cansada y confundida.
    -No lo se realmente Copper, sólo sé que tengo que lograr que Marie o John Wilberforce confiesen si es que voy a limpiar mi nombre. Pero ni siquiera sé dónde encontrarlos.
    - Creo que lo que necesitas ahorita es descansar y comer- sugirió Copper tras ver a su amiga -podrás pensar con más claridad entonces.
Sherry asintió
    -Y el único lugar donde podemos estar seguras es en mi rancho
    - Pero si alguien te ve junto a mí, te vas a meter en problemas, y eso que no sé si alguien ya nos vio juntas. No quiero que te arresten por ayudarme.
    - Eres mi amiga, y voy a ayudarte- respondió con decisión la chica colocando una mano en el hombro de su amiga. Luego se rio -y en cualquier caso, siempre puedes dejarme atada y amordazada para convencer a todos de que eres una criminal peligrosa.
    -Creo que tendré que hacerlo- dijo Sherry riendo un poco también.
    -Vamos a ver si eres la principal noticia de la ciudad- dijo Copper prendiendo la estación local de la radio.

Marie Sanders aparcó en su lugar de estacionamiento y observó los alrededores. No vio ninguna señal de que algo estuviera fuera de lugar. Las puertas del patio estaban abiertas de par en par como Rita siempre las dejaba cuando estaba en casa. En la casa vecina, el viejo señor Higgins estaba regando las macetas de su esposa con una regadera. La volteó a ver y la saludó con una sonrisa mientras la mujer caminaba frente a él.
-    Saludos vecina
Marie no estaba de humor de que el vecino se echara un taco de ojo, ni de iniciar una conversación con el señor, pero lo que le dijo después la sorprendió.
    -Espero que no estén en problemas
Aunque sorprendida y un poco alarmada, se mostró relajada y le contestó de la manera levemente seductora que usaba cuando quería sacar algo de él.
    -¿en qué problema podríamos estar cuando lo tenemos a usted cuidándonos siempre señor Higgins?
Dejó la regadera y se secó la frente con su manga.
    -No sé exactamente porqué, pero hace como una hora una oficial de policía estuvo en tu casa, y desde entonces no he vuelto a ver a tus amigas.
Marie volteó a ver su patio, y notó que la casa se veía inusualmente quieto.
    -Y lo más curioso- continuó Higgins -Es que la señorita policía no parecía tener un coche oficial con ella. No lo vi cuando entró, y cuando salió ella y otra linda señorita se fueron en una furgoneta, la misma que usa ese señor que se la pasa volando aviones todo el tiempo… Sky Ryder.
Eran noticias muy interesantes, al menos para Marie, porque para Higgins era más interesante mantener la vista en el escote de la chica.
    -Estoy seguro de que no debe ser nada serio señor Higgins, hablaré con Rita y Liz y si se han estado portando mal, tal vez tenga que ir a visitarnos y castigarnos por malcriadas, incluso obligaré a Liz a que se vista con ese atuendo que tanto le gusta, ¿qué le parece señor Higgins?
    -Me puedes llamar Clarence- contestó titubeante Higgins, que parecía a punto de sufrir un ataque cardiaco.
    -Está bien Clarence, nos vemos al ratito- se despidió Marie sonriéndole con ternura.
Una vez que avanzó y el ya no podía verla, la actitud seductora y la sonrisa falsa se borraron, y caminó determinada y vigilante hacia su patio, desde ahí volteó de nuevo para descubrir sin sorpresa que Higgins aún la veía, se despidió con la mano y cuando su vecino estaba a punto de responderle, la señora Higgins salió de casa y éste rápidamente volvió a regar las macetas.
    -Casi te atrapan viejo verde- pensó la chica, quien volteó a ver su apartamento, dando un paso hacia adentro se detuvo, observó y escuchó.

Rita Everett se detuvo a descansar por un momento. Había pasado media hora en esfuerzos fútiles por liberarse de sus ataduras, tras lo cual había implementado un nuevo plan de acción. La mujer uniformada las había dejado tanto a ella como a Liz recostadas en la cama sobre su costado derecho. Así que había estado peleando por voltearse al otro lado para estar espalda con espalda con su compañera de casa y cautiverio. Después había logrado moverse poco a poco hacia atrás hasta encontrar las manos atadas de Liz; había también logrado hacer comprender a su compañera que tenían que acercar sus respectivas ataduras lo más posible para intentar liberarse la una a la otra.
Rita había visto en televisión muchas escenas de mujeres incapaces de hacer el menor sonido cuando eran amordazadas con paliacates sobre sus bocas, y siempre se había dado cuenta de lo falso que era el asunto. Pero la manera en que ella y Liz habían sido amordazadas, no era falsa, tener la boca rellena con unos calzones hacía muy difícil la comunicación, y era más difícil aun considerando que Liz no era una persona muy brillante.
Pero incluso Liz había terminado por darse cuenta de las intenciones de Rita, la pelirroja se acercó todo lo que pudo y tras minutos de búsqueda logró encontrar los nudos que atrapaban las manos de Liz, sólo faltaba un poco de esfuerzo y de suerte y en unos cuantos minutos, aunque le costara romperse una uña o dos, estarían libres.


Sin que se dieran cuenta, Marie observaba en silencio a las dos mujeres en la cama. Había seguido los sonidos ahogados provocados por sus esfuerzos de escapar y se había topado con sus dos compañeras indefensas, incapaces de moverse, hablar o verla. En lugar del terror que Sherry había pretendido causarle, Marie se estaba divirtiendo con la escena de las dos casi desnudas y amarradas mujeres retorciéndose. Estaba cansada de que Rita presumiera de su belleza por ser la bailarina más popular del club, a pesar de que sus pechos eran más pequeños que los suyos y sus habilidades de baile dudosas. Y Liz era una persona tonta y vacía que dependía de atuendos reveladores para sacar buenas propinas, sin tener otra ambición más que conseguir un marido que la mantuviera toda la vida. En su opinión, el par de chicas se merecían esto. Marie vio que Rita estaba trabajando en liberarlas, y temió que eventualmente tuviera éxito, así que decidió evitarlo.
Salió del cuarto y volvió unos minutos después con un rollo de cinta plateada. Con la mano alcanzó los dedos de Rita que seguían tratando de aflojar los nudos de Liz e hizo que los soltara. La chica gimió con sorpresa e indignación, y las dos cautivas empezaron a gritar tras sus mordazas al darse cuenta de que ya no estaban solas, exigiendo que las liberaran. Marie se limitó a ignorarlas y cortó un pedazo de cinta, que envolvió sobre los dedos de Rita para impedir que pudiera volver a usarlos para intentar desatar a su compañera. La bailarina se quejó y negó con la cabeza, pero a pesar de que se resistió todo lo que podía, pronto sus manos estaban encapulladas por el material pegajoso.
Marie usó más cinta que pegó sobre sus labios reforzando sus mordazas, y como un regalo de despedida decidió dejar a Rita completamente desnuda, dándole tres nalgadas después de quitarle el resto de su bikini. Después nalgeó también a la ligeramente más protegida Liz, a quien no pudo quitar el camisón entero, por lo que no la pudo encuerar. Sonriendo, dejó solas a las quejosas y más indefensas cautivas, que quedaron atrás retorciéndose.
Antes de salir hizo una rápida parada en su cuarto, y de entre el desastre en que se había convertido tras el paso de Sherry, encontró un libro falso donde escondía un revolver de calibre 25 que metió en su bolso. Sin pensarlo dos veces, salió del piso y se alejó, dejando a su suerte a las prisioneras.


Sky Ryder, que iba de copiloto en el carro del sheriff, vio a una rubia en un auto deportivo manejar en la dirección contraria mientras se acercaban a los departamentos. Intentó ver si era Marie quien estaba al volante, pero un camión estacionado y repleto de bolas de heno le bloqueó la visión, por lo que se quedó con la duda.
    -Llegamos- dijo Winchell apuntando a la entrada del apartamento. -Espero que te equivoques sobre Copper y la chica Johnson- dijo, mientras conducía lentamente por el estacionamiento.
    -Dado que no había ningún otro coche desaparecido, y Copper desapareció sin decir palabra, es la única deducción lógica.
    -Bueno, de ser así mantendremos la teoría de que Copper es una rehén, y no una cómplice. Lo siento por el tiempo que tomó ubicar la dirección de Marie Sanders.
    -Ese es el lugar Winch-, dijo Sky señalando una puerta después de revisar la numeración.
Winchell estacionó en un lugar libre cerca del apartamento que Sky le señalaba. Cerca de ellos otro coche de policía también se estacionó, de el bajaron los oficiales Barnes y Tyler.
Winchell les ordenó que revisaran y preguntaran a los vecinos si habían visto algo raro, mientras el y Sky se acercaron al piso de Marie y tocaron el timbre. Esperaron un minuto, y nadie contestó, así que timbraron de nuevo. Entonces Sky vio la puerta del patio abierta.
    -No creo que hayan olvidado cerrar eso al salir- señaló.
    -Puede haber problemas ahí adentro- dijo Winchell desenfundando su arma.
Los dos hombres entraron cautelosamente al apartamento.


John Willberforce se acabó su bebida y pidió al cantinero que le sirviera otra. Aunque era un experto en cocteles y fiestas, el banquero nunca tocaba el alcohol durante sus horas de trabajo, pero los eventos del día lo tenían preocupado y lo habían hecho romper esta regla. Ya había sido suficientemente difícil tener que aguantar el juicio y ver a su antigua secretaria ser condenada por robo. Era una chica adorable y era una pena que lo hubiera rechazado, pues sin pensárselo habría dejado a su esposa por ella. Pero en vez de eso, y aprovechando un momento de ira, se había dejado engatusar por Marie, quien lo había convencido de plantar el dinero a ella en lugar de a cualquier otro empleado del banco.
Bebió de su nueva bebida mientras seguía rflexionando. Ahora, Sherry había escapado, tratando de encontrar a los verdaderos ladrones, y no tenía duda de sobre quien caerían sus sospechas. Alcanzó unos cacahuates mientras imaginaba a Sherry peleando con Marie, le encantaría que eso pasara y que su vieja secretaria le quitara de encima a la nueva. Pero Sherry no podía vencer a Marie en una pelea… sin embargo había demostrado una sorprendente determinación y fuerza al quitarle su pistola a la mujer policía y amarrarla para escapar de la corte.
Dora pronto regresaría a casa de su tradicional juego de Bridge. No quería verla, todo este asunto se estaba descontrolando y sólo se le ocurría una manera de salir de el. Sin acabarse su bebida, dejó una buena propina y salió a buscar su coche.

Sky Ryder y Winchell esperaban afuera del apartamento de Marie y las otras. Un doctor, una ambulancia y dos camilleros se habían hecho cargo de la situación, y atendían a las dos chicas ya liberadas dentro de la casa, mientras afuera una multitud, que incluía a un reportero del periódico local eran mantenidos a raya por un par de oficiales.
    -Bueno Sky, tenías razón sobre a dónde iría Sherry primero, así que por qué no vuelves a ver tu bola de cristal y me dices donde está ahora.
    -No creo que sea tan tonta como para ir al banco a enfrentar a Marie, así que supongo que tendremos que esperar.
El oficial Tyler llamó al sheriff, por lo que el y Sky se acercaron al oficial caminando por el estacionamiento, junto a Tyler estaba uno de los vecinos.
    -Sheriff, creo que debe escuchar lo que este hombre vio.
El hombre era Clarence Higgins.


    -¿Quieres Mas Sherry?
Sherry Johnson se había cambiado del uniforme robado de policía y ahora vestía unos pantalones vaqueros y una blusa color azul cielo que le había prestado Copper. Viendo su plato casi vacío, soltó el tenedor.
    -Estoy a punto de reventar Copper.
Copper caminó de la estufa a la mesa. Llevaba un enorme tazón de espagueti y un cucharón.
    -¿Segura?, queda mucho y también sobra mucha salsa, ha sido un día largo y no almorzaste.
    -Segura.
    -Lo siento por mi espagueti, sé que no es muy bueno, pero es lo único que sé preparar.
    -No te apures, es infinitamente mejor que cualquier cosa que haya comido en prisión.
    -Bueno, sólo descansa mientras yo limpio la cocina, después pensamos que haremos después.
Copper puso música en el radio, y mientras trabajaba las dos amigas discutieron como proceder, ahora que Marie estaría segura de que Sherry la buscaba. Mientras hablaban, guardaron silencio cuando un reporte noticioso interrumpió la música, para narrar el escape de Sherry con lujo de detalles.
    -… La señorita Johnson fue vista huyendo en una furgoneta conducida por una residente local. La oficina del sheriff ha anunciado que trabajan bajo la presunción de que dicha residente fue tomada como rehén por la señorita Johnson”.
Las dos mujeres se vieron estupefactas mientras el reporte terminaba.
    -¡Alguien te vio!- exclamó Sherry -¡Sabía que te meterías en problemas por ayudarme!
Copper trató de mantener la calma.
    -Eso no importa, lo malo es que pueden venir para aquí a revisar. Tenemos que actuar rápido- dijo mientras caminaba a un armario donde empezó a buscar algo.
    -¿Qué buscas?
    -No hagas preguntas, ve a mi cuarto y espérame.
Sherry hizo lo que le indicaban. En la cama de Copper el uniforme de Amy estaba extendido. La chica paseó inquieta por la habitación por unos minutos hasta que la rubia entró. En sus brazos llevaba una enorme cantidad de cuerda, un rollo de cinta adhesiva y un cuchillo. Le dijo a Sherry que quitara el uniforme de Amy de la cama, y lo colocó en un banquito que estaba frente a un espejo. Copper echó la cuerda en la cama, la midió y con el cuchillo la fue cortando en varios pedazos más pequeños.
    -¿Qué haces?- le preguntó Sherry.
    -¿Recuerdas de que hablamos antes?, ¿sobre que a lo mejor tendrías que dejarme atada y amordazada?, pues eso es exactamente lo que vas a hacer.
Sherry la vio incrédula mientras Copper continuaba cortando más cuerda.
    -De este modo, tu mantienes la reputación de ser una peligrosa prófuga de la justicia, y yo puedo ayudarte más investigando a Marie sin tener que andarme escondiendo. Podré ir a lugares donde tú no puedas meterte. Tú mantente en contacto conmigo y te iré contando lo que descubra.
Sherry meditó un momento.
    -No es una mala idea Copper, puede funcionar. Alguien debe haber visto tu furgoneta, así que debo buscar un nuevo vehículo.
    -¡Claro que funcionará!- dijo Copper convencida -sólo mantente oculta esta noche, yo averiguaré donde se está escondiendo Marie. Tu marca por teléfono al rancho mañana a mediodía y te diré lo que sepa. Pero antes…
La chica tomó el cuchillo que había estado usando y lo puso en mano de su amiga, apretando sus dedos alrededor del mango.
    -¿eso para que fue?
    -Cuando investiguen, tienen que encontrar tus huellas para que concluyan que tu fuiste quien usó el cuchillo para cortar las cuerdas.
Sherry empezó a tener dudas.
    -¿De verdad crees que tengo que amarrarte?
    -Claro, y además más te vale que lo hagas muy bien. Sky es experto en descubrir trampas y engaños, y el será el que me encontrará más tarde, así que de verdad no debo ser capaz de escaparme… Espera un segundo.
La joven desabotonó su vestido y se lo quitó. Caminó a la silla frente al espejo, levantó el uniforme de Amy y colocó su vestido debajo de éste. Sherry la veía sin entender para que hacía todo eso.
    -Tú te cambiaste de ropa, después de desvestirme a mí. Esa son la clase de detalles que le descubrirían a Sky que intentamos engañarlo.
Copper se quitó sus zapatos, y se quedó de pie frente a Sherry cubierta sólo con su sostén, sus calzones y sus medias. Se volteó de espaldas y cruzó sus manos detrás.
    -Muy bien, estoy lista.
Sherry tomó uno de los recién cortados pedazos de cuerda y empezó a atarlo alrededor de las muñecas de Copper. Su amiga volteó sobre su hombro con una mirada juguetona.
    -¡Nunca te saldrás con la tuya, canalla!
Sherry no pudo evitar reírse.
    -Me vas a hacer creer que estás disfrutando esto.
    -Bueno, es que después de haber sido atada y amordazada por otra fugitiva hace unas semanas, es agradable estar amarrada sabiendo que estoy segura.
Sherry terminó de atar las manos de su amiga.
    -No Sherry, tienes que hacerlo mucho más fuerte, de lo contrario Sky nos cachará en un instante.


Aunque ya anochecía, Marie Sanders no prendió los faros de su vehículo. El rancho de los Ryder estaba en medio del campo, y sus luces hubieran podido ser vistas a gran distancia de encenderlas. La mujer escondió su auto detrás de un grupo de árboles, apagó el motor y observó, desde donde estaba alcanzaba a ver la furgoneta de Copper, ahora sólo era cuestión de observar y esperar.


Sherry terminó de atar los tobillos de Copper atando varios nudos en diferentes puntos para apretar las cuerdas en todos los lugares necesarios.
    -¿cómo sientes eso?-, preguntó.
Copper, sentada en la cama, volteó a ver sus pies y trató de moverse.
    -Esto está mucho mejor, ahora amarra mis rodillas de la misma manera.
    -Se me olvidó preguntarte- dijo Sherry mientras empezaba a rodear las piernas de Copper justo sobre sus rodillas -¿para qué te desvestiste antes de que empezara a atarte?
Copper se quedó pensativa.
    -Bueno… diré que cuando te suplicaba que te rindieras y te recordaba que era tu amiga, tu te enojaste y me obligaste a desvestirme para demostrarme que nuestra amistad se había acabado o algo así… aprieta bien ese nudo.
Sherry se aseguró de ajustar bien cada nudo, y luego tomó otra cuerda más larga con la que empezó a sujetar los brazos de su amiga a su cuerpo, pasando los lazos no sólo arriba y debajo de sus pechos, sino también por su cintura, aprisionando completamente los brazos de la chica.
    -Oooh, esto está muy bien, estoy empezando a sentir de verás que me está amarrando una verdadera villana. Ayúdame a acostarme en la cama.
    -Espero que Sky se lo crea- comentó Sherry – si no la policía puede llegar, esposarte las manos y llevarte a la cárcel.
Sherry levantó las piernas de Copper y la rubia cayó de espaldas en su cama. Ahí, la chica se acostó boca abajo mientras Sherry agarraba más cuerda. Cuando la prófuga volvió con su amiga, ésta ya tenpia las piernas flexionadas hacia atrás, esperando a que le conectaran las ataduras de los pies con las de su pecho en un obligado e incapacitante hogtie. Sherry la ató de esa manera.
    -¿estás cómoda?- preguntó aun incrédula por toda la entusiasta cooperación de su “víctima”
    -Está genial, esto va a engañar a todo el mundo. Pero de cualquier forma va a hacer falta que me amordaces y me tapes lo ojos. De esa manera nadie podrá culparme por no intentar gritar por ayuda o tratar de alcanzar el teléfono. El cajón de arriba de mi cómoda está lleno de pañuelos que puedes usar, y cuando me los metas en la boca no te olvides de cubrirla con mucha cinta.
Sherry tomó un pañuelo que hizo bola, y lo colocó dentro otra mascada la cual dobló en una banda y luego ató para dejarle un nudo al centro, mientras trabajaba en esto Copper continuó dándole instrucciones.
    -Las llaves de la furgoneta están en la mesa de la cocina, llévatela, pero recuerda que la estarán buscando, así que tienes que conseguir otro vehículo tan pronto como puedas; llámame mañana a medio día, trataré de encontrar a Marie y veremos cómo ponerle una trampa.-
    -Todo listo- dijo Sherry sosteniendo el pañuelo en su mano y sonriendo a su amiga -no hay mucha gente que haría esto por una amiga Copper, de verdad te agradezco toda tu ayuda-.
    -Sólo amordázame de una vez sonsa, y buena suerte-
    Copper abrió su boca y Sherry le metió suavemente el pedazo de tela, luego ató los extremos de la tela en su nuca. Varios pedazos de tela sellaron sus labios y completaron la mordaza, tras revisar que su amiga pudiera respirar bien, tomó otra mascada y vendó los ojos de la chica.
    -Parece que te topaste con un forajido del salvaje oeste- exclamó Sherry mientras revisaba cada nudo -¿estás segura de que vas a estar bien?-
Copper asintió y después señaló con la cabeza hacia la puerta mientras murmuraba algo incomprensible detrás de la mordaza, aunque no había que ser un genio para saber que la apuraba a que huyera. Sherry se inclinó y besó a su amiga en la mejilla antes de salir.


Marie, desde su escondiete en la oscuridad, vio a una figura con jeans salir de la casa y meterse en la furgoneta.
    -Bueno señorita Ryder, ¿me pregunto a dónde vas?- se dijo a si misma mientras el coche arrancaba y se alejaba. -Mientras no estás creo que le haré una visita a tu amiga, tal vez pueda pedir una recompensa por entregarla a la policía.